ESTA PRÁCTICA CAUSA 200.000 MUERTES AL
AÑO
Miguel Ayuso 12/02/2015
De un tiempo a esta parte la industria
farmacéutica parecía intocable. Sí, se habían cometido
irregularidades, pero la mayoría de la población seguía pensando
que, al fin y al cabo, los medicamentos hacían nuestra vida mejor.
Ya no es así. Médicos de renombre como Ben Goldacre, Allen Frances
o Peter C. Gøtzsche han escrito libros sobre las prácticas sucias
de las farmacéuticas, a las que acusan sin tapujos de causar más
muertes que los cárteles de la droga.
Estos libros han tenido un importante
impacto mediático pero, nos guste o no, para que una denuncia sea
compartida por la mayor parte de la ciudadanía tiene que llegar al
medio de masas por excelencia: la televisión. El pasado domingo el
cómico John Oliver –que podría pasar por el Jordi Évole
estadounidense– dedico su late show (Last Week Tonight) a denunciar
las siniestras prácticas de las farmacéuticas en EEUU y, en
concreto, a la forma en que estas presionan a los médicos para que
receten sus productos.
El 70% de los estadounidenses están
tomando un medicamento con receta y más de la mitad toman dos, lo
que conlleva un gasto de 2.000 euros de media por persona al año
En Europa, desde 1994, está prohibido
anunciar medicinas que se venden con receta. Las compañías pueden
promocionar sus productos entre los médicos, pero con límites. Los
doctores tienen prohibido recibir a cambio regalos, primas, promesas
de incentivos económicos y en especie, así como más de 10 muestras
gratuitas de producto por medicamento y año.
Nada de esto ocurre en EEUU, que
afronta un gravísimo problema de sobremedicación. Como ha explicado
Oliver en su programa, el 70% de los estadounidenses están tomando
un medicamento con receta y más de la mitad toman dos, lo que
conlleva un gasto de 2.000 euros de media por persona al año. Estos
medicamentos en muchos casos no sólo son innecesarios, sino que
además son peligrosos. Según investigaciones de Peter C. Gøtzsche,
la prescripción de medicamentos causa cerca de 200.000 defunciones
en EEUU todos los años.
Bombardeo publicitario
Como asegura Oliver, en EEUU es
imposible escapar de los anuncios de fármacos. “Ahora bien
–puntualiza–, los medicamentos no son como cualquier producto,
pues necesitas que alguien te dé permiso para tomarlos y es por lo
que todos los anuncios acaban siempre con la misma frase: pregunta a
tu médico”.
Las compañías farmacéuticas, explica
el cómico metido a periodista, saben que los médicos tienen el
poder real a la hora de recetar sus medicamentos; por eso, frente a
los 4.000 millones de dólares que gastan al año en anunciar sus
fármacos al gran público, emplean 24.000 millones para promocionar
sus productos entre los profesionales sanitarios.
9 de cada 10 grandes farmacéuticas
gastan más en 'marketing' que en investigación
Un análisis realizado en 2013 por la
BBC aseguraba que 9 de cada 10 grandes farmacéuticas gastan más en
marketing que en investigación. “Las compañías farmacéuticas
son como los novios del instituto –sentencia Oliver–. Están
mucho más preocupados por meterse dentro de ti que por ser efectivos
una vez que lo logren”.
Como reconocía en una entrevista
Raymond Gilmartin, exdirector ejecutivo de Merck, “el precio de los
medicamentos no está determinado por los costes de investigación.
Lo que lo determina, en su lugar, es el valor que tienen en cuanto a
su capacidad de evitar y tratar una enfermedad o dolencia concreta”.
En definitiva, los medicamentos valen lo que la sociedad está
dispuesta a pagar por ellos. Por eso el marketing es tan importante:
es necesario convencer a médicos y pacientes de que se debe usar
determinado fármaco. Y en ello vuelcan las farmacéuticas todos sus
esfuerzos.
Oliver asegura que es muy difícil
averiguar cómo se gasta todo ese dinero dedicado a marketing, pues
se hace todo de forma opaca, y sólo se vislumbran pequeños detalles
sobre determinados casos, años después de que ocurran. En 2012 el
Gobierno estadounidense resolvió el caso de Advir, un medicamento
para paliar el asma en niños que fue acusado de
marketingirresponsable, así que pudimos ver, por primera vez, el
vídeo de la presentación del medicamento en 2001, en una convención
comercial.
El cómico bromea con el hecho de que
la presentación del medicamento parece un espectáculo como los que
se realizan antes de los partidos de la NBA, pero lo más grave es lo
que le dice a los médicos el representante de la compañía
farmacéutica: “Hay gente en esta habitación que va a ganar una
increíble suma de dinero vendiendo Advir, y sabéis quienes sois”.
La salud es lo último que importa
En España, desde 2001, los médicos de
la Seguridad Social no pueden recetar marcas concretas, tan sólo el
principio activo, lo que limita bastante la actividad de los
visitadores médicos. Pero en EEEU vale todo. Oliver es enormemente
duro con los representantes comerciales de las farmacéuticas, que,
asegura, no tienen ni idea de lo que están vendiendo. En el programa
un visitador explica cómo fue su primera sesión de formación:
“Estaba en una habitación con 21 compañeros de clase y dos
profesores, y era el único que tenía formación científica. De
hecho, el primer día explique a mi clase y a los profesores el
proceso básico por el que dos neuronas se comunican”.
“Así que, esencialmente, los
representantes de las farmacéuticas son como los personajes de
Anatomía de Grey: jóvenes, atractivos y sin idea de medicina”,
bromea Oliver.
No puedes darle a la gente medicamentos
potencialmente peligrosos y ver qué pasa; eres una compañía del
Fortune 500, no un camello en una 'rave'
Es de esperar que muchos médicos sepan
que los visitadores sólo quieren vender sus productos y les preocupa
poco la conveniencia y efectividad de estos, pero muchos otros se
dejan llevar. Así se sincera otra representante farmacéutica en el
programa: "Tenía un médico que siempre me presentaba el
historial de los pacientes difíciles y me decía ‘Kathleen, he
probado esto, lo otro, qué me recomiendas para ajustarlo’. Me
quedaba pensando, ‘qué haces preguntándome lo que tienes que
prescribir, tú eres el médico'”.
El comportamiento de muchas
farmacéuticas en EEUU se parece mucho al del crimen organizado. En un
vídeo del programa, un visitador médico explica que su compañía
pagaba a las farmacias para saber perfectamente lo que estaba
recetando cada doctor y si estaban firmando muchas recetas de los
competidores se lo hacían saber.
Con este nivel de presión no es de
extrañar que las farmacéuticas hayan traspasado varias veces la
línea roja presionando a los doctores para que recetaran
medicamentos para usos que no estaban aprobados por la Administración
de Alimentos y Medicamentos (FDA). Es lo que ocurrió con Seroquel,
un medicamento de AstraZeneca: un antipsicótico con peligrosos
efectos secundarios que sólo debía usarse para tratar la
esquizofrenia o el trastorno bipolar y se recetó para tratar el
insomnio, la depresión y la demencia. “No puedes darle a la gente
medicamentos potencialmente peligrosos y ver qué pasa, eres una
compañía del Fortune 500, no un camello en una rave”, bromea
Oliver. Pero el asunto no tiene ninguna gracia.
AstraZeneca negó que hubiera actuado
con mala praxis, pero pagó 500 millones de dólares para cerrar el
caso. No es un comportamiento aislado. Como denunció Oliver en su
programa, la mayor parte de las grandes farmacéuticas ha pagado
cantidades similares para llegar a acuerdos judiciales. Johnson &
Johnson tuvo que pagar 2.200 millones, Eli Lilly 1.400 millones,
Voice 2.300 millones y GSK pagó la cifra record de 3.000 millones de
dólares para zanjar el caso en el que se les acusaba, entre otras
cosas, de promocionar su antidepresivo Wellbutrin para usos no
aprobados como tratar las canas y la disfunción sexual.
.@LastWeekTonight
cites us on pharmaceutical co.s spending billions to market drugs todocs https://t.co/CJ3N6u8Pqw, pic.twitter.com/A10IPj2klQ
— ProPublica
(@ProPublica) febrero 9, 2015
Corrupción entre los médicos
Debido a este tipo de prácticas no es
de extrañar que muchos médicos honrados se nieguen a recibir a los
visitadores médicos, pero las compañías tienen otros recursos:
como pagar a otros médicos para que convenzan a sus compañeros.
“Suena ridículo”, asegura Oliver, “pero no tan ridículo como
el título que les proponen utilizan para elevar su ego”. Como
explicó Angie Maher, una informante de una compañía farmacéutica,
en un informativo de la CNN, “las farmacéuticas le dicen a los
médicos que su compañía les ha identificado como un líder de
opinión y les proponen ser líderes de opinión de su farmacéutica.
La mayoría de las veces dicen que sí”.
Desde principios de año una nueva
cláusula en la Affordable Care Act permite a todos los ciudadanos
estadounidenses mirar en una página web qué gratificaciones dan las
farmacéuticas a los médicos
Como explicaba el psiquiatra Allen
Frances a El Confidencial, muchos médicos le bailan el agua a las
farmacéuticas sin ser conscientes de ello: “Esta colosal industria
está lavando el cerebro a todo el mundo para que tomen pastillas,
aunque no las necesiten”. Y el doctor Jerry Avorn, profesor de la
Harvard Medical School, que ha participado en el programa de Oliver,
apuntala esta idea: “En muchos casos el contenido y el guion que
preparan las farmacéuticas para que los médicos impartan en sus
conferencias (que ellas están pagando) está camuflado como algo que
no han hecho directamente las farmacéuticas. Pero no es cierto”.
Debido a la intensificación de las
críticas, la industria farmacéutica en EEUU está tratando de lavar
su imagen. Las compañías aseguran que ya no pagan “líderes de
opinión” y que se están reformando, y los políticos, que hasta
la fecha no habían movido un dedo, parecen ahora dispuestos a
presionar a las farmacéuticas.
La senadora demócrata Elizabeth Warren
anunció el pasado mes un nuevo proyecto de ley, la Medical
Innovation Act, que asegura solucionará dos grandes problemas: la
disminución de la inversión pública en la investigación médica y
las prácticas ilegales de las grandes farmacéuticas. La ley, que se
está debatiendo ya en el senado, pretende usar el dinero de las
multas impuestas a las grandes farmacéuticas por sus prácticas
ilegales para financiar proyectos de investigación de los Institutos
Nacionales de Salud (NIH) y la Administración de Alimentos y
Medicamentos (FDA).
Esta no es la única iniciativa del
Gobierno estadounidense para limitar el poder de las farmacéuticas. Desde principios de año una nueva cláusula en la Affordable Care
Act permite a todos los ciudadanos mirar en una página web qué
gratificaciones dan las farmacéuticas a los médicos. De momento
sólo cubre las dádivas obtenidas en los cinco últimos meses de
2013, pero ahora todos los estadounidenses pueden saber si su médico
es honrado o, como denunciaba ProPublica, gana un millón de dólares
al año por dar charlas promocionales.
Habrá que esperar para ver si la
iniciativa tiene éxito, pero como aseguraba Gøtzsche es necesario
un gran esfuerzo político y ciudadano para que las cosas cambien:
“La situación en la que estamos ahora es similar a la que vive un
pueblo cuando ha permitido a la mafia ser tan poderosa que ha logrado
comprar a todo el mundo, incluidos los políticos, el alcalde y la
policía. En una situación así es increíblemente difícil dar
marcha atrás”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario