Por María Hidalgo
Hace poco os contábamos como algunas
marcas como Inditex o H&M estaban en el punto de mira de muchos
periodistas y bloggeros por sus prácticas de derecho laboral. Pero
la industria de la moda no sólo está teñido del sufrimiento de
muchos trabajadores, también de la sangre de muchos animales. De
nuevo, la ignorancia colectiva asimilada y aceptada por todos es la
que hace posible que sigamos comprando este tipo de prendas. ¿Pero qué pasaría si pudieras ver qué hay detrás de ellas?
Según los últimos datos publicados
por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), hay 168
millones de niños trabajando lo que, según la propia OIT, priva a los más pequeños de su niñez y su correcto desarrollo mental, físico y social. Y, desgraciadamente, la industria de la moda es una
de las máximas responsables de la creación de estos puesto de
trabajo tan reprochables.
Por fortuna, cada vez son más los
movimiento sociales que nacen para denunciar estas prácticas y que
seamos conscientes de ellas para asumir nuestra responsabilidad como
consumidores. Hoy nos fijamos en Child Labor Free, una organización
sin ánimo de lucro que nace en Nueva Zelanda con el objetivo de
crear una etiqueta que acredite a aquellas firmas que, tras someterse
a una auditoria independiente a cargo de la consultora Ernst &
Young, puedan asegurar que ni ellas ni sus proveedores han utilizado
mano de obra infantil en su proceso de producción.
“De
la misma manera que buscamos el sello ‘cruelty free’ en los
productos de belleza y buscamos productos ‘orgánicos ‘ en
nuestros supermercados, creemos que ‘Libre de trabajo infantil’
necesita convertirse en un estándar reconocido a nivel mundial”,
afirma el director general y fundador de Child Labor Free Michelle
Pratt.
La organización, creada por
diseñadores neozelandeses como Hailwood, Kate Sylvester o Stolen
Girlfriends Club y el apoyo de UNICEF y de la agencia de publicidad
Saatchi & Saatchi, está actualmente trabajando en una fase
piloto del sello que verá la luz coincidiendo con la Semana de la
Moda de Nueva Zelanda.
Y EN ESPAÑA… ¿PODEMOS ACCEDER A
MODA SOSTENIBLE?
La inauguración el pasado octubre de
una tienda de Primark en Madrid causó sensación, generó enormes
colas y sirvió para recordar que la ropa de moda asequible sigue
siendo un imán para las masas en Occidente. Sólo un par de semanas
después, a miles de kilómetros de distancia se producía una
efeméride mucho menos publicitada en el segundo país exportador de
textil del planeta, en el que producen la mayoría de las grandes
firmas internacionales, incluida Primark. Concluían en Bangladesh
las inspecciones de seguridad en fábricas textiles que se iniciaron
a raíz del derrumbe del complejo Rana Plaza, donde en abril de 2013 fallecieron más de un millar de trabajadoras bajo los escombros. ¿Os
imagináis la conmoción que hubiera supuesto que esta fábrica se
encontrase en un país europeo? Y sin embargo, parece que de nada o
poco han servido este millar de fallecidos para cambiar nuestros hábitos de consumo.
Protestas delante de una tienda de
Primark por la tragedia de Bangladesh.- REUTERS.
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Entretanto, esas factorías siguen
siendo inseguras y en cualquier momento se pueden convertir en una
trampa mortal para las que trabajan en ellas. Tres años después del
derrumbe del Rana Plaza, con un millar de muertas, las 3.500 fábricas
exportadoras de Bangladesh han sido inspeccionadas, pero sólo ocho
han superado los controles. El resto debe todavía acometer
correcciones en estructuras, instalaciones eléctricas y sistemas
anti incendios para garantizar que son seguras. Las fábricas que nutren a las Primark occidentales siguen siendo trampas mortales para sus trabajadoras.
La sensibilización es esencial para una compra consciente.
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