Texto: David Berlanga
Fotos: A. Galisteo
Da igual qué haya sido esta vez. Estás
ahí, al otro lado del cristal, con tu mascarilla y tu soledad.
Sufres eso que llaman Síndrome de Sensibilidad Química Múltiple. Y
sufres la incomprensión de quienes nunca han oído hablar de esa
maldita enfermedad aún no reconocida oficialmente.
Y
tú lo explicas. Lo has hecho cientos de veces: “Mi cuerpo no
resiste el contacto con elementos químicos. ¿Qué químicos? Todos.
Los de los productos de limpieza, los perfumes, los de los tintes de
la ropa, insecticidas, fertilizantes, el cloro del agua, los de la
pintura sintética, el mercurio de algunos pescados, los
desodorantes, los suavizantes, el humo de los coches…”.
Luego
te miran raro cuando dices… “Esa colonia que llevas me está
mareando”. Sí, te miran raro. Sensibilidad Química Múltiple. Los
elementos químicos te matan. ¿Pero qué haces si todo lo que te
rodea está lleno de química? Días de encierro en casa. Salidas
imprescindibles con mascarilla. Miradas incómodas.
Te sientas en tu cocina, tu reino libre
de tóxicos. Te sirves un café ecológico, con leche ecológica y un
par de cucharadas de azúcar ecológica. Estás ahí, sentada,
asistiendo a tu propio deterioro físico y orgánico mientras yo te
miro a través del visor de mi cámara y pienso… La vida en una
burbuja.
Ya está en marcha LA VIDA EN UNA
BURBUJA , un proyecto documental que retrata el día a día de
quienes padecen Sensibilidad Química Múltiple. Cine y fotografía
sobre vidas truncadas por los tóxicos.
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