LOS GOBIERNOS MUNDIALES NO VELAN
DEBIDAMENTE POR LA SALUD DE LOS CIUDADANOS
MAGDALENA DEL AMO - 12 Dic 2019
No pretendemos alarmar, sino informar.
La red 5G es mucho más nociva que la 4G. Nos enfrentamos al mayor
problema para la salud que la humanidad del presente tiene planteado.
Y todo por la dichosa economía de unos cuantos adoradores del dios
Mamon, que consideran que el dinero tiene prioridad sobre cualquier
otro factor, aunque este se llame salud. Nosotros, cumpliendo con
nuestra obligación de periodistas, alzamos el altavoz para alertar
sobre lo que está ocurriendo, que es de suma gravedad. No podemos
continuar oyendo la suave orquesta del Titanic, mientras el barco se
hunde y perecemos con él. Estudios publicados recientemente, muy
bien contrastados, predicen quemaduras térmicas en la piel de los
seres humanos por efecto de la radiación 5G.
Se oculta deliberadamente la evidencia
científica de los perjuicios
Los grandes interesados en la
implementación del 5G son la industria y los gobiernos, y han ido
excluyendo a los científicos reconocidos a nivel mundial, expertos
en el ámbito de las ondas electromagnéticas que han documentado
efectos biológicos en humanos, animales, insectos y plantas, y
efectos alarmantes en la salud y el medio ambiente en miles de
estudios contrastados. El motivo de que las actuales pautas de
seguridad sean inadecuadas son los conflictos de intereses de los
organismos de normalización “debido a sus relaciones con las
compañías de telecomunicaciones o eléctricas socavan la
imparcialidad que debe regir la regulación de los Estándares de
Exposición Pública de las radiaciones no ionizantes”. El profesor
emérito Martin L. Pall expone en detalle en su revisión de la
literatura los conflictos de interés, y las listas de estudios
importantes que han sido excluidos.
Las pautas de seguridad actuales se
basan en la hipótesis obsoleta de que el calentamiento es el único
efecto dañino de los campos electromagnéticos. Sin embargo, como
bien declaran Maekov y Grigoriev, “los estándares actuales no
consideran la contaminación real del medio ambiente con radiación
no ionizante”. Cientos de científicos, incluidos muchos de los que
firmaron la petición a la que aludimos y de la que tomamos los
datos, han demostrado que se producen muchos tipos diferentes de
enfermedades y lesiones agudas y crónicas son causadas sin
calentamiento a partir de niveles de radiación muy por debajo de las
directrices internacionales.
Las antenas deberían estar situadas
lejos de las zonas donde se duerme y se trabaja y de los lugares de
tránsito. De igual modo, para proteger la vida silvestre, deberían
estar excluidas de los espacios naturales. Al mismo tiempo, los
satélites de comunicaciones comerciales deberían ser limitados en
número y prohibirlos en órbitas bajas o medianas. Tampoco estas
sugerencias científicas de alerta están siendo tomadas en cuenta.
Es como predicar en el desierto, o peor,
La radiofrecuencia tiene efectos agudos
y crónicos
La radiación de radiofrecuencias tiene
efectos tanto inmediatos como a largo plazo. El cáncer y las
enfermedades cardíacas son ejemplo de efectos a largo plazo. La
alteración del ritmo cardíaco y los cambios en la función cerebral
son ejemplo de efectos inmediatos. El síndrome que en la antigua
Unión Soviética se denominó enfermedad de las radiofrecuencias y
que hoy en día se denomina mundialmente hipersensibilidad
electromagnética puede ser agudo o crónico. El profesor Dr. Karl
Hecht ha publicado una historia detallada de estos síndromes,
compilados a partir de una revisión de más de 1500 artículos
científicos rusos y de las historias clínicas de más de 1000 de
sus propios pacientes en Alemania. Los hallazgos objetivos incluyen
trastornos del sueño, presión arterial anormal y frecuencia
cardíaca, trastornos digestivos, pérdida de cabello, tinnitus y
erupción cutánea. Los síntomas subjetivos incluyen mareos,
náuseas, dolores de cabeza, pérdida de memoria, incapacidad para
concentrarse, fatiga y síntomas parecidos a la gripe y al dolor
cardíaco.
Los gobiernos mundiales no cuidan a los
ciudadanos
En contra de lo que establece el
principio de precaución y el sentido común, la Unión Europea, los
Estados Unidos y los gobiernos nacionales de todo el mundo no solo no
están haciendo nada al respecto, sino que están tomando medidas
para garantizar un entorno regulatorio “libre de barreras”, es
decir, vía libre sin ningún tipo de restricción. Como hemos
expresado, están prohibiendo a las autoridades locales hacer cumplir
las leyes ambientales, y “en aras de una implementación rápida y
rentable”, eliminando “cargas innecesarias, como los
procedimientos de planificación local y la variedad de límites
específicos en las emisiones de campos electromagnéticos y los
métodos necesarios para agregarlos”. Es completamente suicida,
pero es lo que hay.
Los gobiernos también promulgan leyes para
hacer que las instalaciones inalámbricas se puedan utilizar en
cualquier lugar público. Con el 2G, 3G y 4G, una gran parte de las
instalaciones inalámbricas se ubicaban en propiedades privadas a
cierta distancia de hogares y negocios. Sin embargo, para que se
espacien a menos de 100 metros de distancia –que es la que requiere
la red 5G—ahora se ubicarán en la acera, justo al lado y enfrente
de hogares y negocios, y sobre las cabezas de los peatones, incluidos
madres con bebés. En los procedimientos de instalación se están
suprimiendo los requisitos de notificación y audiencia pública.
Incluso en los casos en que exista una audiencia pública y 100
expertos científicos testifiquen contra el 5G, se aprueban leyes que
hacen que sea ilegal que las autoridades locales tengan en cuenta su
testimonio. Es decir, de nada nos servirá la denuncia y la protesta.
La legislación en Estados Unidos, por ejemplo, prohíbe a los
gobiernos locales regular la tecnología inalámbrica “en base a
los efectos sobre el medio ambiente de la radiación de
radiofrecuencia”, y los tribunales han revocado las
reglamentaciones locales sobre colocación de torres celulares,
simplemente porque la mayoría de los testimonios públicos versaban
sobre la salud. El mundo al revés. Las aseguradoras no proporcionan
cobertura contra los riesgos de CEM, y no hay claridad sobre quién
asumirá la responsabilidad legal por los daños que surjan de la
exposición al 5G, ya sea en la Tierra o en el espacio. Vacío legal
total, pero quien pierde es el afectado. Continuaremos en “La Red
5G IV”.
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