Está a
nuestro alrededor, pero no lo vemos ni lo sentimos. La radiación que
emana de las tecnologías que usamos a diario no es inocua.
“(La electro-polución) es una forma
de energía invisible. La gente no cree en
ella hasta que ve los
efectos”. (Foto: iStock)
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KAREN ROJAS ANDIA / 03.10.2018
Usted está permanentemente expuesto a
ella, aunque no sea del todo consciente de los efectos que pueda
causarle. Es invisible, sin embargo omnipresente. Cada vez que
enciende la radio, usa su horno microondas, se conecta a wi-fi o
conversa por teléfono, la radiación electromagnética que emanan
estos aparatos, esa niebla que siempre lo rodea pero que no ve, oye
ni siente no es inocua, sino casi todo lo contrario.
Al igual que la proporción de aparatos
móviles y conexiones, los estudios científicos sobre cuán
peligrosos son los efectos del electrosmog (que define a dicha
contaminación electromagnética) se multiplican.
Para Joaquín Machado, especialista de
la empresa de nanotecnología y evaluaciones ambientales Noxtak, esta
radiación ha estado entre nosotros durante mucho tiempo, el problema
radica ahora en su intensidad ante un entorno cada vez más
hiperconectado. Así, el impacto en la salud, dice, según RT, puede
darse a través de efectos en el sistema reproductivo, en la
fragmentación del ADN y en la hipersensibilidad electromagnética.
Un
estudio del Centro Nacional para la Información Biotecnológica en
Estados Unidos advirtió en el 2012 el efecto de los campos
electromagnéticos en aspectos reproductivos: “la muerte de células
reproductivas masculinas, el ciclo reproductivo, el desarrollo
embrionario temprano y el éxito del embarazo”.
Como ratifica Gabriel Michhue,
coordinador de la Escuela de Ingeniería Electrónica de la UTP, la
radiación de un teléfono celular produce la reducción en la
movilidad de los espermatozoides.
Asimismo, en función de un reporte que
emitió la OMS en el 2014 sobre las ondas electromagnéticas de los
celulares, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer
las clasificó como “posiblemente cancerígenas”. Es decir, como
señala la BBC, un riesgo que no pudo comprobarse pero tampoco
descartarse. Pablo Zumaeta, neurólogo de la Clínica Ricardo Palma,
sostiene que estudios indican que la energía electromagnética puede
alterar las células y producir a largo plazo algún tipo de cáncer.
“Las células en su interior tienen
una molécula llamada ADN, esta (contiene) información que hace que
las células se multipliquen a mayor o menor velocidad. Cuando uno
está frente a una energía que cambia la estructura del ADN se va a
producir, en consecuencia, un cambio en la velocidad de la
multiplicación de estas células, que es el cáncer”, profundiza
en conversación con Gestión.
Otra consecuencia estaría en la
hipersensibilidad electromagnética (EHS), una condición que ha
llegado a ser reconocida por la OMS y que lleva años investigándola.
La institución, según BBC, aseguró que los síntomas de la EHS no
son específicos, pero pueden traducirse en problemas dermatológicos
y/o síntomas vegetativos, como fatiga, náuseas o problemas de
concentración.
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