Alcoe calcula que 24.000 leoneses
sufren los efectos de las ondas electromagnéticas
Vicente García y María Lobo, de
Alcoe, en una de las antenas en la Avenida de Asturias. -
MARCIANO
PÉREZ
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ARMEN TAPIA | LEÓN
Irritabilidad, cefalea, somnolencia,
mareos, alteraciones de la frecuencia cardiaca, infertilidad,
dermatitis, alteraciones del sistema inmunológico y mayor riesgo de
incidencia de cáncer. Las dolencias de 24.000 leoneses pueden estar
relacionadas con los efectos de las ondas electromagnéticas y no
saberlo. Esos son los cálculos que hacen los miembros de la
Asociación Leonesa Contra las Ondas Electromagnéticas (Alcoe) que
acaban de presentar una petición al Ayuntamiento de León para que
la Concejalía de Turismo, liderada por Margarita Torres, paralice el
proyecto de expansión de la red wifi por toda la ciudad. Esta semana
pedirán una reunión con la concejala e iniciarán una campaña de
reparto de octavillas en los colegios, comenzando por Las Anejas.
El objetivo del Ayuntamiento es
convertir a León en centro de referencia para innovación en el
ámbito turístico en el Camino de Santiago y el noroeste de España.
Una apuesta que el Ayuntamiento ha presentado a la convocatoria de
ayudas del programa de Ciudades Inteligentes de la Agenda Digital
para conseguir que el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, a
través de la sociedad pública Red.es, financie el 65% de los
436.017 euros que cuesta el proyecto. Los miembros de la asociación
Alcoe se oponen. «Es una locura», dice Vicente García, miembro de
Alcoe y afectado por las ondas electromagnéticas. «Mi enfermedad no
existe en España pero en Suecia hay 300.000 personas
diagnosticadas», asegura.
Vicente sale todos los días de casa
casi acorazado, protegido con telas especiales con hilos de plata y
cobre y redecillas de metal en el sombrero. «Hasta la ropa interior
la llevo protegida». Su casa es como un búnker «blindada con una
tela mosquitera y cortinas que pido a Alemania». Y «no voy ni loco»
a determinadas zonas de León como la explanada de la delegación de
la Junta, Santo Domingo, Padre Isla y la Plaza Mayor. También se
protege para pasar por un edificio de la avenida de Asturias. Estas
zonas llenas de antenas que emiten radiaciones electromagnéticas
artificiales generadas por los móviles, inalámbricos y wifis «y
que son capaces de interferir y distorsionar el funcionamiento normal
del organismo humano».
Pero los miembros de la asociación no
lo tienen fácil para demostrar lo que es una sospecha aquí y está
ya regulado en otros países. León cumple con la normativa y la
emisión de ondas están dentro de los límites legales establecidos.
La Organización Mundial de la Salud, sin embargo, recomienda reducir
esas emisiones. «En este país se permite que la antenas emitir 400
microwatios por centímetro cuadrado. En el resto de países europeos
están en 10 microwatios y la OMS aconseja 0,1. Lo de aquí es una
salvajada».
María Lobo tiene 34 años y también
es sensible a las ondas electromagnéticas. «Sufro lipodistrofia.
Hace años tuve una intoxicación por los metales pesados del
marisco, pero nadie me lo reconoció. Los médicos tienen sospechas
pero ninguno me da el diagnóstico. Desde entonces cada vez que me
acerco a un edificio donde hay antenas noto dolor de cabeza y
malestar general».
Los miembros de Alcoe critican la nueva
Ley de Telecomunicaciones aprobada por el Gobierno, que permite a las
compañías instalar las antenas sin la obligación de comunicar su
localización. «El registro de antenas que tiene el Ayuntamiento
está obsoleto, no está actualizado. Ahora las compañías no tienen
obligación de registrarlas. Es una inmoralidad».
Los miembros de la asociación de León
recuerdan que el Parlamento Europeo tiene sobre la mesa cientos de
reclamaciones. «El problema es el dinero que hay detrás»,
aseguran.
Desde la asociación alertan de que la
mayor fuente de irradiación se produce en los teléfonos
inalámbricos. «No conviene instalarlos en el dormitorio». Y para
el ordenador, mejor utilizar el cable.
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