- La exposición al DDT y otros herbicidas, así como la quema de residuos o las emisiones de refinerías, pueden provocar desde alteraciones en la conducta hasta cáncer
- Termómetro económico y social deAmérica
MARY STOKES Buenos Aires 31 OCT 2014
Piense en la palabra contaminación.
Seguro que le evoca emisiones de los coches, grandes sábanas de humo
de las fábricas, basura tirada en las calles o ríos de su ciudad, y
muchos otros actos deliberados que afectan nuestro medio ambiente.
Pero hay una contaminación que es aún
más nociva, y casi invisible: se trata de la acción de los llamados
Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP), que afectan de manera
sostenida y subrepticia al medio ambiente y la salud humana.
A los más peligrosos se les cataloga
como la “docena sucia”, entre ellos el insecticida DDT y otros
herbicidas utilizados para controlar a portadores de enfermedades,
como los mosquitos. Clasificados así en 2004, estos 12 químicos
fueron los primeros compuestos tóxicos persistentes en ser
controlados por el Convenio de Estocolmo. Desde entonces, otras 11
sustancias han sido añadidas a la lista con lo que el total suma 23.
Aunque por falta de monitoreo es difícil precisar el volumen de
estos contaminantes en el medio ambiente, ciertos datos comprobados
dan una idea del fenómeno. De acuerdo a la UNEP, más de 90% de las
muestras de agua y peces tomadas de entornos acuáticos, están
contaminadas por pesticidas. Mientras tanto, en el campo, un 3% de
los trabajadores agrícolas del mundo sufren cada año algún
episodio de envenenamiento agudo a causa de herbicidas.
En América Latina estas sustancias
tóxicas son bien conocidas. Toda la región, menos Granada, ya ha
firmado el Convenio, pero incluso hasta la década de los 90, se
seguía usando DDT para combatir plagas en Centroamérica y México.
Hoy en día, la emisión de tales
químicos es más casualidad que a propósito: mayormente se liberan
emisiones por quemar los desechos, los residuos agrícolas o a través
de las centrales eléctricas o refinerías de petróleo, afectando a
millones de personas.
Entrevistamos al experto Ibrahima Sow,
del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF por sus siglas eninglés), sobre estos contaminantes y qué falta hacer para que
desaparezca su uso.
Pregunta: ¿De qué productos químicos
se trata?
Respuesta: Los COP son sustancias
químicas bioacumulativas y persistentes que pueden desplazarse a
grandes distancias de sus fuentes de origen. El Convenio de Estocolmo, en principio, identificó 12 químicos, que fueron
llamados la docena sucia. Estos son: aldrina, clordano, dicloro
difenil tricloroetano (DDT), dieldrina, endrina, heptacloro,
hexaclorobenceno, mirex, toxafeno, bifenilos policlorados, dioxinas
policloradas y furanos policlorados. Desde entonces, otros 11 COP han
sido agregados a la lista. Se trata de tres categorías: Pesticidas,
compuestos y químicos industriales y subproductos resultantes de
procesos de combustión.
P: ¿Cuáles son los efectos de largo
plazo en la salud?
R: Los COP se disuelven fácilmente en
las grasas, pero no en el agua. Por lo tanto, una vez que son
ingeridos, son difíciles de excretar. También, los COP no son
biodegradables, lo cual significa que se acumulan biológicamente en
un organismo, especialmente en sus tejidos grasos, y se incrementan a
medida que avanzan en la cadena alimentaria. Los seres humanos, por
ende, pueden acumular una alta carga de COP en sus cuerpos al comer
pescado, carne y productos lácteos contaminados.
Las dioxinas y los furanos se
encuentran entre las sustancias más tóxicas conocidas por la
ciencia y han sido clasificadas como cancerígenas para las personas
por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la
Organización Mundial de la Salud. La exposición a estos productos
químicos se asocia al déficit en la capacidad intelectual, el
aumento de la prevalencia de la depresión y la introversión, los
efectos adversos en la habilidad de los niños de prestar atención y
el incremento en la hiperactividad.
Cuando los COP son usados como
pesticidas, los residuos contaminan los cultivos y a quienes los
comen. La exposición crónica a los pesticidas que son COP puede
tener consecuencias de largo plazo en la salud, tales como diferentes
tipos de cáncer, alteraciones en el sistema endocrino y hormonal,
trastornos reproductivos, trastornos neurológicos y en el
comportamiento, la enfermedad de Parkinson, defectos de nacimiento,
enfermedades respiratorias y funcionamiento anormal del sistema
inmunológico.
P: ¿En qué industrias y usos son más
frecuentes estos contaminantes?
R: Los COP constituyen una pequeña
parte del total de los pesticidas, sin embargo aún están siendo
usados en muchos países para controlar a portadores de enfermedades,
como los mosquitos o las termitas. El DDT, por ejemplo, ha sido
empleado ampliamente como un insecticida y en algunos países se
puede usar legalmente solo para el control de los portadores de
enfermedades, pero quizás también en algunos casos podría estar
siendo ilícitamente empleado en la agricultura.
Las dioxinas y los furanos no son
producidos de manera intencional sino que son subproductos de
procesos de combustión y reacciones químicas cuando hay presencia
simultánea de materia orgánica y cloro.
Los bifenilos policlorados (PCB) son
aceites y sustancias sólidas que no tienen sabor ni olor, y fueron
desarrollados en 1929 para ser usados en los refrigerantes, aceites
aislantes y lubricantes, entre otros. Los PCB también pueden ser
producidos de manera no intencional durante la incineración de
desechos peligrosos municipales y de hospitales, entre otras
reacciones químicas.
P: ¿Cuáles son los principales
desafíos para reducir su uso?
R: A pesar de los esfuerzos realizados
todavía hay mucho por hacer. Una importante cantidad de químicos
—PCB, DDT y pesticidas obsoletos incluidos en la lista original de
12 COP— está almacenada a la espera de ser eliminada en los países
que reúnen los debidos requisitos.
Para lograr la limpieza y la reducción
a una escala que permita proteger tanto la salud humana como el medio
ambiente, se deben movilizar recursos presupuestarios de los
gobiernos, así como incentivar al sector privado de modo que aumente
su aporte a la eliminación y disminución de los productos químicos
y residuos nocivos.
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