Según un artículo publicado durante
junio de 2014 por el portal inglés “The Independent”, un
importante estudio realizado por investigadores del Instituto
Karolinska en Suecia concluyó que las personas que evitan tomar sol
durante el verano tienen el doble de probabilidades de morir
que aquellas que toman el sol todos los días.
El estudio epidemiológico siguió a
30.000 mujeres de más de 20 años y mostró que la mortalidad fue
casi el doble en el grupo de mujeres que evitan la exposición al sol
en comparación con el grupo de mayor exposición.
Los investigadores llegaron a la
conclusión de que el dogma convencional que aconseja evitar el sol y
cubrirse en protector solar para reducir al mínimo la exposición al
sol, está teniendo un impacto más bien negativo.
Este impacto negativo se debe a que
evitar el sol en general se combina con el uso excesivo de protector
solar, el cual bloquea la capacidad del cuerpo para producir vitamina
D3. Esta vitamina es generada por el cuerpo a base de los rayos UV
del sol y es por lejos el formato más
beneficioso de vitamina D.
Hoy en día, en los EEUU, la
deficiencia de vitamina D se encuentra en niveles de epidemia e
irónicamente, la deficiencia de vitamina D puede conducir a formas
agresivas de cáncer de piel. Un estudio publicado en Cancer
Prevention Research
el año 2011, sugiere que la vitamina D en niveles óptimos en la
sangre, ofrece protección contra las quemaduras solares e incluso
ante el cáncer de piel.
Además, la vitamina D protege el
cuerpo de enfermedades tales como la esclerosis múltiple, el
raquitismo (en los jóvenes), la tuberculosis, enfermedades
inflamatorias del intestino, diabetes tipo 1, artritis y el síndrome
de Sjogren.
De acuerdo al Consejo de la Vitamina D,
los investigadores de la Universidad de Alabama en Birmingham
informaron recientemente que “la falta de exposición al sol puede
conducir a un deterioro cognitivo en el tiempo.”
Un dermatólogo disidente
Bernard Ackerman (fallecido el 2008)
fue una de las primeras autoridades del mundo sobre el tema de cáncer
de piel, el sol, protectores solares y los riesgos de melanoma.
A continuación se presentan las
opiniones de Ackerman extraídas de un artículo en The New York
Times (20 de julio, 2004), titulado “No estoy de acuerdo; Un
dermatólogo que no tiene miedo de sentarse en la playa”:
“La relación entre el melanoma y la
exposición al sol (el dogma de la dermatología) no está
comprobado. Actualmente no hay pruebas concluyentes de que las
quemaduras de sol produzcan cáncer. No hay ninguna prueba real de
que los bloqueadores solares protejan a la piel del melanoma. No hay
pruebas de que el aumento de la exposición al sol aumente el riesgo
de melanoma”.
Por otro lado, un estudio realizado en
Suecia el año 2000, llegó a la conclusión de que las tasas más
altas de melanoma predominan en las personas que usan protector
solar.
Los bloqueadores solares: los riesgos
biológicos que causan cáncer
La Dra. Elizabeth Plourde es una
científica de California autora del libro Sunscreens - Biohazard:
Treat as Hazardous Waste (Bloqueadores Solares – Peligro Ambiental:
Tratar como desecho peligroso), que documenta los graves peligros que
constituyen los bloqueadores solares para las personas y el medio
ambiente.
Plourde demuestra que el melanoma
maligno y otros tipos de cáncer a la piel incrementaron
significativamente con el uso de bloqueadores solares durante un
período de 30 años. Ella enfatiza que muchos bloqueadores solares
contienen productos químicos que son carcinógenos conocidos y
disruptores endocrinos.
La investigación de la Dra. Plourde en
ratones reveló un aumento de mortalidad tanto en crías como en
adultos, así como problemas reproductivos en las generaciones
posteriores.
Además, su libro documenta cómo los
productos químicos de protección solar han contaminado las fuentes
de agua de nuestro planeta, incluyendo océanos, ríos y el agua
potable doméstica. Peor aún, pruebas revelaron que el 97% de los
estadounidenses contienen químicos de protección solar en la
sangre.
El libro del Dra. Plourde también
tiene un capítulo dedicado a la importancia de la vitamina D3 para
la salud, y se postula que la deficiencia de vitamina D3 generalizada
está vinculada al uso excesivo de la protección solar combinado con
evitar la exposición al sol en general.
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