Vicente García padece
electrosensibilidad y tiene que llevar una vestimenta
adecuada para su enfermedad. | MAURICIO
PEÑA
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Fulgencio Fernández | 08/11/2015
Vicente García Padece
electrosensibilidad. Camina por calles "que las ondas
electromagnéticas" le permiten, entra en bares sin wifi... Padece hipersensibilidad a las ondas. "Ya nadie nos hace ni
puñetero caso”
Vicente García camina con su
tradicional sombrero, "un tipo elegante", piensas y se lo
dices. Se lo quita, lo posa boca arriba y ves que el interior va
protegido por una malla metálica. Y cuando coge confianza te enseña
los calzoncillos marianos que siempre lleva, especiales, por el
exterior parecen aquellos históricos calzoncillos para soportar el
duro invierno, pero él también los lleva en verano pues llevan en
su interior otra redecilla metálica. Y su casa está forrada, y las
cortinas también tienen redecilla... Y cuando entra en un bar y ve
el tradicional cartel de "Hay wi-fi" huye como alma que le
lleva el diablo...
- Estoy viendo que voy a acabar poniendo una
armadura de esas metálicas. Cuando salen las fotos de esos ritos de
los Templarios en Ponferrada paso una envidia de sus trajes; bromea
este leonés que, sin embargo, lleva sobre sus espaldas una larga
serie de sufrimientos.
Huye de estos lugares por su bien y el de
su salud pues Vicente García padece hipersensibilidad a las ondas
electromagnéticas y tiene "enemigos" a la vuelta de
cualquier esquina: calles con antenas de telefonía, bares con
wi-fi, la moda de los ayuntamientos de crear wi-fi libre en plazas y
edificios públicos, microondas, teléfonos móviles, teléfonos
inalámbricos...
- Ya sé que para alguna gente soy un pejigueras,
pero no deseo que pasen lo que yo he pasado y paso, pero sobre todo,
sólo pretendo alertar sobre una barbaridad que estamos cometiendo.
Mira, la Organización Mundial de la Salud, que tanto revuelo ha
armado con su informe de la carne, también recomienda que la
potencia recomendada en todos estos aparatos de los que hemos hablado
sea de 0.1 W/metro cuadrado y, ¿sabes cuánto es en España? pues
de 450; es decir, 4.500 veces lo permitido...
Paa salir a algún restaurante lo primero que valoro es que no tenga cobertura
Y después de explicarlo añade una
coletilla: "Pero no existimos, somos invisibles, nadie quiere
saber nada de nosotros ni de nuestro problema, yo he tenido médicos
que me lo han reconocido todo, que me han hablado de la relación
evidente con determinados tipos de cáncer pero si le dices que te lo
escriba...".
Él se defiende como puede. Siempre lleva a mano
un aparato de medir las radiaciones y éste es quien marca la ruta de
sus paseos por la ciudad. Y a la hora de salir a comer a algún
restaurante de la provincia el primer ‘parámetro’ que valora,
antes incluso que la cocina, es que no haya cobertura. "Cada vez
quedan menos".
Y su experiencia de tantos sufrimientos ha
hecho que lleve en su cabeza un ‘mapa’ de los lugares
recomendables y los imposibles para pasear por la ciudad. "La
Plaza Mayor la tengo vetada y hay calles en las que el nivel de
radiaciones desborda ‘por las ventanas’: El Barrio de San Pedro
es bastante malo en general; luego hay calles imposibles, como Padre
Isla u Ordoño II; también es terrible por las inmediaciones del
edificio de la Junta".
- Y no estoy hablando de política;
bromea, pero "aprovechando que el Pisuerga pasa por
Valladolid", añade que "estamos esperando que nos reciba
el alcalde o el consejero, en Castilla y León; y en Madrid tampoco
saben nada de la solicitud de entrevista con el ministro de Sanidad".
Cuando dice "estamos" se refiere a los miembros de Alcoe
(Asociación Leonesa Contra las Ondas Electromagnéticas), que vienen
trabajando en la concienciación de la población y para el próximo
día 24 anuncia una conferencia en la que participará Vicente
García, explicando su caso particular, muy significativo.
Vicente García usa sombrero y calzoncillos marianos, ambos revestidos con una malla metálica interior
Este ‘caso particular’ arranca
cuando ya hace unos cuantos años, de la noche a la mañana, Vicente
García comenzó a tener problemas muy serios: "Quedé
prácticamente inválido. No podía conducir, me costaba un triunfo
abrocharme un botón de la camisa y podía pasar tres cuartos de hora
para pelar una manzana, pues me resistía a que me lo hicieran, no
quería perder mi autonomía pero cada vez me encontraba peor, con
dolores, psoriasis, calambres en las piernas que me producían unos
dolores bestiales, se me rompían unas venillas...". Y comenzó
un largo calvario, de médico en médico, "uno me llegó a decir
que era el Síndrome de Guillain-Barré, por el que es el propio
cuerpo el que se ataca a sí mismo... Llegamos al convencimiento de
que se trataba de una fibromialgia y estoy convencido de que hay
mucha gente que le está pasando algo parecido".
- ¿Y cómo
llegó al diagnóstico de ser electrohipersensible?
- Pues leyendo
mucho, en todas partes, y cuando te pones en la pista recapacitas que
en el trabajo diario, en mi trabajo, me pasaba más de dos horas
diarias trabajando con el inalámbrico, pues me permitía moverme
mientras hablaba con el cliente... Y los inalámbricos son terribles,
cuando le dije al médico que también oía mal me miró en
profundidad y encontró un pequeño agujero en los huesecillos del
interior del oído, no se lo podía creer.
Y en esa batalla está.
"Mira yo ya me voy arreglando, con mi aparato para medir, con
mis corazas, con mis trucos como levantarme por la noche y estar 15
minutos debajo de una ducha fría... pero no podemos estar corriendo
peligros como los que corremos, dándole la espalda a enfermos, no
reconociendo sus minusvalías, es una locura seguir potenciado de una
manera brutal todas estas historias de móviles, inalámbricos,
antenas que se superponen unas a otras, habrá que ser racionales o
tendremos que creer que es evidente que hay grandes negocios que se
aúnan en una causa común, las telecomunicaciones, la energía y la
sanidad. Las telecomunicaciones y la energía son un gran negocio y
la enfermedad también", dice mucho más serio que cuando bromea
con corazas o sus marianos y añade algo que repite con cierta
frecuencia. "No estamos en contra de la tecnología, ni de los
avances científicos. No se trata, pues, de estar en contra del
progreso y la tecnología, sino de que ésta sea segura".
Hay calles por las que es un tormento pasar: la Plaza Mayor, en la Junta, Padre Isla, Ordoño o San Pedro
Y, como en tantos otros aspectos de la
vida diaria, recurre a las comparaciones con algunos países en los
que ya han empezado a tomarse estas cosas más en serio. "En
Suecia, es curioso que siempre acabemos en los mismos países cuando
se habla de estar adelantados, está reconocida como una discapacidad
funcional, como una enfermedad profesional, mientras que en España
tan solo hay un médico que te la diagnostique como enfermedad".
Pero también es optimista pues su lucha va ganando batallas: «En
Francia, hace dos meses, un juez concedió la primera invalidez
permanente a un enfermo de electrohipersensibilidad, creemos que abre
una puerta, ¿no estamos todos en Europa?
- ¿Y en España?
-
Ahora mismo lo está peleando una periodista madrileña, Minerva
Palomar, para ser la primera mujer en España que recibe una pensión
de por vida por hipersensiblidad electromagnética, pero que ya ha
asumido que tendrá que abandonar Madrid pues esta ciudad resulta
‘invivible’ para ella, llega a perder la memoria.
- Sólo
pretendo que dentro de unos años no nos tengamos que preguntar: ¿Por
qué no hicimos nada? ¿Por qué no actuamos a tiempo? Será difícil
explicarlo cuando vean la cantidad de pruebas que teníamos.
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