jueves, 10 de agosto de 2017

El negacionismo de la contaminación electromagnética y la electrosensibilidad

AGOSTO 9, 2017 POR MAESTROVIEJO
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 Suele ocurrir con temas polémicos, poco conocidos y/o que tocan intereses industriales que sufren el negacionismo y la falta de comprensión. A veces es por ignorancia del problema y otras por insano escepticismo (dudar de todo hasta tener pruebas me parece sano pero dudar por sistema cuando hay pruebas te convierte en tonto útil de quienes quieren que ese problema no se conozca).

La llamada electrosensibilidad está producida por la cada vez mayor contaminación electromagnética a la que estamos sometidos en las sociedades modernas los afectados crecen, como cuentan desde la asociación Electro y Químico Sensibles por el Derecho a la Salud (EQSDS).

Una idea centra ese tipo de publicaciones: “la electrosensibilidad es una trastorno psicológico”. Para la asociación EQSDS:

Este tipo de informaciones suponen un perjuicio para un colectivo de personas enfermas que están luchando por mejorar su salud, conseguir reconocimiento y ayudas para su supervivencia y que precisan de la comprensión de su entorno para alcanzar las adaptaciones necesarias a su condición de discapacidad”.

Y se quejan, con razón, de que no se suele ir a la fuente original en informaciones de ese tipo ni suelen contar con su experiencia; todo por los enfermos pero sin los enfermos.

Les llama también la atención que este tipo de artículos periodísticos sistemáticamente eluden ofrecer el punto de vista de los médicos e instituciones que reconocen este síndrome y que están alertando del problema de salud que representa la contaminación electromagnética.
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Aunque somos conscientes -aseguran- de que la existencia de la electrosensibilidad viene a poner en duda la seguridad de la telefonía móvil, un negocio que mueve en el mundo dos billones de dólares al año, no deja de causarnos sorpresa y estupor el tratamiento tendencioso que, desde un supuesto punto de vista científico, se ha dado a la noticia en algunos medios de comunicación”.

Y es que medios que presumen de realizar un periodismo de calidad publican artículos en los que se niega la existencia de la hipersensibilidad electromagnética y se desacredita a las personas que la padecen, omitiendo la base científica que la avala y dificultando las medidas a tomar para su adecuado tratamiento.

Los médicos que tratan habitualmente a personas electrosensibles de manera sistemática y con los protocolos adecuados, ven como los pacientes mejoran cuando consiguen vivir en un entorno con niveles muy bajos de contaminación.

También hemos observado como algunos médicos que se dedican a opinar sobre este tema no han tratado a personas con electrohipersensibilidad y algunos incluso no se dedican a la práctica clínica“, cuentan.

Actualmente hay decenas de miles de investigaciones que encuentran efectos biológicos en los niveles de exposición a los que estamos expuestos en la actualidad. Cientos de investigadores de todo el mundo expertos en bioelectromagnetismo alertan de posibles riesgos.

Un porcentaje elevado de las investigaciones científicas están financiados por la industria de telefonía móvil y los resultados de estas investigaciones coinciden con sus intereses. Algunas instituciones internacionales de referencia están en el punto de mira por denuncias de conflictos de interés, al estar sus decisiones muy mediatizadas por la industria.
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Los gobiernos son reacios a aplicar medidas de precaución que pudieran suponer un freno a la actual y rápida expansión de las tecnologías inalámbricas, así como a aumentar el gasto en prevención y tratamiento de estas nuevas enfermedades.

Los grandes medios de comunicación no parecen interesados en debatir sobre las implicaciones para la salud de las nuevas tecnologías inalámbricas.

Cunde la negación sistemática del problema, el negacionismo. Sin darse cuenta, al parecer, quienes lo promueven que así le hacen el juego a las industrias y lastran la posible curación o mejora de la calidad de vida de quienes están afectados.

Afortunadamente existen investigadores independientes, médicos comprometidos y jueces dispuestos a reconocer sus derechos a los damnificados por la otra cara de este progreso, un tipo de contaminación que no se ve pero que tiene demostrados efectos en la salud.

Es necesario difundir toda la información científica sobre los riesgos de la exposición crónica a campos electromagnéticos, realizar un consumo consciente y desarrollar políticas de salud pública.

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