(desenmascarando a Big
Pharma)
LA
POCA ÉTICA DE LAS GRANDES FARMACÉUTICAS, QUE SE SITÚAN EN UN CLARO
CONFLICTO DE INTERESES, PONE EN RIESGO LA SALUD MUNDIAL.
POR:
ALEJANDRO
DE POURTALES
- 07/02/2014
La
industria farmacéutica tiene un conflicto de intereses que
compromete el ejercicio de la medicina en todo el mundo. De manera
muy sencilla: los ingresos que las grandes farmacéuticas obtienen
–conocidas como Big Pharma, algunas de las empresas de mayores
ganancias en el mundo– se incrementan entre más enfermos hay que
recurren a fármacos para tratar estas enfermedades –y entre más
se prolongan las mismas. Esto no es un secreto, el
Premio Nobel Richard J. Roberts declaró en una entrevista que
las farmacéuticas no invierten en desarrollar medicamentos que
curan, sí
en
medicamentos cronificadores que pueden ser consumidos de forma
serializada. De nuevo simplificando: este procedimiento no es
distinto al de un dealer de una droga fuerte que fomenta la adicción
de sus clientes. Roberts no es el único, lo
mismo ha sido dicho
por el también Premio Nobel Thomas Steitz (para mantener el nivel de
whistleblowers,médicos
e investigadores que conocen de cerca la industria).
Hay
que decirlo sin atenuantes, la excesiva medicación a la cual estamos
sometidos por la industria de la salud en connivencia con las
farmacéuticas es uno de los principales problemas de salud de la
humanidad (tal vez el más grande junto con la calidad de nuestros
alimentos procesados). Que existe una relación de complicidad entre
la industria farmacéutica y los médicos practicantes –el enlace
de la droga– queda demostrado por las
docenas de millones de dólares que pagan estas compañías a
doctores cada año
sólo en Estados Unidos para que recomienden sus medicamentos. Esto
incluye el ofrecimiento de viajes y regalos a doctores para que
preescriban antidepresivos a niños. Organismos
reguladores han registrado numerosas violaciones,
específicamente relacionadas a un agresivo marketing por parte de
grandes farmacéuticas como GlaxoKlineSmith, las cuales han hecho
creer a los consumidores que sus productos sirven para tratar
diversos padecimientos cuando sólo han sido aprobados para tratar
uno. Su
poder de lobby es inmenso,
hasta el punto de exigir al gobierno de Obama en su reforma que no
tocara el precio de los medicamentos.
A
esto podemos agregar el vicio irresponsable que se ha desarrollado
entre los médicos de recetar medicamentos salvajamente sin tomar en
cuenta efectos secundarios y la fácil dependencia que estos forman.
Focalizando el tratamiento en aliviar síntomas o tratar las
patologías sin incluir una visión integral de la salud ha provocado
que cuando los medicamentos logran curar algo poco después sea
necesario tomar otros medicamentos para curar nuevos padecimientos
generados por el abuso de esos medicamentos. Tan sólo en el caso del
virus de la gripe, la recomendación por años difundida de que las
personas tomarán antibióticos –cuando estos no son efectivos
contra los virus– ha sido una de las causas de que las bacterias
hayan evolucionado y se vuelvan superresistentes a nuestros
antibióticos, hasta el punto de que podrían representar, en
palabras de Harold Bloom, una nueva “peste negra” de proporciones
aumentadas, un mismo panorama apocalíptico pronosticado por el
profesor
Jeremy Farrar
del Wellcome Trust. Asimismo, la costumbre de tomar antigripales –que
básicamente sólo tienen un efecto analgésico– hace
que los virus se propaguen con mayor eficacia,
en algo que revela una costumbre profundamente inconsciente y
egoista: aliviarnos a corto plazo sin pensar en las consecuencias
futuras o aliviarnos de manera individual pero enfermarnos como
sociedad. Estas son apenas algunas de las costumbres promovidas por
los doctores (con las plumas más veloces del Oeste) en países donde
en cada equina se puede encontrar una farmacia (como México o
Estados Unidos).
Anteriormente
hemos escrito sobre
la relación entre la la locura y la creatividad
y
cómo existe en nuestra sociedad una clara tendencia a medicar e
institucionalizar a aquellas personas que resaltan por sus
diferencias cognitivas, muchos de los cuales podrían ser genios o
simplemente estar atravesando una etapa de malestar transitoria. Pero
después de altas dosis de medicamentos psicotrópicos muchos de
ellos pierden ese diferenciador, y no hay mecha o marcha atrás.

Mito
1: Tu enfermedad es causada por un desbalance químico
No tenemos idea qué interrelación de
condiciones psicosociales, procesos bioquímicos, receptores y vías
neurales entran en juego en una enfermedad mental y las teorías de
que los pacientes deprimidos carecen de serotonina o que los
pacientes con esquizofrenia tienen demasiada dopamina han sido
seriamente cuestionadas… No existe un desbalance químico, pero
cuando tratamos una enfermedad mental con fármacos, creamos un
desbalance químico, una condición que el cerebro trata de
contrarrestar.
Esto significa que empeoras cuando
dejas de tomar la medicina. Un alcohólico también empeora cuando no
hay alcohol, pero esto no significa que carecía de alcohol en su
cerebro cuando empezó a beber.
La
gran mayoría de los doctores le hace mal a sus pacientes al decirle
que los síntomas de abstención significan que todavía están
enfermos y que necesitan seguir medicándose. Así, los doctores
hacen crónicos a sus pacientes…
Mito
2: Es fácil dejar los antidepresivos
Un
doctor dijo esto en la reciente reunión de psiquiatras…
afortunadamente fue contradecido por dos profesores. Uno de ellos
había hecho un estudio con pacientes que sufrían de pánico y
agorafobia y la mitad de ellos tuvieron problemas en dejarlos aunque
seguían un plan gradual. No podía ser porque la depresión
regresaba, ya que los pacientes no estaban deprimidos en primera
instancia. Los síntomas de abstinencia son provocados por los
antidepresivos no la enfermedad.
Mito
3: Los fármacos psicotrópicos para las enfermedades mentales son
como la insulina para los diabéticos
Muchos pacientes han escuchado esto.
Cuando le das insulina a un paciente con diabetes, le das algo que le
falta. Pero como no podemos demostrar que un paciente con una
enfermedad mental carece de algo que las personas que no están
enfermas no carecen, es equivocado usar esta analogía.
Mito
4: Los fármacos psicotrópicos reducen el número de pacientes
crónicamente enfermos
Tal
vez el mito más grande de todos. El periodista científico Robert
Whitaker demuestra en “Anatomy
of an Epidemic”
que el aumento en el uso de fármacos no sólo mantiene a los
pacientes en el rol de enfermos, también hace que muchos problemas
que habrían sido transitorios se conviertan en enfermedades
crónicas.
En Estados Unidos los psiquiatras
reciben más dinero de los fabricantes de los medicamentos que
doctores de cualquier otra especialidad y aquellos que reciben más
dinero tienden a preescribir antipsicóticos a los niños en mayor
medida. Esto genera una razonable sospecha de la corrupción de la
imparcialidad académica.
Antes de 1987, el año en que la nueva
generación de antidepresivos llegó al mercado, muy pocos niños en
Estados Unidos eran mentalmente discapacitados 20 años después
habían 500 mil, un incremento de 35x.
Los
antipsicóticos son sumamente peligrosos y son una de las razones por
las que los pacientes con esquizofrenia viven 20 años menos que los
demás. He estimado en ‘Deadly
Medicine and Organized Crime’,
que tan sólo el medicamento Zyprexa ha matado a 200 mil pacientes en
el mundo.
Mito 5: “las pastillas felices” no
causan suicidios en niños y adolescentes
Algunos profesores aceptan que las
pastillas felices [antidepresivos: inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina) incrementan la incidencia del
comportamiento suicida pero mantienen que no necesariamente llevan a
más suicidos, aunque está documentado que existe una clara
relación. El CEO de Lundbeck, Ulf Wiinberg, incluso dijo en una
entrevista en 2011 que estas pastillas reducían la cantidad de
suicidios en niños y adolescentes. Cuando el reportero le pregunto
por qué entonces existían advertencias en los paquetes, Wiinberg
contstó que esperaba que las autoridades cambiarán estas
advertencias.
Se han documentado suicidios en
personas sanas, detonados por las pastillas felices… Es verdad que
la depresión incrementa el riesgo del suicidio, pero las pastillas
felices lo elevan aún más, al menos en personas menores a 40 años,
esto según un meta-análisis de 100 mil pacientes realizado por el
FDA.
Mito
6: Las pastillas felices no tienen efectos secundarios
Las pastillas felices tienen muchos
efectos secundarios. Remueven los puntos más altos y bajos de las
emociones… los pacientes se preocupan menos de las consecuencias de
sus actos, pierden empatía hacia los demás, lo cual puede provocar
que lleguen a agreder a los demás. En las matanzas escolares de
Estados Unidos, varios de los involucrados han estado bajo efectos de
sustancias antidepresivas.
En un estudio se determinó que
problemas de índole sexual se generaron en el 59% de 1022 pacientes
que tenían una vida sexual normal antes de tomar antidepresivos.
Mito
7: Las pastillas felices no son adictivas
El argumento que se hace para sostener
esto es que los pacientes no necesitan aumentar la dosis. Pero
entonces ¿debemos de pensar que los cigarros no son adictivos,
cuando la gran mayoría de las personas fuma la misma cantidad por
años?
Mito
8: La prevalencia de la depresión se ha incrementado mucho
Esto es algo que no podemos afirmar ya
que el criterio para hacer un diagnóstico ha sido bajado numerosas
veces durante los últimos 50 años.
Mito
9: El problema no es el sobre tratamiento sino el subtratamiento
En 2007 un sondeo mostró que 51% de
108 psiquiatras dijo que usaban demasiados medicamentos y sólo el 4%
dijo que se usaban demasiado pocos. Entre el 2001 y el 2003 el 20% de
las personas entre 18 y 54 recibió tratamiento por problemas
emocionales en Estados Unidos.
Mito
10: Los antipsicóticos combaten el daño cerebral
Algunos médicos dicen que la
esquizofrenia daña el cerebro y por lo tanto es importante usar
antipsicóticos. Sin embargo, los antipsicóticos tienden a reducir
el tamaño del cerebro y este efecto está relacionado a la dosis y a
la duración del tratamiento. Existe suficiente evidencia para que se
intente usar antipsicóticos lo menos posible.
* * *
Gotzche
recalca que no está en contra del uso de medicamentos psicotrópicos,
pero que estos deben de usarse sólo cuando se conocen sus posibles
daños y se determina que harán más bien que mal. Generalmente esto
es sólo en tratamientos a corto plazo y en situaciones agudas.
Habría que mencionar en este sentido que el desarrollo de
medicamentos por parte de la industria faramacéutica es uno de los
grandes bienes que ha legado la ciencia y la tecnología a la
civilización humana. Muchas personas consideran el descubrimiento de
la penicilina uno de los más grandes del siglo, por dar un ejemplo.
Sin embargo, esta industria requiere de una dirección ética
extraordinaria que pueda soportar las tentaciones del dinero en una
posición de privilegio e impunidad–o una serie de estrictas
regulaciones que puedan soportar las presiones del poder económico.
La corrupción que observamos en la industria de la salud es uno de
los grandes síntomas de la corrupción de nuestra civilización,
quizás en ninguna otra industra se acentúa tanto o se vuelve tan
despiadada, al igual que la armamenticia: el lucro con la enfermedad
y la muerte. Es significativo que en el 2012, la
industria farmacéutica superó a la industria armamenticia
como la que más fue penalizada por violar regulaciones y
mal-informar a los consumidores en Estados Unidos (ambas
industrias comparten una serie de oscuros vínculos).
Una cifra, sin embargo, completamente insignificante en comparación
con sus ganancias –como los grandes bancos, Big Pharma es demasido
grande para caer –pero el peso recae en nosotros.
Twitter
del autor: @alepholo
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