viernes, 3 de febrero de 2017

El miedo a lo desconocido en el ámbito de la salud (Por Salvador Casado)

En el universo sanitario acogemos todo tipo de catástrofes vitales. A los hospitales acuden personas cuyas narrativas incluyen penosas o graves enfermedades. A los centros de salud también, además de infinitud de vicisitudes de la vida entre las que se incluyen problemas laborales, de pareja, familiares, económicos, psicológicos, afectivos, sociales y existenciales. Se puede decir que cuando un acontecimiento vital estresante llama a nuestra puerta se disparan todas las alarmas. Cada cual lo llevará de una manera pero en muchas ocasiones una de las dificultades a afrontar será un enorme miedo a lo desconocido. Ese potente sentimiento suele bloquear la capacidad de aceptación y adaptación. Solo conseguiremos superar la situación si somos capaces de modelar este cerrojo que al ser un mecanismo antiguo de supervivencia está profundamente arraigado en las entretelas cerebrales.

El miedo a lo desconocido es un factor que manejan con frecuencia los políticos y estrategas, los gestores y directivos, todo aquel que tiene una parcela de poder que defender. Activarlo supone conseguir apoyos a favor de quien lo pulsa, en contra de algún enemigo o circunstancia a confrontar. A mayor miedo social mayor capacidad de sugestionar y manipular conciencias, voluntades y votos. La sociedad audiovisual en la que nos movemos tiene potentes herramientas para favorecer este mecanismo y dada la facilidad de generar mensajes equívocos, en la era de la postverdad, poca capacidad de regulación, crítica y ajuste de los mismos.

El miedo de base frente a la enfermedad que caracteriza nuestro tiempo favorece el consumismo sanitario y la dependencia de la ciudadanía frente a prestadores de servicios y productos de salud. La ciencia médica está siendo usada a favor de agentes que terminan ganando grandes cantidades de poder y recursos. La razón es la propia potencia del método científico para etiquetar salud y enfermedad. Si comparamos los parámetros de etiquetar enfermedad hoy con los de hace treinta años observaremos un incremento, si a su vez comparamos aquellos con los de la generación anterior todavía más. Por ponerles un ejemplo cotidiano, muchos consideran el catarro una enfermedad, lo que les hace acudir a los servicios sanitarios, consumir medicamentos o incluso quedarse en casa sin trabajar. Es cierto que en algunos casos puede producir fiebre alta que incapacite durante unas horas, pero lo habitual es que sea un proceso menor que el propio cuerpo soluciona en unos días sin mayores problemas y sin necesidad de requerir complejos cuidados. La variabilidad clínica nos dirá que aproximadamente un 80% de los casos seguirán haciendo una vida normal y un 20% se quejarán de sus evidentes limitaciones. Pero ¿qué pasaría si la proporción fuera al revés?, ¿qué ocurriría si cada vez tolerásemos peor las molestias de salud asociadas a la vida corriente?, ¿si sintiéramos miedo cada vez que nuestro cuerpo manifiesta una reacción adaptativa de salud por pequeña que sea?

Todo aquel que trabaje en el ámbito de la salud tiene un papel a la hora de gestionar el miedo que la salud y la enfermedad puedan generar. Existen perfiles profesionales e institucionales que tienden a aumentar el miedo con mensajes del tipo: “más vale prevenir que curar”, “hágase chequeos o todas las pruebas diagnósticas que pueda”, “póngase todas las vacunas posibles”, “recurra a nuestros servicios médicos al menor síntoma”. Son más frecuentes de lo que nos pensamos, en muchos casos surgen de un genuino interés por el paciente, en otros de la inseguridad del profesional y en algunos de un evidente factor de lucro. Otros perfiles lo disminuyen aunque esto es más difícil dado que requiere de tiempo suficiente para escuchar convenientemente al paciente y su acompañante, hacer una correcta historia clínica con su correspondiente exploración y generar un dictamen razonado que explique la situación en un lenguaje comprensible y responda las posibles preguntas que se generen. Las condiciones de saturación en las que frecuentemente se trabaja dificultan mucho esta labor que por otra parte no se registra ni se reconoce de ninguna manera.

Este tema merece una reflexión tanto de los que tienen algo que ver con el mundo de la salud como por todos aquellos que en alguna ocasión necesitarán sus cuidados y servicios. Vivir en una sociedad con miedo genera enfermedad. Darnos cuenta es el primer paso para modularlo.

Salvador Casado en médico de familia
@DoctorCasado

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