Un
gigante estadounidense de la alimentación se ha visto implicado en
un nuevo escándalo de la caña de azúcar en Brasil; una comunidad
indígena guaraní al completo está sufriendo las consecuencias del
cultivo, que los mantiene alejados de sus tierras y ha contaminado
los arroyos y causado enfermedades y muertes entre los indígenas.
El tratante internacional
de grano Bunge, que tiene su sede central en Estados Unidos, está
metido de lleno en el pujante mercado brasileño de los
biocombustibles, y compra caña de azúcar a agricultores que se han
apoderado de la tierra ancestral de los guaraníes.
Una comunidad de 225
guaraníes en el estado de Mato Grosso do Sul, cuya tierra les fue
usurpada para dejar paso a las plantaciones, dice que la invasión de
la caña de azúcar, la maquinaria y los pesticidas para cultivarla
han arruinado sus vidas en los últimos cuatro años. Este año ya se
han suicidado dos guaraníes de la comunidad de Jata Yvary. Las
víctimas, de 16 y 13 años, fueron encontradas colgando de sendos
árboles. Según algunas informaciones, un camión de las
plantaciones con las que comercia Bunge atropelló a un hombre, que
murió a causa del accidente.
En una conversación con
Survival International, la comunidad manifestó: “Nosotros los
guaraníes no queremos que se plante más caña de azúcar en nuestra
tierra… daña nuestra salud, incluida la salud de nuestros hijos, y
de nuestros ancianos, y el veneno contamina el agua”. Los guaraníes
dicen que los pesticidas pulverizados desde aviones aterrizan en la
comunidad, y que la maquinaria desechada es abandonada para que se
pudra en los arroyos de los que dependen para su suministro de
agua.
En una carta han solicitado que su tierra “sea demarcada (…) y que los blancos que hay en la zona sean expulsados, porque con ellos no nos queda espacio para cazar y pescar, y no podemos practicar nuestras tradiciones. Queremos preservar el bosque pero ellos lo están destruyendo y haciendo dinero con él de forma ilegal”.
La Constitución de Brasil, así como un acuerdo firmado por las autoridades y los guaraníes, obligan al Gobierno a delimitar sobre el mapa y proteger toda la tierra guaraní. Pero dicho programa está prácticamente paralizado y, mientras los guaraníes siguen esperando a que se les devuelva su tierra, ven cómo las consume la imparable ola de la caña de azúcar.
Survival ha escrito a Bunge, pero la empresa respondió sin remordimientos, y dijo que continuará comprando caña de azúcar de la tierra ancestral de los guaraníes hasta que las autoridades brasileñas delimiten completamente la zona como territorio indígena.
El director de Survival International, Stephen Corry, ha declarado: “Gran parte de los biocombustibles de Brasil están manchados de sangre indígena. Los que lo utilizan deberían ser conscientes de que su mal llamada opción ‘ética’ está contribuyendo a la muerte y la destrucción total de los indígenas guaraníes. Bunge debe seguir los pasos de Shell y abandonar la tierra guaraní, sin excusarse en que está esperando al reconocimiento oficial de la tierra, que podría llevar décadas”.
Redacción
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