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Existen
individuos cual audacia y temeridad inspiran respeto. Como afrentas
al destino que repelen la niebla de la fatalidad. Yacouba
Sawadogo es
uno de ellos. Cuando en los años 1970, las poblaciones de Burkina
Faso huyen del avance del desierto
y
su procesión de tierras estériles, este paisano nativo del pueblo
de Gourga sólo tiene un objetivo en mente: repoblar la región. Es
decir, lograr lo imposible a los ojos de muchos. Decidido a que
crezcan semillas en un suelo afectado por la sequía, el hombre va a
poner al día una técnica de agricultura
tradicional.
Rendimientos
cuadruplicados
Llamado
Zaï, el método consiste en cavar hoyos de unos 20 centímetros para
depositar estiércol y compost al lado de las semillas. Después de
tres años de experimentación con diversas técnicas, el treintañero
obstinado de entonces cree firmemente en las promesas del Zaï. Y
acertará. Desde las primeras lluvias, el resultado es evidente. Los
rendimientos se multiplican por dos, hasta por cuatro. Yacouba tiene
éxito ahí dónde la máquina de la ayuda al desarrollo lucha desde
hace décadas. Lejos de enorgullecerse de este éxito, coge su moto y
se va a recorrer los caminos de Burkina Faso para enseñar el Zaï a
los agricultores.
Plantar
árboles
Él
que se conoce como “el hombre que paró al desierto”
tuvo con Ali Ouédraogo el ingenio para mejorar el método ancestral
mediante la plantación de árboles.
Las plantas ayudan a mantener la humedad del suelo y favorecen la
infiltración natural del agua. “La gente pensaba que estaba loco
cuando empecé a plantar estos árboles”, indica Yacouba
Sawadogo,
“es ahora cuando se dan cuenta de los beneficios del bosque.”
Éxito
en el Sahel
Tal
y como Elzéard Bouffier de Jean Giono, el hombre con ahora 66 años
plantó así 30 hectáreas de bosques. Una cubierta vegetal hecha de
especies locales. El Zaï ya cruzó las fronteras del Burkina, y da
ejemplo desde entonces en 8 países del Sahel. Hasta la fecha, el
método ancestral mejorado permitió rehabilitar más de 3 millones
de hectáreas de suelos
estériles,
en la tierra de los hombres íntegros.
La
mejora de los rendimientos generó mayores ingresos para los
agricultores, puso freno al éxodo rural y fortaleció el nivel de
autosuficiencia alimentaria. Con el apoyo de los expertos
internacionales, Yacouba
Sawadogo fórmula
hoy un deseo a nuestros colegas de Rue 89: “Me gustaría que la
gente tuviera el valor de crecer a partir de sus raíces.”
Más
detalles con imágenes a través de este documental sobre Yacouba
Sawadogo,
por Marcos Dodd:
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