Por Miguel Jara 7 de marzo de 2017
Las industrias sanitarias intentan
controlar toda la cadena comercial de sus productos. Eso incluye a
las asociaciones de enfermos (o de pacientes) de las patologías
clave en su estrategia comercial. Ahora conocemos más datos de un
fenómeno que pasa algo desapercibido al haberse puesto más el foco
en los sobornos a los médicos y doctoras.
El pasado mes de febrero se cumplieron
diez años desde que publiqué mi primer libro, Traficantes de salud: Cómo nos venden medicamentos peligrosos y juegan con la enfermedad
(Icaria, 2007). En él, parto del problema de los daños provocados
por medicamentos y hago una radiografía completa de lo que rodea a
la industria farmacéutica y la corrupción sanitaria.
Uno de los problemas que hay citaba
entonces y que amplié dos años más tarde en otro libro, La salud
que viene, es el de la cooptación de las asociaciones de enfermos
(pacientes les llaman, aunque cuando uno está enfermo suele estar
impaciente por curarse) por las industrias sanitarias.
Hoy leo que un estudio refleja que el
83% de las asociaciones de pacientes de alguna enfermedad en Estados
Unidos (EE.UU.) reciben contribuciones económicas de las compañías farmacéuticas.
El artículo se ha publicado en el New
England Journal of Medicine y se han analizado 104 de las mayores
asociaciones de enfermos del país. Sólo una de esas organizaciones
que en teoría no tienen ánimo de lucro (lo que no quiere decir que
no puedan obtener fondos para hacer cosas, claro) declaró
explícitamente que no aceptaba dinero de la industria.
Los investigadores resaltan que en un
tercio de las juntas de las asociaciones encontraron ejecutivos o ex de farmacéuticas.
Todo esto es un claro conflicto de
interés pues enfermos e industrias tienen intereses antagónicos que
en la práctica se disuelven por efecto del dinero. Los laboratorios
quieren dar a conocer sus medicamentos y qué mejor que una
asociación de enfermos de una patología a la que va destinada tu
fármaco para promoverlo.
Esas asociaciones “de la industria”
son útiles para hacer presión a los políticos y que den vía libre
con rapidez a un nuevo tratamiento en investigación. También para
intentar que las administraciones paguen lo que piden los
laboratorios por un fármaco de reciente introducción en el mercado.
¿Por qué creéis que Gilead
subvenciona a numerosas asociaciones de enfermos de hepatitis, tal
vez para vender bien caro su medicamento Sovaldi (entre otros)?
Pagar asociaciones y a auténticas
federaciones de ellas es útil para que se comprometan a difundir una
“nueva” enfermedad clave para la estrategia comercial del
laboratorio o farmacéuticas de un ramo.
En el ámbito sanitario no sólo
prescriben los médicos, también lo hacen con sus buenas intenciones
y recomendaciones las asociaciones de pacientes.
Mirad quiénes financian la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad (FEAADAH). Como podéis ver en la barra lateral de la
página, un poco más abajo:
El portal de Feaadah es posible gracias a la colaboración de las siguientes entidades: Lilly, Janssen, Rubió”.
Esos laboratorios son fabricantes de
algunos fármaco citados. Shire, además de patrocinar a la FEAADAH
ofrece “servicios para personal sanitario” en la web del programa Pandah.
También están en el comité asesor y en el científico de ese proyecto destinado a hacer lobby. Si queréis
saber quién está detrás del proyecto corporativo leed Pandah y el nuevo medicamento para la “infancia TDAH”.
Las organizaciones de enfermos pues son
otro brazo del marketing de las farmacéuticas, como contaba en
Traficantes de salud, el principal junto con los médicos, que no son
los únicos en cobrar por hacer marketing de tratamientos.
Lo de los médicos que deciden cobrar
de las industrias (que no son todos, claro, sólo faltaría) ya lo
conocéis, está muy extendido. En los últimos tiempos se han
convertido en tendencia las fuertes sanciones a grandes laboratorios
farmacéuticos por sobornar a los profesionales sanitarios. Pfizer despidió a 30 altos cargos en España por “prácticas poco éticas”. También se confirmó otra multa millonaria a la
farmacéutica Novartis en Estados Unidos (EE.UU.), por el pago de
sobornos.
De hecho, el principal lobby de los
laboratorios farmacéuticos en España, Farmaindustria, ha obligado a las compañías a publicar lo que pagan a cada galeno. Así de
escandalosa es la situación.
Con los enfermos pues igual, todo lo
que pueda dar dinero recibe dinero, son inversiones vaya. Una
encuesta publicada en enero en la revista médica JAMA descubrió que
el 67 por ciento de las asociaciones de pacientes admitió donaciones
de la industria.
Respecto a las cifras, lo que publica
Redacción médica es que el último estudio va todavía más allá
al centrarse en las asociaciones más importantes, y señala que
recibieron, al menos, más de siete millones de euros al año, una
financiación considerable. Aproximadamente una quinta parte de los
grupos de defensa de los pacientes estudiados aceptaron al menos un
millón de dólares de los laboratorios.
Juan, padre, con su hijo Juan
Francisco.
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Así se entiende que laboratorios como
AstraZeneca promueva, ¡junto a Sanidad! escuelas de pacientes para “empoderarlos”.
Me da la risa porque sé cómo trata
esa empresa a la familia de Juan Santos Sierra, enfermo de lupus que
murió en un ensayo clínico de un medicamento del citado laboratorio. Las asociaciones de pacientes de lupus no han apoyado
mucho que se diga a esta familia, por algo será…
Y es que suele ocurrir que los
pacientes a la industria le interesan calladitos y centraditos en su
enfermedad.
De hecho, ningún laboratorio financia
a las asociaciones de dañados por tratamientos, que se lo pregunten
a los afectados por la talidomida, por el medicamento Agreal, por el
método anticonceptivo Essure, por la vacuna del papiloma y a un
largo etcétera.
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