A pesar de los pronunciamientos del
Parlamento Europeo y de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de
Europa ningún país europeo a excepción de Suecia ha reconocido la
electrosensibilidad.
Denunciada ante la ONU la vulneración
de derechos que sufren los y las electrosensibles.
Un afectado de Madrid ha remitido a la
relatora especial sobre Derechos Humanos de las personas con
discapacidad de la ONU una carta de denuncia ante la grave situación
en la que se encuentran las persona electrosensibles
A pesar de los pronunciamientos del
Parlamento Europeo y de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa ningún país europeo a excepción de Suecia ha reconocido la
electrosensibilidad, ni tomado medidas para proteger a las personas
que la sufren.
En España el Defensor del Pueblo Vasco
en 2012 emitía una declaración alertando de la grave situación que
se está produciendo con las personas que padecen los Síndromes de
Sensibilidad Central, incluida la electrosensibilidad.
Las personas aquejadas de
electrosensibilidad sufren un síndrome de intolerancia a los campos
electromagnéticos, entre los que se encuentra la radiación emitida
por antenas y otros aparatos de transmisión como teléfonos móviles
y wifis. Muchos afectados también padecen Sensibilidad Química
Múltiple, Síndrome de Fatiga Crónica o fibromialgia, todas ellas
englobadas en los Síndromes de Sensibilidad Central.
La proliferación de emisiones
electromagnéticas en los últimos años ha hecho que los afectados
cada día tengan mayor dificultad para encontrar sitios en los que
poder estar sin sufrir los síntomas de salud asociados a las
exposiciones.
En 2013 el realizador francés Marc
Khanne presentaba la película Buscando desesperadamente Zona Blanca,
en la que tras acompañar durante 3 años a 60 electrosensibles,
documentaba las enormes dificultades y limitaciones a las que se
tienen que enfrentar estas personas afectadas.
Algunos afectados han perdido su
trabajo y han tenido que abandonar su hogar buscando lugares
apartados con menores niveles de contaminación electromagnética. Lo
dramático de su situación ha hecho que algunos expertos estén
hablando de “refugiados tecnológicos”, dentro de la categoría
de los refugiados ambientales. Existen comunidades como Green Bank,
al amparo de la normativa que restringe las emisiones en el entorno
de los radiotelescopios, a las que acuden estos refugiados
tecnológicos.
La situación de tortura a la que se
ven sometidos estos enfermos ambientales es posible por la negación
de la electrosensibilidad. Las compañías de telecomunicaciones
financian investigaciones científicas que niegan los peligros de los
campos electromagnéticos y el carácter real de la electrosensibilidad, e influyen en organismos y comités encargados
de velar por la seguridad electromagnética de la población. De este
modo, los electrosensilbes se encuentran con la incomprensión y la
falta de ayudas frente a la presencia constante de un elemento
medioambiental que les causa muy dolorosos e incapacitantes síntomas
de salud.
La instalación de sistemas de
radiofrecuencia en el transporte colectivo y los edificios públicos
ha significado que estas personas de hecho tengan negados servicios
públicos básicos como la sanidad y la educación, al no darse las
condiciones necesarias para su accesibilidad. Las relaciones sociales
y familiares de los electrosensibles se encuentran seriamente
dificultadas. Algunos de estos afectados sobreviven en hogares
invadidos por la radiación, que no son aptos a su condición de
salud, en situaciones de gran sufrimiento físico, precariedad y
aislamiento social. En algunos casos la única salida para estas
personas es el suicidio.
Mas información en: Asociación Independiente para Defender la Salud (ASIDES)
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