viernes, 15 de agosto de 2025

Detectan vínculo entre sustancias tóxicas en alimentos y enfermedades como el cáncer y el Alzheimer


Publicado el 14 de agosto de 2025

Según un informe, los efectos de los químicos tóxicos se subestiman y su impacto en el cáncer podría igualar al del consumo de cigarrillos

Las sustancias químicas tóxicas presentes en el aire, los alimentos y el agua están fuertemente vinculadas a una gran cantidad de problemas ambientales y graves afecciones de salud, entre ellas el cáncer, la obesidad, la demencia, la infertilidad y el TDAH.

A través de un nuevo informe, un grupo de investigadores describe la toxicidad como “la amenaza más subestimada a la que se enfrenta la humanidad” y advierte que “la contaminación del cuerpo humano es endémica”.

Según el documento, los riesgos para la salud humana y del planeta están “ampliamente subestimados” y el impacto del uso de plaguicidas en las tasas de cáncer podría ser comparable al del tabaquismo.

En el estudio también se detectó más de 3.600 sustancias químicas sintéticas en el cuerpo humano, provenientes de materiales que están en contacto con los alimentos, como envases y pesticidas. Al menos 80 de estas sustancias se consideran especialmente peligrosas para la salud.

Sustancias químicas conocidas como PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas) fueron detectadas en casi todas las personas analizadas. En Europa, el 14  % de los adolescentes presentaron niveles en sangre lo suficientemente altos como para representar un riesgo grave para la salud.

Entre los hallazgos más alarmantes del estudio está la relación entre el uso de pesticidas y enfermedades como la leucemia, el linfoma no Hodgkin y los cánceres de vejiga, colon e hígado. Incluso se sugiere que la exposición prenatal a pesticidas podría aumentar en más del 50 % el riesgo de que los niños desarrollen leucemia o linfoma.

En el informe también se reunió evidencia que muestra que los químicos sintéticos a los que están expuestas las personas han contribuido al descenso global en la cantidad de espermatozoides. Por ejemplo, se ha encontrado que los hombres con altos niveles de ciertas sustancias PFAS presentan menos de la mitad del conteo normal de esperma en comparación con quienes tienen niveles bajos.

En un contexto de aumento en las tasas de cáncer, caída de la fertilidad y alza de enfermedades crónicas, el equipo detrás del informe advierte que el enfoque internacional actual para gestionar los químicos sintéticos es “inadecuado” y “mal entendido”. Por ello, piden una acción más coordinada a nivel global y una mejor estandarización para proteger tanto a las personas como al planeta.

El informe, titulado ‘El tsunami invisible’, fue elaborado por el equipo científico de Deep Science Ventures en colaboración con la Grantham Foundation for the Protection of the Environment. Surgió tras una investigación de ocho meses que incluyó el análisis de estudios científicos revisados por pares, además de entrevistas con investigadores, líderes de organizaciones sin fines de lucro, emprendedores e inversionistas.

Según los investigadores, la economía industrial ha generado más de 100 millones de sustancias químicas nuevas, y actualmente unas 350,000 se utilizan de forma comercial. Desde la década de 1950, su producción se ha incrementado 50 veces. Advierten que la exposición a químicos tóxicos, a través del aire, el agua y los alimentos, tiene su origen en compuestos derivados de combustibles fósiles, como el petróleo y el gas natural, que son la base de muchos productos industriales.

El equipo advirtió que la producción de sustancias químicas persistentes, un grupo de compuestos tóxicos que permanecen en el ambiente durante largos períodos, ha crecido tanto que ya se sobrepasó un “límite seguro para el planeta”. Como ejemplo, señalaron que las PFAS han “contaminado todo el planeta”: se han detectado niveles en el agua de lluvia que superan los límites seguros para el consumo humano y estas sustancias están presentes en la sangre de casi toda la población mundial.

La contaminación no persistente también está presente en casi todas partes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 99 % de la población mundial respira aire con niveles de contaminación que superan los límites recomendados.

El equipo señaló que el informe presenta vínculos “fuertes”, tanto causales como correlativos, entre la exposición a sustancias tóxicas y una amplia variedad de problemas graves de salud humana, como cáncer, obesidad, Alzheimer, complicaciones en el embarazo, TDAH, infertilidad, enfermedades cardíacas y respiratorias.

Más allá del impacto en la salud humana, advirtieron que los químicos tóxicos también están causando daños “visibles y generalizados” en los ecosistemas, afectando la biodiversidad y el equilibrio natural de medio ambiente.

“En esta investigación, que recopila trabajos revisados por pares, se demuestra que la humanidad está enfrentando una exposición química masiva, y ampliamente subestimada, a través de los alimentos, el aire y el agua”, señaló Adam Tomassi-Russell, director de Clima en Deep Science Ventures.

“El problema es de gran escala y la evidencia muestra que necesitamos un cambio profundo en cómo entendemos, financiamos e innovamos para enfrentar esta crisis”, advierten en el informe.

Fuente: https://kaosenlared.net/detectan-vinculo-entre-sustancias-toxicas-en-alimentos-y-enfermedades-como-el-cancer-y-el-alzheimer/

jueves, 19 de junio de 2025

Veneno en la comida

SILVIA RIBEIRO

El dióxido de titanio, conocido como E171, es un aditivo alimentario tóxico de uso común con una lista de riesgos graves a la salud

Un nuevo estudio científico muestra que el aditivo alimentario dióxido de titanio (TiO2), ampliamente usado en productos de consumo frecuente, como dulces, pastelería, sopas y cremas, tienen la capacidad de alterar el sistema endocrino y la respuesta hormonal a los alimentos, desregular los niveles de azúcar en sangre y causar diabetes, obesidad y otros problemas de salud (https://doi.org/10.1016/j.fct.2025.115504).

En el estudio, liderado por investigadores de la Universidad de Jiaxing Nanhu de China, los autores destacan los efectos perjudiciales de las nanopartículas de dióxido de titanio como disruptores endocrinos intestinales.

Los alimentos ultraprocesados tienen en general ese tipo de efectos perjudiciales sobre las hormonas que intervienen en la digestión, pero no hay comprensión detallada de por qué causan este efecto. Esta nueva investigación señala posibles vías de acción de esos productos, indicaron los autores al periódico The Guardian (6/6/2025 https://tinyurl.com/yhvmyf74).

El estudio se basó en la comparación de los efectos del aditivo en la salud intestinal de tres grupos de ratones de laboratorio: un grupo fue alimentado con nanopartículas de dióxido de titanio; otro grupo recibió dióxido de titanio, pero en partículas más grandes, y un tercer grupo no lo ingirió.

El primer grupo de ratones alimentados con TiO2 en nanopartículas mostró niveles significativamente bajos de varios tipos de hormonas intestinales que intervienen en la digestión, por ejemplo, las que dan al organismo la sensación de estar satisfecho después de comer y regulan los niveles de glucosa. Ese mismo grupo de roedores mostró también niveles mucho más altos de glucosa o azúcar en sangre que el segundo grupo, que fue alimentado con micropartículas, que siendo pequeñas son hasta 10 mil veces más grandes que las nanopartículas.

Las hormonas secretadas por las células enteroendocrinas en el intestino juegan un rol crítico en regular la demanda de alimentos energéticos y en mantener los niveles de glucosa. Las nanopartículas de TiO2 interrumpen el desarrollo de esas células y reducen su número. Esa deficiencia está asociada a desarrollar resistencia a la insulina y diabetes tipo 2 (https://tinyurl.com/yhvmyf74).

El dióxido de titanio es usado para blanquear o dar más brillo al color de diversos productos; se identifica generalmente como E171. Es un aditivo al que se atribuye toxicidad y una lista de riesgos graves a la salud, por lo que ha sido objeto de controversias sobre su regulación y prohibición, particularmente en su formulación en nanopartículas.

La Unión Europea lo prohibió para su uso alimentario en 2022, luego de analizar los reportes que lo señalaron como potencial neurotoxina, inmunotoxina, causante de lesiones intestinales y potencial daño genético. Ese año, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) concluyó que el dióxido de titanio ya no puede considerarse seguro como aditivo alimentario porque no se puede descartar la genotoxicidad tras el consumo de esas partículas. La EFSA señaló también que pese a que tras su ingestión la absorción del dióxido de titanio es baja, éste se acumula en el organismo.

No obstante, EEUU lo mantiene en el consumo y ni siquiera hay obligación de informarlo en la lista de ingredientes. Se estima que está presente en 11 mil productos en ese país, por ejemplo, en marcas muy conocidas de golosinas. En México y otros países de América Latina está permitido en productos alimentarios y otros. Se puede encontrar este aditivo en lácteos, golosinas, chicles, galletas, panadería, chocolates, sopas, caldos y salsas comerciales, cremas y helados, y también como revestimiento de cápsulas de vitaminas o farmacéuticas, pasta de dientes, productos de protección solar, cremas y diversos cosméticos.

Un estudio científico publicado en 2024 hizo una revisión de reportes de toxicidad, y encontró que el TiO2 en nanopartículas –que puede llegar al organismo por vía oral, dérmica o intragástrica– se acumula en diferentes órganos del cuerpo: bazo, tracto digestivo, sistema nervioso central, hígado, riñones, sistema reproductivo y músculo cardiaco, en los que puede formar aglomerados con potencial carcinogénico. Las nanopartículas de TiO2 también pueden atravesar la barrera hematoencefálica y producir muerte celular (apoptosis) en las neuronas del cerebro (https://doi.org/10.1016/j.dwt.2024.100025).

El estudio ahora publicado agregó a esta lista la disrupción en los intestinos de hormonas claves para el proceso digestivo, ligada al surgimiento de obesidad, diabetes y problemas inmunes.

El uso de TiO2 como aditivo aumentó notablemente al formularlo en nanopartículas, en parte porque de esta forma ya no es blanco, sino que puede ser transparente y otorgar otras propiedades que la industria considera atractivas para la venta, aunque no aportan nada a la nutrición. Ser causa de diabetes y obesidad se agrega a una lista de riesgos sumamente graves, lo cual debería motivar su prohibición.

Queda claro también el grave déficit regulatorio sobre la ingesta y exposición de nanopartículas de cualquier elemento, ya que más allá de la sustancia que las compone, ese tamaño burla la barrera hematoencefálica y el sistema inmunológico.

Texto completo en: https://www.lahaine.org/mm_ss_mundo.php/veneno-en-la-comida