Cada
vez son más los casos que se diagnostican y eso que hace solo unos
meses que la reconocieron como enfermedad. La Sensibilidad Química
Múltiple conlleva un cambio radical en la vida cotidiana de los
pacientes.
Javier García / Qué.es 19 de
diciembre de 2014
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Foto: Imagen de archivo.
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Hace
tan solo una década era impensable ver a niños que comienzan su
etapa escolar manejar aparatos destinados, al menos desde su
creación, a la recreación y entretenimiento de los adultos. Ahora,
parece complicado no observar a diario pequeños que no saben ni leer
ni escribir pero que manejan a la perfección el Smartphone
o
la tablet
de
su padre o madre, cuando no resulta ser la 'suya propia'.
Es
evidente que
la
sociedad evoluciona, pero no significa que todos los cambios tengan
una connotación positiva.
De hecho, la masificación de las nuevas tecnologías -con lo que
ello conlleva- o de productos con componentes químicos suponen "un
importante problema de salud pública bajo un manto de silencio",
apunta el doctor Pablo Arnold, inmunólogo y especialista en SQM.
Este
"manto de silencio" tiene nombre y apellidos: Sensibilidad
Química Múltiple.
La SQM conlleva lapérdida
progresiva de la tolerancia a ciertos niveles químicos, físicos o
biológicos. Tres
apartados en los que están englobados un amplio número de agentes,
como decenas de alimentos, el agua del grifo, medicamentos, productos
de limpieza, radiaciones de antenas o sistemas de conexión
inalámbrica a Internet (WiFi)...
Pese
a esta larga lista,
la
Sensibilidad Química Múltiple ha sido incorporada recientemente a
la Clasificación Internacional de Enfermedades de España,
sumándose
a los cinco países que ya reconocían la SQM como enfermedad. El
primero, Alemania, en el año 2000; el precedente, Dinamarca, en
2012.
PODRÍA
AFECTAR A UN 15% DE LA POBLACIÓN EN PAÍSES DESARROLLADOS
Con
la incorporación de España, son seis los países desarrollados que
reconocen a las personas con SQM como enfermos. Sin embargo, pese a
esta escasa relación de certificaciones, el doctor Pablo Arnold
indica que en
torno al 15% de la población podría presentar alguno de los
síntomas, mientras que el número de diagnosticados ya se sitúa en
cerca del 1%.
Además,
según diversos estudios, afecta más a las mujeres que a los
hombres. Esto se debe, en palabras del experto en Sensibilidad
Química Múltiple, a que "las
mujeres tienen doble exposición a agentes químicos: en el ámbito
laboral y en el hogar".
Entre
ese 1% se encuentra Esther, una manchega de 38 años de edad, que ha
narrado a Qué.es
cómo
le ha cambiado la vida desde que las primeras reacciones aparecieron,
hasta hoy que
su cuerpo comienza a recuperar fuerzas.
"FUE
UN ALIVIO QUE ME DIAGNOSTICARAN"
Esther
es licenciada en Ciencias Ambientales y
ha
trabajado buena parte de su vida laboral en una industria química.
Como cualquier otro compañero de la empresa, esta joven tenía una
alta carga de trabajo y comenzó
a sentir un cansancio exagerado.
Sin embargo, pese a tener solo 35 años, pensó que se trataba de una
situación propia del estrés y 'solucionó' el problema con dos
sesiones semanales de fisioterapia.
Pero
esa fatiga laboral era solo la punta de un iceberg profundo que ha
marcado su vida desde hace algo más de cuatro años. "Tenía
problemas gastrointestinales, y taquicardias, pero me decían que era
muy joven para derivarme a dos especialistas",
nos confiesa Esther al narrar el calvario que sufrió hasta que fue
diagnosticada.
Pese
a no recibir respuesta médica a sus múltiples dolencias, la
situación que afrontan los pacientes les lleva a plantearse
seriamente continuar con su vida profesional. A Esther, por ejemplo,
le
resultó completamente imposible y decidió abandonar su empresa.
"No
pedí la baja médica porque no sabes lo que tienes y te da apuro
decirle a los compañeros que no vas a trabajar porque estás muy
débil".
Los
primeros síntomas pueden confundirse con estrés laboral, pero ni
dar ese complicado paso mejora la situación de un enfermo de SQM. De
hecho, en la mayoría de los casos el
siguiente escalón es el que da mayor visibilidad a la Sensibilidad
Química Múltiple. La
fatiga y los mareos vienen acompañados de un
desarrollo
extremo del olfato con
determinadas sustancias. "Llegué
a tener intolerancia a 30 alimentos, vomitaba después de comer y con
solo oler la colonia o el café, por ejemplo, tenía su sabor en la
saliva",
reconoce esta joven manchega.
Este
segunda fase es la que produce el diagnóstico de la enfermedad y
significa un importante paso para las personas que lo padecen. En el
caso de Esther, asegura que
"fue
un auténtico alivio"
porque "llegué
a pensar que me estaba volviendo muy maniática y
que ya no me apetecía estar con familiares o amigos". Este
punto de agobio por 'no saber qué tienes' es en el que incide el
doctor Pablo Arnold para señalar que "se
intenta ridiculizar a los pacientes"
y
"no
se favorece la investigación porque se dejarían de vender muchos
productos".
SALIR
A LA COMPRA O IR AL CINE RESULTA MISIÓN IMPOSIBLE
Una
vez diagnosticada la Sensibilidad Química Múltiple, el primer paso
para los afectados es abandonar la exposición continua a los agentes
químicos que producen las persistentes dolencias, lo que conlleva
en la mayoría de los casos al cambio de residencia. Vivir
en la ciudad implica mayor grado de contaminación, mayor presencia
de antenas y redes inalámbricas y la utilización de productos de
limpieza convencionales.
Por
ello, la solución más factible es trasladar el hogar a una zona
rural. Sin embargo, este
cambio no es tan sencillo como "ir a vivir al campo".
Cualquier
enfermo de SQM debe evaluar
tanto el perímetro que le rodea (que
no sea una zona de cultivo, que no tenga pinares cerca, que no
realicen fumigaciones, la implantación de antenas) como
su propia vivienda,
ya que algunos componentes de construcción contienen agentes
químicos.
Además,
en cuanto al hogar, los productos de limpieza pasan a ser el vinagre,
el bicarbonato o el clásico jabón neutro; los grifos deben tener
unos filtros porque "nos apesta a cloro"; no pueden
utilizar champús; deben tener cuidado con el tejido de ropa que
utilizan; el ordenador y el móvil solo unos minutos al día; la
televisión debe estar a gran distancia; etc. Una serie de
condiciones indispensables, pero que deben ir acompañadas de un
suplemento
de minerales y nutrientes a
través de vía intravenosa para favorecer la recuperación del
cuerpo.
En
este sentido, el doctor Arnold apunta que también se pueden utilizar
medicamentos pero a través de una fórmula magistral, es decir,
eliminando las enzimas incipientes con productos químicos. "Con
el tratamiento recuperan la opción de tener una vida apetecible,
pero no pueden volver a exponerse indiscriminadamente a los productos
químicos", concluye.
En
esta fase comienza a entrar Esther. Después de estar más
de dos años sin poder salir de casa,
"para
mí era impensable pasear por el campo más de media hora porque me
dolía el cuerpo, pero ahora aguanto más y noto que el cuerpo
recupera energía, no solo por no estar expuesta sino por la
recuperación de minerales".
Pese
a esta mejoría, los enfermos de SQM tienen serias dificultades para
hacer con asiduidad ciertas actividades. Cosas tan simples -a priori-
como salir a una terraza en verano,
ir de vacaciones o acudir a la consulta del médico puede convertirse
en una auténtica odisea.
"El
círculo de amigos se cierra porque
muchos no comprenden que ahora ya no salga a los bares o haga los
planes que hacíamos antes", apunta
Esther al hablar de la reacción de su entorno de amistades. Sin ir
más lejos, en estas fechas,
"se
acabaron las cenas del 'amigo invisible', ahora
las Navidades las pasó con mis familiares más cercanos".
CRISIS
DE DESORIENTACIÓN Y TAQUICARDIAS
Los
amigos más cercanos y los familiares intentan adaptarse a las
condiciones que exige la enfermedad. Sin embargo, no siempre es
fácil. Esther
reconoce que no puede estar más de media hora con su sobrino. "El
pequeño utiliza un champú que no tolero y si estoy más de ese
tiempo con él estoy dos o tres muy débil y sin poder salir de la
cama. Aunque estoy contenta porque antes solo podía darle un beso".
Los
enfermos intentan controlar su ambiente más próximo, pero hay
escenarios que se escapan a ese control. Por ejemplo, en las
consultas médicas no
pueden acudir cuando el servicio de limpieza está trabajando o
si los edificios a los que entran tienen activado el sistema de
conexión inalámbrica a Internet.
La
joven manchega enferma de SQM nos cuenta uno de los episodios más
recientes. "Hace
unas semanas fui a una conferencia de medioambiente, avisé y
ajustaron las condiciones. Sin embargo, yo iba con mi máscara y
quería hacer una pregunta a uno de los ponentes. Al coger el
micrófono era incapaz de hablar y tenía taquicardias. No era por
los nervios, era por la conexión WiFi
que tenía la sala",
recuerda.
En
ocasiones así, las consecuencias más comunes son
taquicardias,
fatigas, dolores de cabeza, debilidad y desorientación.
LAS
FUNDACIONES JUEGAN UN PAPEL FUNDAMENTAL
La
propagación de la enfermedad ha propiciado en los últimos años la
proliferación de asociaciones que agrupan a los enfermos de
Sensibilidad Química Múltiple. En algunos casos, estas fundaciones
están enmarcadas dentro de la lucha medioambiental y
representan
un papel de apoyo fundamental.
Por
un lado, al conocer el diagnóstico, trabajadores sociales
suelen
hablar con las familias para
que comprendan con mayor rapidez los agentes que afectan a los
pacientes. Por otro lado, promueven los derechos de los enfermos, en
ocasiones olvidados por las autoridades sanitarias.
En
algunos casos, como el de Esther, se desarrollan complejos procesos
judiciales para lograr la incapacidad total. Pese a que en su caso no
ha vuelto a trabajar desde que comenzó a padecer la enfermedad, no
recibe ninguna subvención porque
le ha sido denegada la incapacidad en primera instancia. "Somos
enfermos incómodos, no conviene darnos la
razón",
apunta esta paciente.
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