¿CUÁL
ES LA FINALIDAD DE LA CIENCIA?
”Hablan
mucho de las renovables, pero es la duquesa de Alba la que gana más
con ellas”
En
los últimos meses hemos vivido dos importantes hitos científicos:
el hallazgo del bosón de Higgs y la llegada del Curiosity a Marte.
Los investigadores estaban entusiasmados y los medios respondieron
dando una gran cobertura informativa. Pese a esto, el comentario más
habitual que se oía sobre el asunto en oficinas, hogares y bares era
que no se debería gastar tanto dinero en cosas como esas, que no
sirven para nada. El físico nuclear Manuel
Lozano Leyva,
veterano
divulgador científico, acaba de publicar su nuevo libro, El
fin de la ciencia
(Debate),
cuyo
principal objetivo es acabar con esta ignorancia sobre los avances
científicos.
Según
el físico es muy sencillo justificar el gasto en investigación
científica: “El bosón de Higgs es como las catedrales antiguas.
¿Para qué sirve una catedral? Para adorar a Dios, no te fastidia.
¿Por qué había intrigas y conspiraciones para que una catedral se
construyera en un lugar y no en otro? Suponía un mercado semanal,
trabajo durante muchos años y, al final y sobretodo, se aprendió a
construir en piedra. Hasta entonces todas las casas eran de adobe o
madera y ardían con muchísima facilidad. La
gente dice ahora que el bosón de Higgs no vale para nada. Pues
claro, no vamos a comer sopa de bosón.
Pero
los tíos que han estado persiguiendo el hallazgo del bosón son
gente que en sus campos de investigación son buenísimos y luego van
a ir a las empresas, se van a colocar y van a hacer cosas que le
interesen a la sociedad”.
En
cualquier caso, apunta Lozano, “los beneficios de la ciencia
muchas veces ni siquiera se conocen”. Como todo el mundo sabe,
numerosos hallazgos decisivos para la humanidad fueron fortuitos,
surgieron como algo secundario dentro del entramado científico y
acabaron siendo decisivos. Pero no habrían existido sin ese mismo
entramado. El físico cuenta como, en
el mismo centro donde se ha hallado el bosón de Higgs, el CERN,
asistió al nacimiento del germen de internet: “Yo
estuve en el año 89 en el CERN.
Estaba con unos colegas en el
despacho cuando recibí un mensaje de la división de informática.
Decían que habían ideado una manera para que, dentro del CERN y
después en otros centros científicos, se pudiera distribuir la
información que se estaba produciendo en los ordenadores. Acababan
de inventar la World Wide Web. ¿Sabes lo que dijimos? 'Mira, otra
guaracha de los cabrones de los informáticos que nos tienen
mareados'. Aquello era el germen de internet. Ni siquiera nosotros
previmos la importancia que podía tener eso.
Ciencia
para políticos
Siguiendo
un criterio, normalmente acertado, las editoriales suelen cambiar el
nombre de los libros propuestos por los científicos que, todo sea
dicho, no suelen ser muy buenos titulando sus obras. El libro de
Lozano iba a llamarse en un principioCiencia
para políticos.
El nombre quizás no fuera acertado, pero define a la perfección el
objetivo último del mismo. Lozano tiene una tesis clara: “Pensar
que hoy en día se puede ejercer la democracia siendo ajeno a la
ciencia no es realista. El objetivo último del libro es que los
ciudadanos tengan un elemento más por el que decidir su voto”
“Pensar
que hoy en día se puede ejercer la democracia siendo ajeno a la
ciencia no es realista”
En
su opinión, la
ciudadanía está muy desinformada sobre las decisiones políticas
que atañen a la ciencia,
y
sobre las cuestiones científicas que afectan a la política: “Hay
que saber para qué se utiliza la ciencia y para qué sirve. La gente
dice que la energía nuclear es de derechas. Ahora dependemos del gas
de Putin, algo que constituye un problema de soberanía nacional. Si
nos cortan el grifo tenemos gas solo para seis días. Hablan mucho de
las renovables, pero es la Duquesa de Alba la que gana más con
ellas. Todo el mundo está en contra de Garoña. Al final quien
decide cerrar la central son los dueños, pero el recibo de la luz
cada vez es más caro, y ese sí lo pagamos todos. Cuando vas a
votar, ¿por qué lo haces? No es por más de cinco o seis razones.
Quiero que la ciencia sea una más y que no te engañen”.
Según
cuenta Lozano en su libro, Galileo fue uno de los primeros
científicos en darse cuenta de que “el
objetivo de la ciencia no es sólo satisfacer tu propia curiosidad,
sino aumentar el bienestar de los demás y beneficiarse de ello”.
Para el físico la ciencia es el motor principal del desarrollo de un
país, y cercenarla en tiempos de crisis es el peor error que pueden
cometer los políticos. Para ver la importancia que tiene la ciencia
en el conjunto de la economía Lozano propone hacer un sencillo
ejercicio: “Coge el IBEX 35 y quítale a los bancos. Verás lo que
hacen el resto de empresas. Son todo un tinglado de ingenierías,
empresas de energía y de tecnología; las únicas que están
aguantando mínimamente la crisis”.
En
busca de un nuevo modelo productivo
Se
ha hablado mucho de un cambio de modelo productivo, que se centre en
la innovación, pero Lozano cree que los políticos están haciendo
todo lo contrario: “Hay
una incompetencia flagrante de parte de los políticos
y,
quizás, los periodistas y científicos han fallado al explicar a la
ciudadanía qué aporta la investigación al conjunto de la sociedad.
Es una cuestión de incultura. Hay un montón de casos que demuestran
que invertir en investigación es lo mejor que se puede hacer para
superar una crisis. Un ejemplo. Japón construyó un sincrotrón, un
mini-CERN, el más potente del mundo por aquel entonces, a principios
de los 90, en un momento de crisis profunda. Se dieron cuenta de que
había que cambiar el modelo productivo. Costaba una pasta tremenda,
y tuvieron que hacer un esfuerzo enorme para conseguirla. No era la
época de vacas gordas, en la que da igual construir un aeropuerto
por el que no pasan aviones. Por lo pronto trabajó un montón de
gente: ingenieros, físicos, químicos, expertos en electrónica,
ópticos… Lo hicieron como pudieron. Hubo frenazos. Lógico. ¿Qué
pasó cuando se superó la crisis? Aquello era la joya de la corona
de todo Oriente. Un montón de gente que había trabajado allí, no
en la construcción, eran expertos en un montón de tecnología y
acabaron trabajando en las grandes empresas de Japón y montado
muchas otras nuevas”.
“Invertir
en investigación es lo mejor que se puede hacer para superar una
crisis”
En
realidad, explica Lozano,
la
ciudadanía ya es consciente de la importancia de invertir en
conocimiento: “Piensa
en los dos millones y pico de familias españolas que están pasando
apuros. ¿Qué hace una familia como esta? El padre las chapuzas que
pueda, la madre intentará limpiar escaleras o lo que sea, comerán
pasta todos los días, carne los domingos si acaso, y al cine no irán
ni de coña. ¿Sabes lo último que van a hacer? Sacar a los niños
del instituto para que se busquen la vida. Al revés. Seguramente lo
que harán es exigirles estudiar más. ¿Por qué hacen esto las
familias pero no lo hace el Estado?”.
Las
amenazas de la ciencia
Para
Lozano, los recortes en investigación tienen consecuencias
gravísimas que pueden retrasar el progreso del país durante muchos
años y, lo más grave, van a hacer que las mentes más brillantes de
España se vean obligadas a emigrar: “En las universidades y los
laboratorios si no se puede renovar el equipo se aguantan dos o tres
años, si no se viaja a congresos nos aguantamos, pero como no se
incorporen investigadores jóvenes estamos jodidos. Y están
recortando las becas y los contratos. ¿Qué es lo que pasa? Que se
van fuera. Mi mujer es alemana, de Hamburgo, y da clases de alemán
en el instituto de idiomas de la Universidad de Sevilla. Nunca ha
tenido tantos estudiantes y tan brillantes como ahora. Todos los
ingenieros están estudiando alemán. Eso es trágico. Podemos entrar
en una dinámica de mediocridad. Mira cómo está la universidad
española, ha ido decayendo. Como
se corten las becas se van a quedar en España sólo los estudiantes
mediocres”.
“Todos
los ingenieros están estudiando alemán para irse de España. Eso es
trágico”
No
es la única amenaza para la ciencia sobre la que advierte Lozano. La
otra son los enemigos clásicos de ésta: los charlatanes y la
religión. Sobre este tema el físico tiene las ideas claras, la
pseudociencia parece estar remitiendo gracias al esfuerzo de la
comunicación científica, pero la religión sigue dando batalla:
“Religión
y ciencia son antagónicas.
Pueden
decir lo que quieran sobre la convivencia pacífica, pero a nosotros
la convivencia nos la da el código civil y penal, porque si no a mi
esta gente me perseguiría. El fundamentalismo islámico es un
problema monstruoso, pero es mucho más grave que un mormón, Mitt
Romney,
sea
capaz de llegar a ser presidente de los EE.UU. Si analizas los
elementos de la religión mormónica te das cuenta de que no estamos
hablando de fanatismo, estamos hablando de irracionalidad. Que
un tipo de estructura mental irracional llegue a dominar el complejo
científico-técnico más poderoso del mundo, que es EE.UU... Eso sí
que da miedo”.
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