martes, 12 de noviembre de 2019

La exposición prenatal a partículas finas se asocia con cambios cerebrales y de conducta en infantes

CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA

El estudio preliminar muestra que este tipo de contaminación atmosférica, aún incluso dentro de los límites establecidos por la Unión Europea, altera el desarrollo del cerebro infantil.
La disminución de volumen en el cuerpo calloso se relacionan con la aparición
de trastornos como la hiperactividad o el autismo. [iStock/wildpixel]
Marta Pulido Salgado

La quema de combustibles fósiles, así como los procesos industriales y agrícolas, produce una mezcla compleja de partículas finas en suspensión, gases, compuestos orgánicos volátiles y metales que contaminan a diario el aire de la atmosfera. Durante las últimas décadas, la polución se ha relacionado con alteraciones en el desarrollo del sistema nervioso central infantil. Sin embargo, la comunidad científica dispone de pocos datos.

Por consiguiente, Jordi Sunyer y su equipo, del Instituto de Salud Global de Barcelona, junto con otros investigadores españoles, franceses e ingleses, centraron sus esfuerzos en determinar los posibles efectos de la exposición a partículas finas durante el embarazo sobre dos áreas del cerebro de preadolescentes. En concreto, los ventrículos laterales y el cuerpo calloso.

En el estudio, publicado por la revista Environmental Research, participaron 186 infantes de entre 8 y 12 años de edad, de ambos sexos, procedentes del proyecto BREATHE (en su origen, siglas inglesas para Desarrollo del Cerebro y la Contaminación Atmosférica por Partículas Finas en Escolares), realizado en 40 escuelas de la ciudad de Barcelona.

Los científicos estimaron la cantidad de partículas finas de 2.5 micras (PM2.5) presentes en la atmosfera durante el último trimestre de embarazo, mediante datos del Estudio Europeo de Cohortes para los Efectos de la Contaminación Atmosférica y el historial de residencia de cada uno de los pequeños. Imágenes obtenidas por resonancia magnética permitieron medir el volumen de las zonas cerebrales de interés. Asimismo, madres, padres y profesores rellenaron un cuestionario acerca del comportamiento de los niños.

De acuerdo con los resultados, existe una relación entre la exposición a una concentración de 7 microgramos de PM2.5 por metro cúbico de aire, a lo largo de los últimos 3 meses de gestación, y la perdida de 50 milímetros cúbicos de volumen en el cuerpo calloso. Cambios de esta magnitud se asociaron con mayor hiperactividad en los infantes.

El cuerpo calloso conecta áreas homólogas de los dos hemisferios, y su alteración puede conllevar la aparición de trastornos de conducta como el autismo o el déficit de atención. Los científicos sugieren que la exposición a la contaminación atmosférica favorecería la activación de las células de la microglía. Estas células del sistema inmunitario residentes en el cerebro secretarían moléculas infamatorias tóxicas para las neuronas y los oligodendrocitos, que forman la vaina de mielina que recubre los axones neuronales. La degeneración de estos dos tipos celulares ocasionaría la disminución del volumen del cuerpo calloso.

Sunyer y sus colaboradores destacan el carácter preliminar del estudio. En un futuro, plantean realizar experimentos con mayor número de participantes para corroborar el hallazgo y establecer si en este caso, correlación implica causalidad.

Marta Pulido Salgado

Referencia: «Effects of prenatal exposure to particulate matter air pollution on corpus callosum and behavioral problems in children», de M. Mortamais et al., en Environmental Research; 178: 108724, publicado el 7 de septiembre de 2019.

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