NATALIA
MARTÍN CANTERO 01 DE MARZO DE 2013
En
la serie de televisión de los años 90 Doctor
en Alaska aparecía un hombre confinado en una burbuja de plástico a causa de
una extraña enfermedad que le producía rechazo hacia casi cualquier
cosa fabricada durante el siglo XX. Si este personaje ultra sensible
entrase hoy en una casa normal y corriente, en una tienda o en un
edificio público, seguramente le daría un telele.
Las
personas muy sensibles a la sobreexposición de radiaciones están
comenzando a aparecer en un entorno saturado por, entre otras cosas,
los
router
Wifi y la telefonía móvil. “Tan
importante como la alimentación o el ejercicio es el lugar donde
vivimos”, señala Fernando Pérez, de Geosánix, una empresa
especializada en
evaluar
los tóxicos ambientales y radiaciones naturales y artificiales en
cualquier inmueble o terreno.
Es
importante recordar que las
radiaciones no son percibidas por los sentidos. No
se pueden tocar, no se ven, no huelen y no se sienten, por lo que no
hay que esperar ningún tipo de manifestación externa. Las
radiaciones naturales proceden de la actividad geofísica en la
corteza terrestre (un curso de aguas subterráneas, por ejemplo),
mientras que las artificiales pueden proceder de las
antenas
y aparatos de telefonía móvil, los dispositivos inalámbricos de
tipo Wifi,
los transformadores de los electrodomésticos o el alumbrado urbano,
entre otros lugares.
Numerosos
estudios
relacionan una prolongada exposición a radiaciones diversas con el
agotamiento de los sistemas de autorregulación de los seres vivos.
Entre los síntomas más comunes en una primera fase se encuentra
la
dificultad para conciliar el sueño o dolores de cabeza. Cuando
la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció el año pasado
que los teléfonos móviles pueden
causar cáncer
sembró
todavía más incertidumbre sobre los peligros
de los campos electromagnéticos.
Entonces
la OMS constató que en algunos ensayos hubo un aumento de gliomas
(un tipo de tumor cerebral muy poco frecuente) que se "puede
atribuir" al uso de estos aparatos, y que "hay
que seguir investigando".
“Existe
una gran desinformación al respecto. Y
sin información sobre cómo puede afectar a nuestra vida, ¿hasta
dónde podemos exponernos?”, señala Pérez. “El Wifi es
imparable, y se aplica a todo lo que concierne a nuestra vida.
Posiblemente pronto llegará a otros dispositivos. La pregunta es, ¿a
qué nivel de radiación nos estamos exponiendo?
Estamos ante algo muy nuevo. Todavía tenemos que aprender a manejar
los riesgos”.
Si
se trata de poner límites, hay que comenzar por el dormitorio, el
espacio donde pasamos más tiempo. La precaución más básica es
desenchufar
el router y apagar el móvil que mucha gente tiene por costumbre
dejar en la mesilla de noche. Otras
recomendaciones menos conocidas pero igualmente importantes son
evitar colocar en la pared contigua un electrodoméstico ya que, aun
estando apagado, emite radiaciones que traspasan la pared. Tampoco
es conveniente poner a cargar el móvil cerca de la cama,
ni usar un radio-despertador.
Entre los clientes de Pérez se
encuentran personas con problemas como insomnio o fatiga crónica
que, tras hacerse todo tipo de pruebas médicas, recurren a esta
empresa como último recurso. Este es el caso de un matrimonio de
Córdoba que, según señala, tenía tantos problemas para dormir que
decidió pasar las noches en un hotel. Tras acudir a la vivienda, los
técnicos descubrieron que el problema se encontraba en las
estructuras metálicas del propio edificio. “El uso de las
estructuras metálicas se ha incrementado tanto en los últimos años
que a veces no conseguimos encontrar el norte en las casas”,
indica.
El
matrimonio de Córdoba terminó mudándose a otra vivienda, pero
normalmente no hace falta llegar tan lejos. Aunque, como hemos dicho
anteriormente, existe una gran desinformación sobre este tema, el
siguiente decálogo
de salud geoambiental
podría ayudar a resolver problemas de sueño o fatiga si no se han
encontrado otras causas aparentes que los causen:
1.
Alta permanencia. Evita
situar tu lugar de descanso o de trabajo sobre zonas con alteraciones
geofísicas que alteran los campos magnéticos naturales en la
superficie y provocan inestabilidad e intensa radiación terrestre.
Los lugares donde pasas más horas al día deben estar libres de
radiaciones naturales.
2.
Descanso. Si
has experimentado un caso de imsomnio o dolor de cabeza sin saber la
causa puedes probar a no colocar en la mesilla de noche aparatos
eléctricos como radio-despertadores, lámparas halógenas con
transformador o teléfonos inalámbricos. Además, en esos casos se
recomienda no poner el móvil a cargar al lado de tu cama.
3.
Móviles.
Al hablar por el móvil, hazlo con el manos libres; si evitas
colocarte el aparato al lado del cerebro, estarás protegiéndote de
sus radiaciones. Conecta el bluetooth o el wifi sólo cuando lo
necesites. Procura que los niños no usen los móviles. Puedes leer
más recomendaciones sobre el uso del móvil aquí.
4.
Electrodomésticos. La
lavadora, microondas, horno, caldera, cocinas de inducción o
vitrocerámica no deben estar en la pared contigua a la cabecera de
tu cama. Aun estando apagados, emiten radiaciones que traspasan la
pared.
5.
Instalación eléctrica. Comprueba
que el cableado no emite más radiaciones de lo estrictamente
necesario y que las tomas de tierra funcionan bien.
6.
Tecnologías inalámbricas.
Las tecnologías sin cables, como los teléfonos inalámbricos DECT o
los routers wifi, saturan nuestro entorno de radiaciones. Elige
preferiblemente tecnologías con cable y, si la tecnología
inalámbrica te resulta imprescindible, siempre coloca las fuentes de
radiación lejos de los lugares de alta permanencia.
7.
Gas radón. Cuando
decores tu casa, evita el uso de basaltos o granitos, algunas
cerámicas y ciertos tipos de gres, que pueden ser fuente de gas
radón. Si el inmueble tiene estos materiales, asegúrate de que hay
una buena ventilación.
8.
Antenas y cables. Antes
de adquirir una nueva vivienda u oficina, vigila que no haya cerca
antenas de telecomunicaciones o de teléfonos móviles, líneas de
alta tensión, tendido eléctrico o transformadores urbanos.
9.
Electricidad estática. Evita
el uso excesivo de materiales sintéticos: moquetas, tejidos,
encimeras de cocina, mobiliario, etc. Coloca humidificadores y
utiliza preferentemente materiales naturales.
10.
Edificios inteligentes. Los
lugares cerrados con ventanas impracticables, suelos o techos
técnicos y aires acondicionados son caldo de cultivo de bacterias y
hongos por el aumento de la ionización positiva del aire. Hace falta
una buena ventilación y utilizar ionizadores para mejorar la calidad
del ambiente.
@nataliamartin es periodista. Si
quieres ponerte en contacto con ella escribe a
natalia@vidasencilla.es
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