Punta
de un gran iceberg de corrupción, que destapa la perversidad del
actual orden de cosas que deja en sus manos buena parte de las
posibilidades de sanar a millones de personas en el planeta
Berna
Gómez Edesa
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27-9-2011
\"En
la formación de los doctores
estaba
la clave del negocio. Los
médicos
ya no tendrían que
pensar; una industria lo haría
por
ellos\" (Miguel Jara)
|
Farmacéuticas.
El negocio de la enfermedad
Berna
Gómez Edesa.
Trabajador
del Hospital de Galdakao/Osakidetza
Según
hemos sabido estos días atrás, la farmacéutica Roche, argumentando
la deuda que se le debe, deja de suministrar medicinas a hospitales
griegos y da un aviso al estado español.
Como
si de una familia más de la camorra se tratara, una empresa de
producción y suministro de un bien de primera necesidad como el
medicamento, con todos los matices y criticas que se le pueda hacer a
la medicina convencional basada en el mismo, se cree con el
suficiente poder sobre los estados y las gentes como para cortar el
suministro de medicinas.
¿Cómo es posible que hayamos llegado a
esta situación, a que algo tan primordial como la salud pueda estar
condicionada por una empresa privada que tiene poder para decidir
cómo, cuando y a quién suministra sus productos? ¿Cómo es posible
que una buena parte de la estructura sanitaria pública dependa de
los avatares de las multinacionales farmacéuticas? En una palabra,
¿Cómo se puede dejar el derecho a la salud del que debe gozar todo
ser humano, esa gran parte de lucha contra la enfermedad que en la
actualidad suponen los medicamentos y otros fundamentales suministros
de estas empresas, en manos de entes cuyo objetivo final es la
obtención de beneficios y sobre los que la cosa pública,
representantes de la ciudadanía incluidos, no tiene control?
La
Industria Farmacéutica es hoy día, según el informe de desarrollo
de la onU, el tercer sector económico a nivel mundial tras la
armamentística y el narcotráfico.
Si
bien no se puede meter en el mismo saco a todas las empresas del
sector, estamos hablando de una Industria muy cuestionada por sus
presiones y malas artes de cara a mantener el nivel de beneficio,
punta de un gran iceberg de corrupción que destapa la perversidad
del actual orden de cosas que deja en sus manos buena parte de las
posibilidades de sanar a millones de personas en el planeta.
He
aquí algunas de las informaciones que en este último año han
venido apareciendo al respecto.
La
compañía Servier está en el centro de un escándalo sanitario en
Francia, donde diversos estudios responsabilizan al Mediator -que se
comercializó desde 1976 hasta su retirada 2009- de la
muerte de entre 500 y 2.000 personas en
el país.
Según
un
estudio del British Medical Journal (BMJ),
un informe clave de la OMS ocultó los vínculos financieros entre
sus expertos y las farmacéuticas Roche y Glaxo, fabricantes de
Tamiflu y Relenza, los fármacos antivirales contra el virus H1N1.
Ese fue el informe que instó a los Gobiernos a apilar reservas de
esos medicamentos.
La
mayor multinacional farmacéutica, la estadounidense Pfizer,
negoció
en abril de 2009 con el Gobierno de Nigeria
un acuerdo para evitar un juicio por la muerte de 11 niños en el
país africano y las secuelas causadas en decenas de ellos en el
ensayo clínico de un medicamento
llamado Trovan.
La compañía pagó 57 millones de euros para indemnizar a las
familias y evitar así que la causa criminal que había comenzado en
los tribunales llegase a prosperar.
En
Italia 4.713 personas fueron procesadas acusadas de pertenecer a una
red encargada de favorecer la venta de los productos de
GlaxoSmithKline. El trato "personalísimo" entre promotores
de ventas y doctores incluía becas para sus hijos, ingresos
bancarios "fortuitos" o viajes a parajes exóticos de India
o Brasil. Durante el periodo 1999/2002 GlaxoSmithKline en Italia
dedicó más de 228 millones de euros a "corromper médicos",
según palabras de la policía italiana.
“Es
constante el trasvase de políticos sanitarios, consejeros y
directores generales a la industria farmacéutica. Un ejemplo
paradigmático de ello es el de Bernat Soria, ex ministro de Sanidad,
que fichó por el laboratorio Abbot para hacer un informe sobre las
carencias del Sistema Nacional de Salud y el papel de la Industria
Farmacéutica..”
Richard
J. Roberts, Nobel de Medicina en 1993: “Es habitual que las
farmacéuticas estén interesadas en líneas
de investigación no para curar sino sólo para convertir en crónicas
dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que
los que curan del todo y
de una vez para siempre. “Se
han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos
y curaban del todo”.
Thomas
Steitz, Nobel de Química en 2009: “Muchas de las grandes
farmacéuticas han cerrado sus investigaciones sobre antibióticos
porque curan a la gente y lo que estas empresas quieren es un fármaco
que haya que tomar toda la vida”. “Nos resulta difícil encontrar
una farmacéutica que quiera trabajar con nosotros, porque para estas
empresas vender antibióticos en países como Sudáfrica no genera
apenas dinero y prefieren invertir en medicamentos para toda la
vida”.
En
la web de Farmaindustria, la gran patronal de las empresas
farmacéuticas en el estado español, se puede leer, con fecha de
Agosto de 2011: “las medidas aprobadas por el CISNS conducen a la
industria farmacéutica a una situación límite y no solucionan los
problemas financieros del SNS. La generalización de la prescripción
por principio activo, que es inadmisible, limita la autonomía del
médico y puede tener consecuencias negativas para los pacientes”.
Es decir, la industria farmacéutica presiona al conjunto del sistema
sanitario público cuestionando el uso de genéricos y poniendo como
ariete a los médicos y a los propios pacientes. Por cierto,
Farmaindustria dispone en su web de un apartado propio para
“promocionar” la actividad de las asociaciones de pacientes.
Uno
de los frentes de incursión más potentes de las farmacéuticas en
el sector sanitario se sitúa en la prescripción de fármacos, es
decir, en el colectivo médico. En el mismo mes de Abril de este 2011
han aparecido publicados dos libros sobre el papel que muchos médicos
juegan a la hora de permitir e incluso participar de manera activa en
prácticas de presión y soborno por parte de los laboratorios. Sus
autores trabajan en dos mundos bastante distantes, pero coinciden a
la hora de analizar esta cuestión. Uno, José Ramón Germá Lluch es
médico oncólogo actual Jefe del Servicio de oncología Médica en
el Instituto Catalán de oncología y profesor titular de oncología
Médica de la Universidad de Barcelona, entre otros. Es decir, un
reputado profesional de la medicina convencional. En su libro
novelado “Dioses de Bata Blanca” refleja “hechos reales sobre
la ética, la ambición y las turbias maniobras de la industria
farmacéutica”. En un potente párrafo del libro, y a modo de
resumen final de lo que en él denuncia, se puede leer: “Describía
la relajación progresiva de las agencias reguladoras con respecto a
la aprobación de medicamentos para ser comercializados mundialmente,
denunciaba la manipulación de efectos adversos que algunas compañías
esconden en el dossier de presentación para la posterior aprobación
de su nuevo producto, en ocasiones de escasa actividad y toxicidad
mal estudiada y, finalmente, revelaba la creación y posterior
potenciación de líderes médicos de opinión, que encabezan la
punta de lanza de la propaganda del nuevo medicamento y que asesoran
a algunas compañías farmacéuticas en diseño de su campaña de
presentación de resultados y su marketing posterior sin preocuparse
de realizar, muchas veces, una revisión a fondo del desarrollo del
fármaco en cuestión”.
El
otro es periodista, autor de varios libros relacionados con el tema
presente. Miguel Jara concentra en su libro “Laboratorio de
Médicos, viaje al interior de la medicina y la industria
farmacéutica” una auténtica bomba de denuncia documentada, llena
de datos y pruebas, basadas fundamentalmente en testimonios y
documentos aportados por (ex)representantes comerciales de la propia
industria, que pone sobre la mesa de la opinión pública algo que
casi todo el mundo conoce y muchos asumen con normalidad: la compra
de voluntades de muchos profesionales por parte de los “visitadores
médicos” para la prescripción de medicamentos.
Para esta actividad, los laboratorios disponen de la información que a elevados precios les ofrecen empresas de marketing farmacéutico. En la web de una de éstas, Close-Up, se puede leer: "Conscientes de la necesidad y requeremientos de la Industria Farmacéutica, ponemos a disposición del Mercado el servicio único y de alto valor agregado: Prescriber´s, por el cual los Representantes y Gerentes de Distrito podrán revisar los perfiles prescriptivos de sus médicos visitados y no visitados, todas las informaciones de interés del médico prescriptor: datos completos del médico padronizado y normalizado, perfil descriptivo del médico, con las informaciones del Potencial y la Productividad de cada médico en los mercados de selección". ¿Saben ésto los médicos?
Para esta actividad, los laboratorios disponen de la información que a elevados precios les ofrecen empresas de marketing farmacéutico. En la web de una de éstas, Close-Up, se puede leer: "Conscientes de la necesidad y requeremientos de la Industria Farmacéutica, ponemos a disposición del Mercado el servicio único y de alto valor agregado: Prescriber´s, por el cual los Representantes y Gerentes de Distrito podrán revisar los perfiles prescriptivos de sus médicos visitados y no visitados, todas las informaciones de interés del médico prescriptor: datos completos del médico padronizado y normalizado, perfil descriptivo del médico, con las informaciones del Potencial y la Productividad de cada médico en los mercados de selección". ¿Saben ésto los médicos?
Material
de escritorio, entradas para eventos deportivos en palcos
privilegiados, comidas y cenas, libros, inscripciones a congresos y
jornadas, reuniones “científicas”, equipos informáticos
(hardware y software), cámaras de fotos, viajes, alojamientos en
hoteles de lujo, cursos científicos y de farmacovigilancia, ensayos
clínicos, e, incluso como caso más grave si cabe, dinero contante y
sonante son algunas de las dádivas del extendido trapicheo en torno
al negocio de los fármacos.
Se
calcula que en el Estado tan solo un 10% de los médicos se niega a
recibir a los visitadores. No quiere decir esto que sea una mayoría
la que cae en el juego del soborno o la seducción inducida por los
laboratorios, ni que quienes lo hacen están al mismo nivel de
corrupción y de falta de ética. Algunos ya han comenzado no solo a
alzar la voz de la protesta ante esta realidad, sino a organizarse
para luchar contra la corrupción y proponer alternativas acordes a
los intereses generales de la población y del sistema sanitario
público. También señalar la valentía y el nivel ético de esos
trabajadores de estas empresas que, enfrentándose al riesgo de las
represalias, se niegan a desarrollar el juego sucio de éstas e
incluso, como se recoge en el trabajo de Miguel Jara, a denunciar a
las mismas.
En
toda esta maraña de presión e incluso en muchos casos de corrupción
se echa en falta la actuación de las instituciones públicas, tanto
sanitarias como de investigación judicial en la dirección de
prevenir y perseguir todas estas actividades denunciadas, así como
la falta de atención e intervención política de los
“representantes de la soberanía popular”.
Pues
eso, empezaba estas notas a propósito de la información de que la
multinacional farmacéutica suiza Roche corta el suministro de
fármacos a Grecia, y las finalizo también con la información de
que el actual Gerente Ejecutivo de la compañía, Severin Schwan,
tenía en 2008 un salario de 4,5 millones de dólares americanos. De
escándalo ¿verdad?
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