Richard J. Roberts denuncia la forma en
la que operan las grandes farmacéuticas dentro del sistema
capitalista, anteponiendo los beneficios económicos a la salud y
deteniendo el avance científico en la cura de enfermedades porque
curar no es tan rentable como la cronicidad.
¿La investigación se puede
planificar? - Si yo fuera ministro de Ciencia, buscaría a gente
entusiasta con proyectos interesantes; les daría el dinero justo
para que no pudieran hacer nada más que investigar y les dejaría
trabajar diez años para sorprendernos.
- Parece una buena política. - Se
suele creer que, para llegar muy lejos, tienes que apoyar la
investigación básica; pero si quieres resultados más inmediatos y
rentables, debes apostar por la aplicada…
- ¿Y no es así? - A menudo, los
descubrimientos más rentables se han hecho a partir de preguntas muy
básicas. Así nació la gigantesca y billonaria industria biotech
estadounidense para la que trabajo.
- ¿Cómo nació? - La biotecnología
surgió cuando gente apasionada se empezó a preguntar si podría
clonar genes y empezó a estudiarlos y a intentar purificarlos.
- Toda una aventura. - Sí, pero nadie
esperaba hacerse rico con esas preguntas. Era difícil obtener fondos
para investigar las respuestas hasta que Nixon lanzó la guerra
contra el cáncer en 1971.
- ¿Fue científicamente productiva? -
Permitió, con una enorme cantidad de fondos públicos, mucha
investigación, como la mía, que no servía directamente contra el
cáncer, pero fue útil para entender los mecanismos que permiten la
vida.
- ¿Qué descubrió usted? - Phillip
Allen Sharp y yo fuimos premiados por el descubrimiento de los
intrones en el ADN eucariótico y el mecanismo de gen splicing
(empalme de genes).
- ¿Para qué sirvió? - Ese
descubrimiento permitió entender cómo funciona el ADN y, sin
embargo, sólo tiene una relación indirecta con el cáncer.
- ¿Qué modelo de investigación le
parece más eficaz, el estadounidense o el europeo? - Es obvio
que el estadounidense, en el que toma parte activa el capital
privado, es mucho más eficiente. Tómese por ejemplo el espectacular
avance de la industria informática, donde es el dinero privado el
que financia la investigación básica y aplicada, pero respecto a la
industria de la salud… Tengo mis reservas.
- Le escucho. - La investigación en la
salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad
económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no
siempre es bueno para las personas.
- Explíquese. - La industria
farmacéutica quiere servir a los mercados de capital…
- Como cualquier otra industria. - Es
que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra salud
y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.
- Pero si son rentables, investigarán
mejor. - Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por
servir a los seres humanos.
- Por ejemplo… - He comprobado como
en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados
hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por
completo con una enfermedad…
- ¿Y por qué dejan de investigar? -
Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en
curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación,
de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no
curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen
experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el
medicamento.
- Es una grave acusación. - Pues es
habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de
investigación no para curar sino sólo para cronificar dolencias con
medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan
del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el
análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo
que digo.
- Hay dividendos que matan. - Por eso
le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede
entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo
que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos
fácil que propicie ese tipo de abusos.
- ¿Un ejemplo de esos abusos? - Se han
dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y
curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos,
los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la
tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está
resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas.
- ¿No me habla usted del Tercer Mundo?
- Ése es otro triste capítulo: apenas se investigan las
enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las
combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de
nuestro Primer Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable y
por eso no investigan en ella.
- ¿Los políticos no intervienen? - No
se haga ilusiones: en nuestro sistema, los políticos son meros
empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para
que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son
elegidos.
- De todo habrá. - Al capital sólo le
interesa multiplicarse. Casi todos los políticos – y sé de lo que
hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas
que financian sus campañas. Lo demás son palabras…
Biografía
Richard J. Roberts nació en Derby,
Inglaterra, en 1943. Estudió inicialmente Química, posteriormente
se traslada a Estados Unidos, donde desarrolla actividad docente en
Harvard y en el Cold Spring Harbor Laboratory de Nueva York. Desde
1992 dirige los trabajos de investigación del Biolabs Institute, de
Beverly, (Massachusetts).
Obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y
Medicina en 1993, compartido con Phillip A. Sharp, por su trabajo
sobre los intrones, fragmentos de ADN que no tiene nada que ver con
la información genética. Pudieron describir que la información
depositada en un gen no estaba dispuesta de forma continua, sino que
se encontraba fraccionada.
Los primeros experimentos los
realizaron sobre material genético de virus, particularmente de
adenovirus.
Ambos llegaron a la conclusión de que
el ARN ha tenido que preceder en la evolución al ADN.
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