Víctor
Sampedro Catedrático
de Opinión Pública y Comunicación Política en la Universidad Rey
Juan Carlos
Apenas nadie parece haberse dado
cuenta. Esperan a poder contabilizar manifestantes. Unos para relatar
la épica de la desobediencia civil y otros para alabar como éxito
el amedrentamiento y la represión que se vienen aplicando. Ojalá
seamos muchos, muchísimas en las calles. Pero me temo que nunca
bastaremos.
Unos dirán que éramos decenas de
miles y otros que, apenas unos centenares. Los primeros cantarán
victoria por los “desbordamientos” de la multitud y los segundos
por la siempre ejemplar contención de la policía.
Me temo que nadie agradecerá a la
Plataforma ¡En Pie! y a la Coordinadora del 25S sus enormes logros.
Los han conseguido y brindado a toda la sociedad, como corresponde a
un movimiento social en toda regla. Señalo siete y me quedo corto.
(1) Gracias por desmarcarse de las
operaciones fascistas que ya clamaron ante el Parlamento sin
capacidad de convocatoria alguna. Tanto éxito ha tenido el
desmarcaje del golpismo, que Cristina Cifuentes, Delegada del
Gobierno en Madrid, alude a la presencia de nazis infiltrados. Con su
ayuda estaremos más seguros. Nadie mejor que ella y gente de su
partido para revelar la identidad de los ultras y apartarlos
preventivamente de nuestro recorrido. Lo hacen con los hinchas.
¿Podrían hacerlo en nuestras próximas convocatorias? ¿Y
legalizarlas aunque no lo hayamos solicitado, como con el 25S?.
(2) Gracias, porque lo anterior ha
arrebatado a la (extrema)derecha el monopolio de la crítica frontal
al Régimen de la Transición. El turnismo pactado entre el PP y el
PSOE o el fruto de sus mayorías absolutas son criticados ahora como
rasgos antidemocráticos. Como solución se pide más democracia. Se
impugna el desmantelamiento del muy precario Estado de Bienestar y la
precarización de la fuerza de trabajo que comparten ambos partidos.
Y se critican los giros pendulares que impiden la continuidad de
políticas centrales para una sociedad (sanidad, educación,
organización del estado…). Por mucho que lo sigan intentando,
Tejero nunca más servirá de mordaza para ahogar las críticas
estructurales del Régimen que padecemos.
(3) Gracias por exigir la dimisión de
un Gobierno que ha incumplido todo su programa electoral. La
rendición de cuentas y el cambio noviolento de los gobiernos falaces
son dos rasgos esenciales de los cargos democráticos. El tercero, la
receptividad a la ciudadanía, habrá que exigírsela y ganársela a
los siguientes gobiernos. Llevan año y medio acosando como
antisistema a un 15M que recaba las simpatías de siete de cada diez
votantes. Pero a partir del 25S saben que podrían caer con la
resistencia y la desobediencia noviolentas de la población a la que
han traicionado.
(4) Gracias también por exigir un
nuevo contrato social y normalizar la demanda de un proyecto
constituyente que renueve esta democracia. Por primera vez en nuestra
historia la Constitución muestra sus costuras y esta vez las hacen
saltar los demócratas y no los fascistas. Es la ciudadanía la que
quiere participar, con nuevas reglas de juego. La única reforma de
la Constitución ha sido unilateral y puntualmente adoptada por el
bloque político gobernante: para anteponer las cuentas del Estado al
bienestar, las finanzas a los derechos sociales. Por eso, el 25S hará
llegar sus demandas como peticiones al Congreso.
Escojan el formato para enviarles sus
peticiones a sus señorías. Pueden cambiar el disco de esta
democracia (se propone lanzar discos voladores) y/o presentar un
escrito a favor de un Parlamento 4.0: siempre complementario y
simbólico, reflejando lo que votaría la población en caso de
contar con una ley electoral proporcional. Solo como referencia, para
evidenciar su distancia y encastillamiento. Si no les atienden, habrá
sido la Administración la que incumpla con la constitución. Habrá
quedado claro, otra vez, que después de votar la ciudadanía no
puede pedir nada, menos aún exigir.
(5) Gracias, una vez más, por haber
abierto la convocatoria y haber reformulado los lemas y la estrategia
para hacerlos más inclusivos. De “tomar” el Congreso se pasó a
“ocuparlo” y de ahí a “rodearlo” y, por fin, a “rescatarlo”.
Ni hacerse con el poder, ni ocuparlo temporalmente, ni someterlo
siquiera a un ultimátum. “Rescatarlos”: a ellos, a los
parlamentarios que ocupan sus escaños presos de la disciplina de
partido y de los Consejos de Administración. El proceso
constituyente se ha iniciado en forma de “cumbres sociales” de
sindicatos, “congresos” de partidos o surgimiento de plataformas,
posibles embriones de Siryza en los próximos comicios autonómicos.
Representantes de partidos y sedes parlamentarias acudirán a las
concentraciones. Jueces por la Democracia, semillero de ministros y
hasta de una vicepresidenta, ha salido en favor de los manifestantes.
Hacen faltan más auto-inculpaciones y más equipos jurídicos de
partidos y sindicatos, en reciprocidad con el apoyo que han recibido
del 15M, para que la democracia viral pase de la calle a las
instituciones
(6) Gracias porque el diálogo y la
movilización con base digital han abierto el código democrático
otra vez. El anonimato inicial de la convocatoria, por miedo a la
represión, y los recelos que despertaba se han superado poniéndole
mil voces y presentando otras tantas caras. Así ha resultado más
plural e incluyente. El centralismo se ha eliminado multiplicando las
sedes políticas a “rescatar”, al sumar parlamentos autonómicos
y ayuntamientos. La retórica ha pasado de una “batalla final” a
iniciar un proceso de cambio estructural. No por imparable será
rápido. Les tomó muchos años arrebatarnos la democracia. Nos
llevará también muchos recuperarla y reinventarla.
Pero no se preocupen hace tiempo que
estamos en ello. Nunca Máis demostró que había que limpiar más
despachos que playas. El 13M que la España de 2004 ya no era la de
1981 y que la gente esta vez salía a parar el golpismo mediático
que quiso dar Aznar. V de Vivienda denunció la buburja que hoy nos
asfixia. El 15M recuperó e innovó todas esas experiencias, las
aliñó con más tecnopolítica digital y echó raíces en el tejido
social contra los ajustes.
(7) Gracias, en fin, por no haber
amenazado al 15M arrogándose su nombre. Se han evitado rupturas y
escisiones que el bloque de poder explotaría a su favor. El 15S y el
25S, sumados, podrían perfilarse como dimensiones distintas de un
mismo artefacto político-social novedoso e innovador. El 25S ha
sacado al 15M de las “atmósferas” y los “climas” que lo
entendían como “contra-hegemonía” (un cambio cultural y ético,
no tanto de poder político-económico, para que se entienda). El
movimiento de consenso, expresivo y de largo aliento, se completa con
el de protesta que logra impactar el curso político. Ante la
agresión y la represión de las políticas públicas actuales no
bastan la auto-exaltación exhibicionista ni la parodia
autocomplaciente. Esto último parece ser lo único que aprendieron
los sindicatos mayoritarios con su convocatoria del 15S.
¿Quién se
acuerda de que exigían un referéndum? A lo mejor pueden improvisar
un Bloque Crítico en las siguientes (auto)convocatorias ciudadanas.
Por coherencia y por reciprocidad al apoyo recibido, digo.
Ojalá seamos muchos, muchísimas
quienes acompañemos el 25S. Conste que cualquiera que sea nuestro
número, acudiremos porque hemos recuperado la protesta pacífica
como derecho cívico que se ejerce y que obtiene reconocimiento (no
permiso) administrativo. Porque la crítica a la Transición y a la
Constitución ya no hacen el juego a la derecha; al contrario,
denuncia su uso patrimonialista, casi guerracivilista, del
patriotismo constitucional. Porque la reforma constitucional ya no se
limitará a procesos federalizantes (la escapada electoral de las
elites regionales y la coartada socialdemócrata). El nuevo contrato
social deberá recoger la voz de los dos tercios de ciudadanos
actuales que no pudieron votar el texto de 1978. Y porque, aunque no
se les reconozca cuando cuajen, de todo esto y para entonces habrá
nacido una nueva institucionalidad y contaremos con más espacios de
auto-organización y autonomía ciudadanas.
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