jueves, 15 de marzo de 2012

Una viguesa con sensibilidad química múltiple vive recluida en una 'burbuja'

UN CASO DE SÍNDROME QUÍMICO EN VIGO

Una viguesa con sensibilidad química múltiple vive recluida en una 'burbuja'

La trata un internista del Hospital Xeral y barajan como posible causa una intoxicación por metales pesados

R.SUÁREZ. VIGO - 15-03-2012

Una viguesa de 37 años, Angélica Gato Vila, padece Síndrome Químico Múltiple, una enfermedad poco conocida que la mantiene recluida en una habitación 'burbuja' en su casa de Bembrive.

Angélica, en el recinto adaptado para ella y separado
por un cristal del resto de la casa. Fuera, su marido y 
su hija. La tele y el ordenador también están tras el 
cristal,  lejos de ella. (Foto: LYDIA MIRANDA)
Para salir de esta habitación, Angélica necesita una mascarilla especial y otra distinta para ir a la calle, aunque solo tiene autonomía por unas horas. Su marido, Francisco Pérez Vila, es su principal apoyo. Impresiona la capacidad de adaptación de esta pareja, lo mucho que han aprendido sobre la enfermedad y el amor que parece existir entre ellos.

La enfermedad, que evolucionó de forma drástica en los últimos tres años, les obligó a realizar un estricto control medioambiental de la casa, a cambiar los muebles('el pino le perjudica'), a crear el recinto exclusivo de Angélica o la habitación donde ventilan todas las cosas de uso personal, desde la ropa hasta el papel higiénico, a renunciar a utilizar productos químicos como desodorante, colonia y todo tipo de jabones y detergentes (lavan la ropa con bicarbonato), y a restringir al máximo las salidas al exterior. Su espíritu de lucha se ha multiplicado. 'Todos los días salgo a hacer un recado, voy con la mascarilla, y el 95% de los días vamos a las siete de la tarde al monte porque es el único sitio al que puedo ir y respirar aire limpio, vamos con lluvia, con frío, es como el café que te puedes tomar tú pero nosotros lo llevamos en un termo', explica. Si alguna vez están quemando rastrojos, suben más arriba y no es la primera vez que llegan al campus universitario.

Angélica llevaba años siendo más sensible de lo normal a muchas cosas, pero desde hace tres años tenía que irse de una gasolinera o de un sitio muy cargado o con fumadores porque se encontraba mal. Después empezaron a poner barreras con gente que venía muy perfumada o con olor a suavizante hasta que empezó a usar unas mascarillas especiales, porque cada vez había más cosas que le provocaba esas crisis respiratorias, tos prolongada y cansancio.

Creen que su enfermedad se debe a una suma de factores. Está el hecho de haber trabajado un año en una empresa de limpieza y que 'el mundo está contaminado', pero finalmente están considerando la posibilidad que se deba a una intoxicación por metales pesados, porque tiene seis amalgamas dentales de plata y mercurio. Es también el hilo del que está tirando el médico internista del Hospital Xeral que trata su caso, Daniel Portela. Hasta llegar a él, pasaron decenas de visitas al médico de cabecera para explicarle que se mareaba, que tenía un sarpullido por todo el cuerpo, nauseas, cansancio. Casi siempre le daban un broncodilatador. Al final llegó la cita con la alergóloga del Xeral Carmen Marcos, que tras reunirse con su equipo concluyó que se trataba de una sensibilidad química múltiple y la remitían a un hospital de Barcelona mediante una solicitud extracomunitaria. Al no llegar esa cita, la remitieron a Portela, con el que están satisfechos.

‘perdí el contacto físico con mi hija, eso es lo más duro’

Una de las consecuencias de la enfermedad es que perdió el contacto físico con su hija Arancha, de 18 años, porque acercarse a ella era como una bomba de relojería, le suponía ir a la ducha, cambiarse de ropa y encontrarse mal. “Es de las cosas más difíciles de llevar”, reconoce. Arancha tiene en un armario situado fuera de la casa, en un bajo, los productos de aseo personal para no perjudicar a su madre. El marido dejó de saludar con un beso o con la mano a otras personas para no contaminarse, y hace diariamente el protocolo para convivir con ella, se lava con bicarbonato, se echa aceite de sésamo y cuando todo está en orden entra por la noche en el dormitorio del matrimonio, donde han adecuado todos los muebles, desde la cama a los armarios (son estantes sin puertas), y donde existe una primera puerta de cristal para acceder a un pequeño vestíbulo y luego otra puerta de madera. n

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