ENTREVISTA | Miquel Porta
(Epidemiólogo)
- Miquel Porta, experto en Epidemiología y Salud Pública, relata en una entrevista cómo los tóxicos están presentes en la vida cotidiana y los ciudadanos
- "Una cosa es que detectemos estos contaminantes en todos los habitantes de España y otra cosa es que es los niveles detectados sean peligrosos", puntualiza
- "La administración va tan retrasada con respecto al conocimiento científico que hay mucha gente que se está adelantando a la legislación"
Teguayco Pinto 15/10/2018
A finales de los años ochenta un real
decreto limitó la cantidad de plomo que podía llevar la gasolina.
Más de tres décadas después diversos estudios demostraron cómo
los niveles de plomo en las ciudades españolas habían descendido
espectacularmente y cómo esto había provocado una disminución de
las concentraciones de plomo en la población infantil española. La
medida sirvió como ejemplo del impacto positivo que puede tener la
limitación de un contaminante ambiental. Sin embargo, no todos los
contaminantes tienen un efecto tan evidente en la salud como en el
caso del plomo, ni son tan fáciles de eliminar.
En lo que llevamos de siglo, diversos
estudios han mostrado cómo los seres humanos y la población animal
están impregnados de no menos de un centenar de productos químicos
de síntesis diferentes, algunos de ellos tóxicos y persistentes. A
pesar de su prohibición hace varias décadas, algunos compuestos
como el DDT (empleado en insecticidas) siguen apareciendo en los
análisis de la población en gran parte del mundo, mientras que
otros, como los PCB (usado en aislantes, equipos eléctricos o
plaguicidas), no solo aparecen sino que ponen en riesgo la
supervivencia de algunas especies.
Hablamos con el investigador Miquel
Porta, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la
Universidad Autónoma de Barcelona y que recientemente ha publicado
el libro Vive más y mejor. Reduciendo tóxicos y contaminantes
ambientales (Grijalbo, 2018).
Parece que las prohibiciones no siempre
tienen un efecto evidente en la salud de la población ¿a qué se
debe esto?
Las prohibiciones han funcionado
parcialmente. No sería correcto decir que han fracasado, pero desde
luego no han sido un éxito. Cuando quitas el plomo de la gasolina,
como la vida media del plomo es relativamente corta, enseguida ves un
efecto en el aire de las ciudades. También sucede lo mismo con otros
compuestos, como los plaguicidas organoclorados, cuyas
concentraciones en humanos han bajado de una forma muy importante
desde su prohibición, pero las de los PCB, por ejemplo, están
estancadas desde hace tiempo.
Los PCB son los policlorobifenilos
¿cuál es el problema con estos contaminantes?
El problema con los PCB es que proceden
de productos industriales como los transformadores y en España hay
miles de transformadores y otros aparatos eléctricos que nunca han
sido bien reciclados. Durante el primer gobierno de Zapatero se
intentó hacer un inventario para saber dónde estaban todos los
transformadores con PCB, pero en muchas comunidades autónomas el
recuento era imposible.
Entonces ¿la prohibición es inútil?
No exactamente, pero en estos casos el
impacto que tiene la prohibición es extraordinariamente lento,
porque seguimos detectando PCB en la totalidad de la población,
aunque las concentraciones sean un poco más bajas.
Un estudio reciente ha determinado que
los PCB están poniendo en peligro la supervivencia de las orcas ¿qué le parece?
Cuando vi lo de las orcas, lo primero
que pensé fue que a veces nos preocupamos más por las ballenas y
los delfines que por nosotros mismos, porque los PCB se encuentran en
gran parte de la población humana. No te puedo decir en toda, porque
hay poblaciones sobre las que no se han hecho estudios, pero en
España todos tenemos concentraciones de PCB en el cuerpo. La gente
cree que esto solo afecta al mundo animal y a las orcas que viven en
zonas exóticas, pero no es así. Todo lo que hay en el mundo animal
termina afectándonos a nosotros.
¿Qué efectos tienen este tipo de
contaminantes en la salud humana?
Sabemos que los policlorobifenilos son
cancerígenos e inmunosupresores, también que deprimen y dificultan
el desarrollo psicomotor, al igual que el mercurio o el plomo, o que
son muy tóxicos para el tiroides y pueden causar hipotiroidismo.
También sabemos que son tóxicos para el páncreas y, aunque no
sabemos si producen cáncer en este órgano, sabemos que generan
problemas asociados a la diabetes y aumentan el riesgo de esta
enfermedad.
¿Qué otros contaminantes ambientales
se detectan en los seres humanos?
Muchos, constantemente detectamos en el
cuerpo humano sustancias nuevas, como el caso de los retardantes de
llama, que no se habían detectado hasta hace poco. En la población
se han detectado ftalatos, plaguicidas organofluorados, fenoles… Se
podría decir que todos estamos orinando plástico. Es un titular muy
claro, pero también es objetivo, porque en todo el mundo se detecta
bisfenol A.
Pero no todos son peligrosos
Aquí hay que precisar, que tampoco
quiero que esto parezca el Apocalipsis, porque no lo es. Una cosa es
que detectemos PCB, bisfenol A o ftalatos en todos los habitantes de
España y otra cosa es que los niveles detectados sean peligrosos.
Entonces ¿la situación no es
preocupante?
Preocupantes son, especialmente las
concentraciones altas, y también hay mucha evidencia acumulada de
que algunas sustancias con acciones hormonales tienen efectos
adversos para la salud incluso a concentraciones bajas. Además,
también tenemos el efecto cóctel que es un gran problema. En
cualquier caso, lo que no hay que hacer es dejarse llevar por el
miedo.
¿Qué es el efecto cóctel?
Muchas veces las sustancias tóxicas
actúan por mecanismos similares, con lo que el efecto de cada una de
ellas se suma al anterior. Esto es lo que se conoce como efecto
cóctel y aún está por ver si los efectos son aditivos o
multiplicativos, pero está demostrado que están ahí.
Sin embargo, la regulación solo actúa
sobre compuestos individuales
Sí, y es algo que me parece un claro
ejemplo de inoperancia, inmovilismo y falta de respuesta. Esto lo
sabemos desde hace décadas y me impresiona que en 2018 aún estemos
discutiendo si hay que hacer algo o no. Incluso la EFSA [Autoridad
Europea de Seguridad Alimentaria], que es una institución que está
bajo mucha presión política, reconoce el problema.
En su libro muestra cómo algunos
ciudadanos y empresas están tomando medidas ¿cree que sirven de
algo?
El mundo ya no es el que había tras la
segunda guerra mundial, en el que las medidas solo las tomaban las
agencias institucionales o no las tomaba nadie. Hoy en día la
administración va tan retrasada con respecto al conocimiento
científico que hay mucha gente que se está adelantando a la
legislación. Por ejemplo, hay empresas que están empezando a quitar
ftalatos de sus productos, porque se dan cuenta de que son tóxicos,
y en los supermercados ya se ven productos cosméticos sin ftalatos o
sin parabenos, pese a que no son ilegales.
Hay quien opina que este tipo de
movimientos fomentan un miedo irracional a los productos químicos de
síntesis, una especie de quimiofobia ¿qué opina?
Yo creo que quienes hablan de
quimiofobia se han inventado un espantapájaros. Es un truco muy
viejo que ya utilizó la industria del tabaco y que continuamente
utilizan los mercenarios de la duda. Lo primero que hacen es
inventarse un enemigo que no existe, en este caso, la quimiofobia
.
¿Realmente cree que no existe la
quimiofobia?
Bueno, no digo que no exista, digo que
es algo extremadamente residual. En mi libro constantemente estoy
hablando de los beneficios de muchos productos químicos sintéticos,
pero no se puede negar que algunos de ellos nos están pasando
factura.
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