“Las marcas de moda convierten los
ríos del mundo en desagües privados”, dice Manfred Santen, de
Greenpeace. Algunas de las sustancias químicas utilizadas pueden
producir trastornos hormonales y hasta cáncer. “En el país de
fabricación de las prendas textiles, esas sustancias desembocan en
los ríos a través de las aguas de desecho”, explica Santen. Pero
también más tarde, cuando la ropa se vende en otros países, sigue
despidiendo sustancias químicas al ser lavada, afectando así el
agua potable y el espacio vital de los peces de todo el planeta.
Campaña
Detox, de Greenpeace, fue
un éxito.
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Todas las marcas líderes de la
industria textil emplean productos tóxicos, según pudo comprobar
Greenpeace a mitades de 2012. La organización ecologista analizo
141 prendas de 29
países, en laboratorios independientes: jeans, vestidos, camisetas y
ropa interior de marcas como Armani, Benetton, Calvin Klein, Diesel,
Esprit, Gap, H&M, Jack&Jones, Levi's Mango, Metersbonwe,
Only, Tommy Hilfiger, Vero Moda, Victoria's Secret y Zara. El
resultado aterró a Santen: “No hallamos sustancias peligrosas en
todas las prendas, pero sí en cada una de las marcas”, dijo.
Por ejemplo, en la marca de moda Zara,
del grupo español Inditex, el laboratorio detectó en un jean la
sustancia cancerígena NPE (Etoxilato de nonilfenol), que se degrada
y produce una sustancia que, además de ser venenosa para los peces,
actúa como disruptor hormonal. Esta sustancia se podría remplazar
por otras no tóxicas. Las compañías alemanas dejaron de usar NPE
en 1986 voluntariamente. En la Unión Europea, el uso de NPE está
regulado estrictamente y desde 2005 solo puede usarse si no se vierte
en los desagües. Pero la situación en otros países del mundo es
muy distinta.
Exitosa campaña Detox, de
Greenpeace
Luego de la campaña Detox, de
Greenpeace, algunas marcas, como Adidas, Nike y H&M se
comprometieron a abandonar el uso de sustancias perjudiciales para la
salud y para el medio ambiente hasta el 2020. Zara incluso anunció
que dejaría de usar por completo NPE a partir de mayo de 2013. Es
por eso que Greenpeace exige que las compañías cumplan con lo
prometido. “Queremos saber exactamente cuándo dejan de utilizar
esos productos por completo”, dice Santen, y añade que Greenpeace
planea controlar la puesta en práctica de esa medida.
La rama textil en el mundo aún no
cuenta con suficientes controles.
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El problema, sin embargo, reside en que
detrás de esas promesas hay enormes desafíos. “Muchas veces las
empresas desconocen qué talleres producen los componentes de su
vestimenta”, algo que sucede a menudo en las llamadas marcas defast
fashion”, señala el experto, como H&M y Zara. Para poder
seguir el ritmo acelerado de las nuevas tendencias, dichas compañías
deben diseñar, producir y exportar prendas a otros países en muy
pocas semanas. En ese marco de gran esfuerzo logístico “es difícil
no perder el control sobre quién fabrica cada producto textil”,
subraya Santen. “Un fabricante tiene cerca de 100 o 200 proveedores
en China, Pakistán o Bangladesh, y éstos, a su vez, compran las
sustancias necesarias para tratar hilos y telas de diferentes
compañías, algunas de ellas, pequeñas empresas familiares, señala,
por su parte, Alex Föller, director ejecutivo de la asociación
TEGEWA, que representa a compañías que fabrican productos químicos
para la elaboración o lavado de telas.
Ropa con sustancias no tóxicas no
es más cara
Según experto, también se debería
controlara proveedores de la industria
textil.
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Si las compañías desistieran del uso
de NPE, eso no encarecería el precio de la vestimenta, asegura
Föller. La diferencia sería de apenas unos céntimos. Pero los
controles, en cambio, sí podrían generar mayores costos. “Al
menos en pruebas por muestra, las marcas deben verificar si sus
proveedores cumplen con las normas”, explica. Pero Föller sugiere
que “a los proveedores también se les debería advertir que corren
peligro de que no se los contrate más si no respetan las reglas”.
Eso funciona muy bien en la industria
automotriz. Desde hace varios años, las proveedoras de autopartes
deben garantizar con su firma que los productos que utilizan son
atóxicos. Hans Pfeil dirige el departamento de toxicología en la
filial de Ford de la ciudad de Colonia. “Si detectamos que no se
cumple con nuestras exigencias, aclaramos el caso en detalle”,
explica. Si un proveedor de partes no deja de usar sustancias
peligrosas, ya no se le permite trabajar con la empresa, dice Pfeil.
El objetivo de Greenpeace es que también en los ríos de Bangladesh,
China y Vietnam se dejen de volcar aguas de desecho que contienen
sustancias tóxicas. El ejemplo de la industria del automóvil lo
demuestra claramente: también las cadenas complejas de distribución
pueden ser controladas eficientemente.
Autor: Ralph-Heinrich Ahrens /
CP
Editor: Claudia Herrera Pahl
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