Victoria, una vecina de la localidad
tarifeña electro y químico sensible, abandera una cruzada llena de
obstáculos en busca de zonas blancas
Rubén Rosón CAMPO DE GIBRALTAR
12/09/2019
Una vecina de Tarifa, Victoria, vive
una dura situación en un municipio en el que busca una zona blanca,
libre de radiaciones electromagnéticas. Se trata de una mujer
electro y químico sensible, afectada además por el síndrome de
sensibilidad química múltiple, que hace que no pueda estar expuesta
a numerosas sustancias de lo más común, además de las propias
ondas de telefonía, wi-fi, etc. Todo ello le causa importantes
daños, entre ellos su sistema inmune, y la hace vivir prácticamente
encerrada en casa.
A lo largo de los últimos años
Victoria se ha convertido en la abanderada de la lucha por dar a
conocer una situación que afecta a más personas de las que pueda
parecer y por lograr una Tarifa “sin radiación, pro-vida y salud”,
como indica la protagonista.
Su lucha por dar a conocer este
problema de salud le ha llevado a realizar un cortometraje, además
de otros trabajos con los que colabora y en especial, ser una de las
protagonistas de un reportaje de la fotógrafa Carmen Sayago que
logró ser finalista en el Premio Internacional Luis Valtueña de
fotografía humanitaria, certamen de fotoperiodismo que convoca
Médicos del Mundo, que se expuso en Caixa Fórum Madrid, donde se
leyó una carta de la propia Victoria denunciando su situación y la
del colectivo de afectados.
Gracias a los apoyos que ha ido
recabando a lo largo de los últimos cinco años, cuando ha
desarrollado su lucha contra la proliferación de antenas wi-fi en la
localidad, ha logrado ir adaptando su “casa-hospital”, como ella
la llama. “Llegué a tener que estar, dentro de casa, en una
estructura de dos por dos metros como blindaje, como en un zulo, para
protegerme de agresiones intencionadas con ondas wi-fi”, como ha
denunciado la plataforma Tarifa Sin Radiación.
Sin embargo, los pasos que ha dado para
mejorar las condiciones de su casa se han complicado. En este tiempo
su campaña contra las radiaciones le ha convertido en objetivo de
presiones y de acoso que incluso la han llevado al borde del
desahucio que estaba previsto para este viernes, pero que ha logrado
que sea aplazado hasta noviembre. “Empecé esto por la salud de
Tarifa y no solo hay gente que no me ha entendido, sino que me ataca
de forma intencionada. Me han amenazado con tirarme lejía”, narra
tras haber sido víctima de insultos, amenazas y agresiones.
“Sólo busco un sitio protegido”,
expresa Victoria, que explica que no sospechaba, cuando comenzó con
su lucha, que le haría pasar por tanto. No solo ha pagado ella las
consecuencias, sino que incluso muchos de los que se han acercado a
ayudarla también se han visto acosados, señala. “Intentan
aislarme y dejarme sola”, apunta, pero siempre se ha visto
respaldada e incluso el colectivo de electro y químico sensibles a
nivel nacional la ha convertido en uno de sus referentes y en ejemplo
de lucha.
Además del inconveniente que supone
abandonar un hogar adaptado a su situación, Victoria lamenta la
falta de alternativas que existen. “No me pueden hospitalizar
porque hasta los hospitales están llenos de maquinaria que funciona
con ondas electromagnéticas”, apunta, de ahí la necesidad de
zonas blancas para poder tener las condiciones de vida necesarias.
Pero por encima de las vicisitudes
personales que ha padecido y padece, lo que más lamenta Victoria es
la incomprensión y el desconocimiento que existe en torno a su
afección. Lejos de tratarse de algo obsesivo o psicológico, como
han malinterpretado en muchas ocasiones, “se trata de algo físico,
porque aunque las ondas o los productos químicos no se vean ni se
puedan tocar, el daño que me producen es físico”, explica, como
avalan numerosos estudios e informes disponibles en la web de
la EQSDS (Electro y Químico Sensibles por el Derecho de la Salud).
De hecho, Victoria posee la tarjeta de
discapacidad, una discapacidad reconocida del 65%. Sin embargo, tanto
ella como los colectivos de personas afectadas echan en falta la
protección de las instituciones. “El sistema no nos integra, como
sucede con cualquier tipo de discapacidad, a pesar de estar
plenamente reconocida”, reivindica.
Esa valentía y el hecho de haberse
convertido en una de las abanderadas de esta causa le animan a no
rendirse y proseguir con su lucha, ganando apoyos a base de tesón
para conseguir zonas blancas para unas condiciones de vida dignas.
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