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on 13
enero 2013
Los
efectos de la situación económica se dejan notar también en la
salud, más infecciones y, sobre todo, más problemas de salud
mental. La crisis se ceba también con nuestra salud. Artículo de
Daniel Font y A. P. Cañedo en Diagonal
periódico.net.
Contra
los recortes. Decenas de personas se encerraron en el Centro de Salud
Mental de Puente de
Vallekas (Madrid)./
WILLIAM
CRIOLLO
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¿Sabía
que si es usted desempleado tiene entre tres y siete veces más
riesgo de padecer problemas mentales? ¿Y
que las desigualdades socioeconómicas restan años de vida? Son
algunas de las relaciones entre crisis y salud, que no siempre son
evidentes y que, a veces, pueden ser contradictorias. Por ejemplo,
está demostrado que en épocas de crisis descienden los accidentes
de tráfico: cuanto más desempleo, menos personas cogen el coche
para ir a trabajar (y eso sin contar el precio de la gasolina).
Además, el aumento de horas de sueño de los desempleados tiene
efectos positivos sobre su salud.
Sin
embargo, la
crisis tiene otros efectos menos halagüeños: existe una fuerte
correlación entre desempleo, nivel de ingresos y salud. Y
no es precisamente buena. Carles Muntaner, catedrático de
Enfermería, Salud Publica y Psiquiatría de la Universidad de
Toronto (Cánada), comenta que “hay estudios que relacionan las
altas tasas de desempleo con un aumento de la depresión, el
alcoholismo y el suicidio”. De hecho, se ha llegado a cuantificar
que un
incremento del 1% en la tasa de paro se traduce en un incremento del
0,8% en
la tasa de suicidios entre los menores de 65 años. Martin McKee,
director del Observatorio Europeo de Políticas y Sistemas
Sanitarios, afirmaba en la inauguración de las VI
Jornadas de Salud Pública: crisis y calidad de vida
que, tras años de disminución, desde 2008 el número de suicidios
se ha incrementado en toda Europa. “La excepción es uno de los
países que evitó las políticas de actualidad: Austria”, añadía.
Los
datos sobre crisis económica y salud mental en España sólo llegan
hasta 2010, y lo mismo sucede en cuanto al consumo
de antidepresivos que, según el Instituto Nacional de Estadística,
subió un 30,5% entre 2005 y 2010.
El de benzodiacepinas, un ansiolítico y sedante usado principalmente
para el insomnio, aumentó un 12,9%. “Crece la percepción de
desamparo social y hay más consultas por ansiedad y depresión”,
comenta Jordi Reviriego, médico de familia y psicoterapeuta. “Muchas
personas necesitarían soporte psicológico, pero los recortes han
agravado la ya deficiente atención psicológica en el sistema
público de salud, dejando sólo el tratamiento con fármacos, por lo
que la psicoterapia es fundamentalmente privada. Quién más lo
necesita, frecuentemente no se lo puede pagar”, continúa.
En
concreto, España cuenta con 4,3 psicólogos por cada 100.000
habitantes frente a los 18 de la media europea, según el Colegio
Oficial de Psicólogos. “La
industria farmacéutica ha sabido aprovechar este escenario y se
trata con fármacos a pacientes que sólo necesitan ayuda psicológica
o mejorar su situación social y económica”concluye
Reviriego. Asociaciones solidarias como la Confederación Española
de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental
(FEAFES) atienden a personas que no pueden costearse las terapias. Su
presidente, José Mª Sánchez Monge, recalca que “la farmacopea es
importante, pero hay que completar el tratamiento con la atención
comunitaria y establecer la terapia más adecuada y personalizada
para cada persona. Hay
enfermos crónicos en situación muy peligrosa porque no reciben la
atención adecuada, como inmigrantes, sin techo o presos que
sufren alguna enfermedad mental”. Monge recalca que su labor es
cada vez más difícil por la falta de recursos de las
administraciones públicas. “Algunas entidades de la Confederación
han cerrado y otras instituciones, como Cruz Roja, se han hecho cargo
de las personas que atendían”.
Más
enfermedades infecciosas
La
crisis –y los recortes– también tienen efectos sobre las
enfermedades infecciosas. Así, en Grecia han aparecido nuevos brotes
de malaria, una enfermedad extinguida en Europa y de la que no se
registraban casos en el país heleno desde 1974. Investigadores del
Centro de Control y Prevención de Enfermedades griego alertaban
además del incremento de infecciones de VIH entre drogodepedientes y
de la aparición, por primera vez en el país, del virus del Nilo
occidental (262 casos entre 2010 y 2011).
Los
investigadores recordaban que en
épocas de crisis, la extensión de enfermedades infecciosas podía
verse favorecida por las peores condicionesdesde
“desempleados, personas sin hogar o con pocos recursos y
poblaciones migrantes”. También por “la dificultad del acceso al
tratamiento y la caída de calidad del sistema público de salud”,
todo lo cual les llevaba a afirmar que, en lo que a enfermedades
infecciosas se refiere, las perspectivas de salud y prosperidad de la
población griega son “desafortunadamente, no muy buenas”.
De
hecho, la Organización Mundial de la Salud clasificaba en un
reciente informe
las respuestas de los países a la crisis como buenas, malas o
terribles. Entre las dos últimas se contaban las medidas para
reducir la cobertura sanitaria y la introducción de sistemas de
copago, dado que fomentan las desigualdades de acceso sanitario.
Políticas
sociales: la mejor medicina
Los
médicos de atención primaria como Mª José Fernández lo tienen
claro: “La mejor manera de tratar los problemas mentales es no
desmontar el Estado del bienestar y crear sistemas de apoyo a las
personas más vulnerables y afectadas por la crisis”. Fernández,
que forma parte del Fòrum
Català d’Atenció Primària
(FOCAP), afirma que “la pertenencia a redes sociales de apoyo como
la Plataforma de Afectados por la Hipoteca cura más que nosotros y,
por supuesto, que los fármacos”.
La
mayoría de los estudios afirman que el grado de protección social
de un país es extremadamente importante para hacer frente a los
problemas sanitarios provocados por la crisis. “Experiencias
pasadas han demostrado que países con un buen desarrollo del Estado
del bienestar y un buen sistema de protección social son más
capaces de evitar los suicidios”, afirma Martin McKee. Y, en
general, las peores consecuencias de la crisis sobre la salud. “Las
más importantes son las políticas para activar el mercado laboral”,
apostilla en el vídeo
de inauguración
de las jornadas sobre crisis y calidad de vida organizadas por la
Escuela
Andaluza de Salud Pública.
Por
eso, los recortes sanitarios son en general mal recibidos por los
profesionales del sector: “Una cosa es aprovechar para hacer
reformas necesarias y otra, desmantelar un sistema efectivo, con
altos índices de satisfacción, muy barato, de los más baratos de
la UE-15, y con unos resultados muy buenos. No hay que olvidar que
estamos a la cabeza de los principales indicadores de salud, como la
tasa de mortalidad infantil, neonatal y maternal o la esperanza de
vida”, afirma Carlos Artuondo, psiquiatra experto en salud pública
y director de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Artuondo apunta
que no hay evidencia de que los sistemas privados sean más efectivos
que los públicos, más bien al contrario.
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