Publicado por Miguel Jara el 20 de
noviembre de 2011
En
Canarias además de plátanos también hay un buen berenjenal. Mª
del Carmen Quiza,
una ciudadana que reside enFuerteventura,
lleva unos doce días en la calle en huelga
de hambre revindicando
sus derechos –negados- como enferma de fibromialgia (FM) y Síndrome
de Fatiga Crónica (SFC). En dos ocasiones la Justicia le ha denegado
la invalidez, decisión que ha recurrido ante el Tribunal
Superior de Justicia de Canarias (TSJC),
ya que considera que el juez no tuvo en cuenta la valoración de los
médicos.
Quiza
está defendiendo los derechos
humanos de
todos los afectados por estas patologías emergentes, entre las que
también está la Sensibilidad Química Múltiple (SQM), de hecho son
tres patologías que tienen una superposición de más del 70% y los
médicos comienzan a hablar de la FM
y el SFC como antesalas de una sensibilidad química.
Tres enfermedades relativamente nuevas de las llamadas de
“Sensibilización
Central”
y en las tres se sabe que están relacionados de alguna forma los
tóxicos
o sustancias químicas ambientales y/o alimentarias.
Son enfermedades multisistémicas; tres
enfermedades de una misma familia.
Por
otra parte continúa sin solucionarse el caso de Marta
Pérez Negrín,
ex trabajadora de la empresa Bonnys
dedicada
al cultivo del tomate en el sur de Tenerife
y
afectada por un envenenamiento
por el uso
reiterado de pesticidas en
la producción agrícola.
Aunque el Tribunal Superior de Justicia de Canarias le ha dado la
razón a día de hoy no ha percibido la pensión que le corresponde
por Ley y denuncia que en la Seguridad Social le ponen la excusa de
que como
se va a morir en poco tiempo no tiene sentido abonarle el dinero.
Este caso se lleva el se lleva el galardón
a la deshumanización.
Hace
unos días también conocimos el caso de una auxiliar de Enfermería
que
llevaba meses trabajando en la central de esterilización del
complejo materno-insular del Servicio
Canario de Empleo (SCE),
donde estuvo expuesta a químicos tóxicos de manera constante. Seis
años ha tardado en atravesar el calvario que supone no saber qué te
ocurre hasta que le han diagnosticado SQM. Pese al vínculo y a las
probadas reacciones que ha sufrido en esos seis años ni
el Servicio
Canario de Salud ni
la Seguridad Social reconocen ahora su incapacidad.
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