4
marzo 2012 | Categorías: Unión
Europea
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Juan
Torres López –
Consejo
Científico de ATTAC España
“Todo
esfuerzo mío es una condena escrita”. Constantino Cavafis La
ciudad. Poemas Canónicos (1895-1915).
Asistimos a un auténtico sacrificio en
Europa. La lenta agonía a la que se está sometiendo cruelmente a
los ciudadanos griegos no tiene otra razón que salvar los balances
de la banca europea para iniciar después una nueva fase de conquista
del capital privado en toda Europa.
Como es lógico y era de esperar, el
sacrificio se disfraza de buenas palabras y argumentos para hacer
creer que lo que en realidad se lleva a cabo es el “rescate” de
Grecia para evitar su hundimiento inevitable. Pero no hay nada más
lejos de la realidad.
Por si no había estado claro antes, el
llamado segundo rescate griego ha puesto de relieve una vez más la
verdadera intención de las autoridades europeas. Las mentiras se
difunden con objeto de confundir, pero los datos contradicen la
propaganda oficial. Ninguna de las medidas de ajuste puestas en
marcha hace ya más de dos años por el gobierno griego a instancias
de las autoridades europeas e internacionales ha funcionado. Como era
predecible, porque en realidad no buscaban su recuperación ni podían
conseguirla de ningún modo, la economía griega se ha seguido
viniendo abajo, aunque ahora incluso más estrepitosamente: la
actividad ha decrecido un 14% en lo que llevamos de crisis, lo que ha
demostrado que los ajustes no son un remedio ante una recesión
económica.
Y es lógico. Es verdad que Grecia
traía de antes un mayor problema de deuda pública (entre otras
razones por la corrupción de la dictadura de los coroneles, de las
empresas que se lucraron con las Olimpiadas y por las trampas de
Goldman Sachs liderado entonces en Europa por el actual gobernador
del Banco Central Europeo), que hizo que la incidencia extraordinaria
de la crisis financiera causada por la banca internacional fuese aún
más grave en aquel país. Como ocurrió en otros países, el
gobierno griego tuvo que afrontar una gran cantidad de gasto público
suplementario a la vez que disminuían sus ingresos públicos como
efecto del parón de la actividad económica, lo que originó la
reciente espiral de endeudamiento.
La situación se podría haber resuelto
fácilmente en los primeros momentos: se trataba de una deuda entre
40.000 y 50.000 millones de euros, unas veinte veces menor que la
cantidad que los gobiernos de Alemania y Francia habían dedicado a
salvar a sus bancos privados. Y unas cien veces menor de total
gastado en Europa en ese menester. Es decir, muy pequeña en relación
con la que se ha estado dedicando al salvamento de los intereses
privados (con la diferencia, además, de que éstos eran quienes
habían provocado el daño y el pueblo griego quien lo sufría, por
mucho que ahora se quiera culpa de la deuda a la corrupción
“minorista” que es cierto que se practica bastante en Grecia).
Para afrontar con éxito el problema de
la deuda (otra cosa es acabar con los factores estructurales que lo
provocan) casi con toda seguridad hubiera bastado que el Banco
Central Europeo se hubiera hecho cargo de ella, negociando su pago en
plazos razonables con el gobierno griego, después de haber
determinado qué parte de ella es odiosa, es decir, impuesta al
pueblo griego sin su consentimiento. Y que, al mismo tiempo, se
hubiera puesto en marcha, también con el apoyo del BCE y de
Bruselas, un plan de apoyo a la actividad económica para reconducir
el modelo de crecimiento y regenerar las capacidad de creación de
ingresos en la economía helena.
Es
cierto que este cambio de dirección hubiera requerido reconfigurar
todo el modelo de crecimiento europeo, caracterizado por la
existencia de fuertes desequilibrios comerciales internos y por un
espectacular incremento de la desigualdad nacional en todos los
países, así como poner en marcha planes de estímulo público que
requerirían un nuevo sistema fiscal más justo y progresivo en la
línea de lo que hemos apuntado junto a Vicenç Navarro en
HAY
ALTERNATIVAS. Propuestas para crear empleo y bienestar social en
España.
Pero es que esa era justamente la precondición para salvar también
al resto de las economías afectadas por la crisis y a la europea en
su conjunto.
El problema naturalmente consistía en
que un cambio de esa naturaleza no era neutro desde el punto de vista
del reparto de la renta y del poder, porque suponía afectar muy
seriamente a los privilegios y a las ganancias de la banca y de las
grandes empresas europeas y muy particularmente de la banca alemana.
Incapaces de enfrentarse a estas últimas, y a pesar de que era
evidente que cualquier otra actuación iba a conducir al hundimiento
definitivo de Grecia, en primer lugar, y de los demás país después,
las autoridades europeas decidieron intervenir en Grecia con un único
principio moral y con una sola estrategia económica: la banca
primero.
Eso fue lo que llevó a dejar la
financiación de la deuda griega en manos de los bancos. Así, y
gracias a los rumores lanzados por ellos mismos y a veces por las
propias autoridades para hacer subir artificialmente la prima de
riesgo griega, la deuda se ha ido encareciéndola progresiva y
escandalosamente, hasta llegar a la situación actual, y
proporcionando paralelamente suculentos beneficios a bancos y
especuladores de todo tipo. Una espiral irracional y cuasi diabólica:
la banca provoca la crisis y genera la deuda y la propia banca se
encarga, con más deuda, de imponer el pago cada vez más oneroso a
costa de destruir la generación de ingresos que puedan pagarla.
Para evidenciar el principio de que las
deudas hay que pagarlas por encima de todo, aunque sea con
independencia de su forma de nacer y de la responsabilidad de quien
las haya provocado, las autoridades europeas no han dudado en estos
últimos años en imponer a Grecia medidas de ensañamiento tan
brutal como inadecuadas incluso para el objetivo de pagar la deuda
que decían perseguir: recortes de sueldos y salarios y de gasto
social o privatizaciones que han destruido el tejido empresarial y
millones de puestos de trabajo, ocasionando la disminución de la
actividad y de los ingresos, además de un incremento impresionante
de la pobreza y el sufrimiento social de todo tipo. Eso sí, incluso
aumentando las compras de armamento a Francia, Italia o Estados
Unidos mientras que los gobiernos de estos países imponían al
griego que bajara aún más el salario mínimo.
Al obligar a Grecia a endeudarse más
en los mercados para refinanciar su deuda pública queda patente el
diseño tan absurdo y oneroso de una unión monetaria que renuncia a
disponer de un auténtico banco central con tal de conceder
privilegios a la banca privada. Algo que no puede considerarse como
un simple error sino como la consecuencia trágica de la complicidad
entre las autoridades políticas y los poderes económicos y
financieros que se viene dando en Europa.
Tan irracional es lo que está
ocurriendo que, con tal de salvaguardar hasta el último euro de
beneficio bancario, se llega incluso a perturbar el equilibrio
financiero que la propia banca necesita para seguir ganando dinero.
Como sabemos, los bancos se encuentran
hoy casi completamente descapitalizados como consecuencia de la
quiebra que les produjo la acumulación masiva de basura financiera
en los últimos años. De ahí que tenga que ser el Banco Central
Europeo (convertido en financiero de la banca privada en lugar de
serlo de los gobiernos, como es lo que debe hacer cualquier banco
central) el que proporcione a los bancos privados todo el dinero que
deseen. Así, es que tiene barra libre al 1% en el Banco Central
Europeo para que financien a Grecia a tipos de interés mucho más
elevados. Pero como consecuencia de las primas tan altas que provocan
las presiones de la propia banca y las políticas que imponen las
autoridades que la defienden, resulta que el riesgo de impago es cada
vez más alto. Tan alto, que es seguro que la banca tendrá que
renunciar a cobrar una buena parte de la deuda. Lo que lleva al Banco
Central Europeo a intervenir, pero en lugar de salvando a Grecia,
salvando de nuevo a la banca privada, ahora comprando títulos de
alto riesgo en el llamado mercado secundario, es decir, trasladando
de nuevo los riesgos desde los bancos privados hacia su propia
entidad.
Así es como las autoridades europeas
permiten que los bancos privados hagan el agosto a costa del pueblo
griego. El objetivo no es otro que facilitarles que vayan saneando
sus balances sin dejar de obtener pingües beneficios con el dinero
del banco central, con la fuente inagotable de deuda que nace de
Grecia (porque las autoridades le imponen que se endeude para pagar
la deuda) y con las compras d Banco central Europeo. Un negocio
redondo porque el banquete lo paga otro: el pueblo griego.
La operación es cruel en grado
extremo. Para que plan funcione debe extraerse todo el beneficio que
se pueda de la deuda de Grecia pero eso hay que hacerlo evitando que
colapse el sistema financiero europeo (lo que podría ocurrir si la
economía griega llega a la completa extenuación y deja por completo
de pagar), para lo cual se precisa que Grecia agonice (haciendo subir
al máximo su prima de riesgo) pero sin perder del todo la vida. El
Banco Central Europeo y la Unión Europea son quienes se encargan de
sostener el hilillo de vida hasta que se ejecute el acto final del
plan que consistirá, muy probablemente, en un tercer rescate griego.
Aunque entonces ya solo afectará a todos los títulos que el Banco
Central Europeo ha comprando a las entidades financieras. Entonces
Grecia quedaría liberada del peso de la deuda pero solo después de
haber dejado extenuadas a su economía y a su sociedad, y ya podría
empezar a librarse allí la batalla común a la de otros países
europeos que le queda por ganar al capital privado europeo:
desmantelar los sectores públicos y modificar profundamente la
regulación económica.
No es cuestión de darle consejos a
nadie, pero más les valdría a los griegos dar un definitivo golpe
en la mesa y ser ellos los dispuestos a dejar la ruleta rusa en la
que le obligan a estar, repudiando la deuda y saliendo del euro si
hiciera falta. Pasarán años duros, pero quizá no peor que los que
les esperan dentro. Y otro países, como el nuestro, deberían ir
tomando nota. Grecia no va a padecer sola.
Publicado
en altereconomia.org
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