La próxima semana hay una oportunidad
para empezar a actuar contra esta silenciosa emergencia sanitaria
Tedros Adhanom Ghebreyesus 30/10/2018
La contaminación atmosférica es una
emergencia sanitaria silenciosa que cada año termina con la vida de
7 millones de personas y afecta a la salud de muchas más. Una
epidemia de muertes y enfermedades que se podría evitar de no ser
por la tóxica nube de complacencia que se expande por el planeta.
Este es un momento clave en el que
debemos intensificar las acciones para responder de manera urgente al
desafío. La contaminación atmosférica pone en riesgo la salud de
miles de millones de personas solo por respirar. Según los datos de
la Organización Mundial de la Salud (OMS) para todo el mundo, 9 de cada 10 personas respiran un aire contaminado y tóxico.
La contaminación atmosférica es un
riesgo sanitario en todas las etapas de la vida. Durante el embarazo,
la exposición al aire contaminado puede dañar los órganos vitales
del bebé en desarrollo, incluyendo el cerebro, el corazón y los
pulmones, y provocar afecciones como asma, cáncer y cardiopatías.
La contaminación atmosférica también afecta negativamente al
desarrollo del cerebro durante la infancia. Hace más difícil que a
los niños les vaya bien en el colegio y reduce las futuras
posibilidades de empleo.
Según las últimas estimaciones de la
OMS, la contaminación atmosférica es responsable de entre el 25% y
el 33% de las muertes por ataques cardíacos, accidentes
cerebrovasculares, cáncer de pulmón y enfermedades respiratorias.
Nadie puede escapar de la contaminación
atmosférica, ni pobres ni ricos. Un medio ambiente limpio y
saludable es un primer paso crucial para garantizar una vida
saludable. Si limpiamos el aire que respiramos evitaremos, o al menos
reduciremos, algunos de los mayores riesgos para la salud.
La contaminación atmosférica está
empeorando en muchas partes del mundo pero eso no significa que
estemos condenados al desastre. Si todos cumplimos nuestra
responsabilidad, podemos hacer mucho para mejorar la calidad del
aire. Ninguna persona, ningún grupo, ninguna ciudad, ningún país o
ninguna región pueden resolver el problema por sí solos. Hace falta
que todos nos comprometamos y actuemos con firmeza: los responsables
de la toma de decisiones en los gobiernos, los líderes comunitarios,
los alcaldes, la sociedad civil, el sector privado y hasta los
particulares. Hará falta tiempo y aguante, pero la responsabilidad
de cada uno de nosotros es fundamental.
La OMS ya está librando la batalla.
Estamos formando a profesionales sanitarios para que expliquen a sus
pacientes los riesgos de la contaminación atmosférica y cómo
reducirlos, así como dándoles las herramientas y pruebas que
necesitan para convertirse en defensores de la salud cuando haya
decisiones políticas con efecto sobre la calidad del aire y la
sanidad.
La OMS es parte de acuerdos mundiales
como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el Acuerdo de París
sobre el Clima y la Agenda Urbana 2030, donde se ha aliado con socios
en los ámbitos de la energía, el clima y el medio ambiente. Estamos
utilizando la "pelea de la salud" para incorporar a la
conversación a los responsables del transporte, la planificación
urbana, la vivienda, la energía y el medio ambiente y darles las
herramientas, recursos y apoyo que necesitan para evaluar los efectos
de sus decisiones políticas sobre la salud.
La OMS también apoya al sector
sanitario para que "predique con el ejemplo" en temas de
contaminación atmosférica y salud. Las ineficiencias en el consumo
de energía dentro de los hospitales y otras instalaciones sanitarias
contribuyen a la contaminación atmosférica. También constituyen un
obstáculo para la prestación de servicios sanitarios básicos y, en
última instancia, para la atención sanitaria universal. La OMS está
trabajando junto a expertos del sector para comprender las
necesidades energéticas que tienen los servicios médicos esenciales
y contribuir a innovar en el suministro de energías limpias y
renovables dentro de la atención sanitaria.
A pesar de que las pruebas son
abrumadoras, todavía falta una acción política que impulse de
forma urgente las inversiones y acelere las medidas para reducir la
contaminación atmosférica. Es para mí un motivo de honor y
entusiasmo la celebración, en menos de una semana, de la primera conferencia mundial sobre contaminación atmosférica y salud, con la
OMS como anfitriona. En ella, ministros y autoridades sanitarias
trazarán la hoja de ruta para reducir la contaminación atmosférica
en sus países.
La conferencia incluirá un "día
de acción" de alto nivel en el que esperamos que ministros,
alcaldes, jefes de organizaciones internacionales y otros se
comprometan a reducir la contaminación atmosférica y sus efectos en
la salud. Esto incluirá medidas como fortalecer las normas y la
legislación sobre calidad atmosférica, mejorar la evaluación de
los efectos de la contaminación, fortalecer el liderazgo y el apoyo
mundial, garantizar el acceso a la energía limpia y aumentar las
inversiones en tecnologías de bajas emisiones, así como en
investigación, seguimiento y evaluación.
El mundo ha pasado página con el tema
del tabaco. Ahora debe hacer lo mismo con el "nuevo tabaco":
el aire tóxico que miles de millones de personas respiran todos los
días.
Traducido por Francisco de Zárate
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