CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA
El estudio preliminar muestra que este
tipo de contaminación atmosférica, aún incluso dentro de los
límites establecidos por la Unión Europea, altera el desarrollo del
cerebro infantil.
La disminución de volumen en el cuerpo
calloso se relacionan con la aparición
de trastornos como la hiperactividad o
el autismo. [iStock/wildpixel]
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La quema de combustibles fósiles, así
como los procesos industriales y agrícolas, produce una mezcla
compleja de partículas finas en suspensión, gases, compuestos
orgánicos volátiles y metales que contaminan a diario el aire de la
atmosfera. Durante las últimas décadas, la polución se ha
relacionado con alteraciones en el desarrollo del sistema nervioso
central infantil. Sin embargo, la comunidad científica dispone de
pocos datos.
Por consiguiente, Jordi Sunyer y su
equipo, del Instituto de Salud Global de Barcelona, junto con otros
investigadores españoles, franceses e ingleses, centraron sus
esfuerzos en determinar los posibles efectos de la exposición a
partículas finas durante el embarazo sobre dos áreas del cerebro de
preadolescentes. En concreto, los ventrículos laterales y el cuerpo
calloso.
En el estudio, publicado por la revista
Environmental Research, participaron 186 infantes de entre 8 y 12
años de edad, de ambos sexos, procedentes del proyecto BREATHE (en
su origen, siglas inglesas para Desarrollo del Cerebro y la
Contaminación Atmosférica por Partículas Finas en Escolares),
realizado en 40 escuelas de la ciudad de Barcelona.
Los científicos estimaron la cantidad
de partículas finas de 2.5 micras (PM2.5) presentes en la atmosfera
durante el último trimestre de embarazo, mediante datos del Estudio
Europeo de Cohortes para los Efectos de la Contaminación Atmosférica
y el historial de residencia de cada uno de los pequeños. Imágenes
obtenidas por resonancia magnética permitieron medir el volumen de
las zonas cerebrales de interés. Asimismo, madres, padres y
profesores rellenaron un cuestionario acerca del comportamiento de
los niños.
De acuerdo con los resultados, existe
una relación entre la exposición a una concentración de 7
microgramos de PM2.5 por metro cúbico de aire, a lo largo de los
últimos 3 meses de gestación, y la perdida de 50 milímetros
cúbicos de volumen en el cuerpo calloso. Cambios de esta magnitud se
asociaron con mayor hiperactividad en los infantes.
El cuerpo calloso conecta áreas
homólogas de los dos hemisferios, y su alteración puede conllevar
la aparición de trastornos de conducta como el autismo o el déficit
de atención. Los científicos sugieren que la exposición a la
contaminación atmosférica favorecería la activación de las
células de la microglía. Estas células del sistema inmunitario
residentes en el cerebro secretarían moléculas infamatorias tóxicas
para las neuronas y los oligodendrocitos, que forman la vaina de
mielina que recubre los axones neuronales. La degeneración de estos
dos tipos celulares ocasionaría la disminución del volumen del
cuerpo calloso.
Sunyer y sus colaboradores destacan el
carácter preliminar del estudio. En un futuro, plantean realizar
experimentos con mayor número de participantes para corroborar el
hallazgo y establecer si en este caso, correlación implica
causalidad.
Marta Pulido Salgado
Referencia: «Effects of prenatal exposure to particulate matter air pollution on corpus callosum and behavioral problems in children», de M. Mortamais et al., en
Environmental Research; 178: 108724, publicado el 7 de septiembre de
2019.
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