- La principal muestra para medir esta enfermedad es el dolor repartido en 18 puntos por todo el cuerpo y para obtener alguna incapacidad permanente debe haber, al menos, 14 puntos identificados, según los expertos
- Un Tribunal Superior de Justicia reconoce el dolor crónico que padece una trabajadora con fibromialgia, algo poco habitual en este tipo de juicios, ya que uno de los argumentos más utilizados por la Seguridad Social es que "el dolor es subjetivo y no constituye una base para acreditar que existe invalidez"
- Dos sentencias han declarado la incapacidad permanente absoluta de dos empleados que presentaban el número máximo de puntos de dolor, limitándoles "para el desarrollo en condiciones aceptables de todo tipo de trabajo o profesión
Mónica Martín 14/10/2018
La fibromialgia no suele ser la primera causa para conceder una incapacidad permanente a los trabajadores que
la padecen. Uno de los argumentos más utilizados en este tipo de
procesos judiciales es que "no existen suficientes parámetros
para medir el dolor, por ese motivo, para que la reconozcan en un
juicio suele ir acompañada de trastornos en la salud mental",
sostiene Mª José Iglesias Toro, abogada laboralista.
Ahora, el Tribunal Superior de Justicia
de Canarias recoge en una sentencia dos puntos sobre esta patología
que no son habituales en las resoluciones de incapacidad: constata
que la fibromialgia es la primera causa para conceder la incapacidad
permanente absoluta a una trabajadora y además, el tribunal acepta
los informes que constatan el dolor crónico que padece. "Algo
poco habitual en este tipo de juicios, ya que uno de los argumentos
más utilizados por la Seguridad Social es que el dolor es subjetivo
y no constituye una base para acreditar que existe invalidez, explica
Iglesias a eldiario.es.
Para que un tribunal falle a favor de
la incapacidad permanente absoluta –aquella que no permite
desempeñar ninguna función laboral– el afectado debe presentar
"lesiones muy acentuadas acompañadas de una depresión crónica
y de larga evolución", subraya la abogada. Este es el caso
de Ana (nombre ficticio), camarera en un restaurante. Tras un
proceso de incapacidad temporal derivado de un diagnóstico de
fibromialgia, inició el trámite para conseguir la incapacidad
permanente. El Equipo de Valoraciones de Incapacidades (EVI) de la
Seguridad Social, le denegó la solicitud.
La empleada demandó al Instituto
Nacional de la Seguridad Social (INSS) en un juzgado de primera
instancia y la sala falló parcialmente a su favor concediéndole la
incapacidad permanente total y una pensión del 55% de su base
reguladora. No obstante, Ana recurrió la sentencia y solicitó al
TSJ de Canarias que se incluyeran en el proceso las pruebas
periciales que le diagnostican, además de fibromialgia, síndrome de
fatiga crónica, ansiedad y vértigos.
Los expertos subrayan que una de las
muestras para medir la enfermedad es el dolor, y para ello se tienen
en cuenta 18 puntos que se reparten de forma simétrica por todo el
cuerpo. Algunos se encuentran en la parte inferior del cráneo,
pasando por las cervicales, escápulas, costillas y las rodillas. La
confirmación de once puntos de dolor supone el diagnóstico de la
enfermedad y debe haber al menos 14 puntos identificados para obtener
la incapacidad permanente.
Limitaciones en la vida laboral
En el caso de Ana, se confirman los 18
puntos de dolor. El TSJ admite la prueba pericial que acredita
su diagnóstico. La sentencia recoge que para determinar una
incapacidad permanente absoluta habría que valorar las limitaciones
que existen en la actividad laboral en vez de las lesiones que se
padecen. Incluso el propio EVI –que denegó en un primer
momento la petición de invalidez– acreditó que la afectada sufría
mareos, náuseas y depresión.
"Habrá invalidez absoluta siempre
que haya unas condiciones demostrables que inhabiliten para cualquier
trabajo que tenga una retribución ordinaria dentro del ámbito
laboral", constata la resolución. Esta incapacidad no permite
desempeñar ninguna función laboral al no poder garantizar un mínimo
de "rendimiento, eficacia y profesionalidad", a diferencia
de la incapacidad permanente total, la cual no inhabilita al
trabajador para el ejercicio de otras profesiones y es la más
habitual en este tipo de procedimientos judiciales.
La sentencia del TSJ declara la
incapacidad permanente absoluta de la trabajadora. Sostiene que los
síntomas descritos son suficientes como para "limitar a la
empleada para el desarrollo en condiciones aceptables de todo tipo de
trabajo o profesión" y condena a la Seguridad Social a pagarle
el 100% de su sueldo con las mejoras y revalorizaciones que
correspondan desde febrero de 2017, fecha en que se inició el
proceso judicial.
El caso de Mario (nombre ficticio) es
similar. Era autónomo y se dedicaba al transporte de mudanzas. Le
diagnosticaron fibromialgia con la acreditación de los 18 puntos de
dolor, además de síndrome de fatiga crónica y trastorno del sueño.
El trabajador pidió la tramitación
del expediente de incapacidad permanente, pero el EVI no se la
concedió por "no presentar reducciones anatómicas o
funcionales que disminuyan o anulen su capacidad laboral". Todo
ello a pesar de que dos informes de dos hospitales de Madrid y
Barcelona acreditaban las patologías que impedían a Mario
desempeñar su trabajo con normalidad.
Mario también demandó a la Seguridad
Social. En su caso, el juzgado de primera instancia le concedió la
incapacidad permanente absoluta y ante el recurso interpuesto por la
SS.SS, el TSJ de Madrid ha vuelto a fallar a favor del empleado,
concluyendo que "las limitaciones físicas le incapacitan para
su profesión". Además, la institución tendrá que pagarle el
100% de su base reguladora.
La justicia recalca en el proceso que
existe jurisprudencia que considera la fibromialgia como secuela
invalidante en grado absoluto o total, de ahí que, en este caso, la
valoración realizada por la jueza de primera instancia se tenga en
cuenta en el TSJ, ya que este tipo de patologías se suele analizar
de manera individual.
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