29/05/2013
Se
desconoce el motivo exacto de este incremento, pero las últimas
investigaciones señalan a una mayor susceptibilidad de las mujeres a
los factores medioambientales que podrían condicionar la enfermedad.
Después
de la epilepsia, la esclerosis múltiple (EM) es la enfermedad
neurológica más frecuente en los adultos jóvenes. Además, en los
países desarrollados, es la segunda causa de discapacidad de los
jóvenes, por detrás de los traumatismos craneales, principalmente
generados por accidentes de tráfico. De acuerdo a los datos
manejados por la Sociedad Española de Neurología (SEN), en España,
unas 46.000 personas padecen EM, una enfermedad que conmemora el
último miércoles de mayo su Día Mundial. Cada año, se detectan
1.800 nuevos casos
En
las últimas dos décadas, el número de pacientes con EM se ha
duplicado por dos y, a medida de que se incrementan los casos de
esclerosis múltiple, también parece aumentar la proporción de
mujeres que la padecen. “Aunque la EM siempre ha sido más
frecuente en mujeres que en hombres, el riesgo relativo, es decir la
probabilidad de que una mujer llegue a padecer la enfermedad, ha
pasado del 1,4 de los primeros estudios, al 3,2 actual”, señala la
Dra. Ester Moral Torres, Coordinadora del Grupo de Estudio de
Enfermedades Desmielinizantes de la Sociedad Española de Neurología
(SEN). “Puesto que aún se desconoce cuál es el origen de la
enfermedad, resulta complicado explicar el motivo exacto de este
incremento. No obstante, se han identificado ciertos factores
medioambientales que podrían condicionar la enfermedad y, las
últimas investigaciones parecen apuntar a una mayor susceptibilidad
de las mujeres hacia éstos”.
Aunque
todavía no están claros los factores que influyen en la aparición
de la EM parece que existe un determinante medioambiental en la
patogenia de la EM. A este respecto se barajan dos hipótesis: la
higiene, ya que un menor contacto con agentes infecciosos parece
favorecer las enfermedades autoinmunes; y la vitamina D, puesto que
hay un mayor número de casos en los países con menos sol. Pero
también existe un componente genético que resulta clave para
comprender el origen de esta enfermedad, ya que aunque esta
enfermedad no es hereditaria, sí que existen variaciones genéticas
que aumentan el riesgo de desarrollarla. “No obstante, aún no está
claro por qué se activan los genes relacionados con la aparición de
la enfermedad en algunas personas, mientras que en otras no”,
señala la Dra. Ester Moral.
Otra
de las razones que explica el aumento de los casos de esclerosis
múltiple, es el gran avance que se ha producido en las técnicas
diagnósticas. Aunque el diagnóstico de la EM es clínico, el
desarrollo tecnológico y la aparición de varias pruebas
complementarias, como la resonancia magnética (RM) o el análisis
del líquido cefalorraquídeo, han ayudado a agilizar el diagnóstico
de la enfermedad, lo que a su vez permite el tratamiento precoz.
“El
tratamiento precoz de la enfermedad es vital para prevenir la
discapacidad neurológica a largo plazo. Y pesar de que no disponemos
de un tratamiento definitivo, en los últimos 15 años hemos asistido
a importantes avances. De no tener ningún fármaco disponible, hemos
pasado a manejar varios con alto grado de eficacia y cada vez más
fáciles de administrar, lo que a su vez ha aumentado el grado de
adherencia de los pacientes a los mismos”, comenta la Dra. Ester
Moral. “Además, en los próximos meses se espera la aprobación de
varias terapias orales y anticuerpos monoclonales, que supondrán
otro avance en el tratamiento futuro de la esclerosis múltiple y en
el camino de individualizar cada vez más los tratamientos”.
La
esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune en la que, por
error, el sistema inmunitario ataca la propia mielina de las
neuronas. La alteración de la sensibilidad (45%), dificultad para
coordinar los movimientos (40%) y trastornos visuales (20%) suelen
ser los primeros síntomas de esta enfermedad, aunque también pueden
aparecer otros como alteraciones cognitivas o pérdida de fuerza. La
fatiga también es algo característico de esta enfermedad, puesto
que está presente en el 76% de los pacientes. En el 85% de los
pacientes la enfermedad se inicia por lo que se denominan brotes, es
decir, con recaídas o exacerbaciones de síntomas o signos de
disfunción neurológica de duración superior a 24 horas.
Los
primeros síntomas de la enfermedad suelen aparecer en edades
comprendidas entre los 20 y 40 años, aunque entre en el 2 y el 5% de
los pacientes los síntomas comienzan antes de los 16 años
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