Alicia Carrasco Rozas | Miércoles, 31
Mayo 2017
Alrededor del 2,5 por ciento de las
tierras cultivables del mundo se utilizan para plantaciones de
algodón que consumen, a su vez, el 25 por ciento de los pesticidas
utilizados a nivel global. Un dato que, lejos de crear indiferencia,
pone de manifiesto la gran cantidad de químicos tóxicos que son
utilizados día tras día para fabricar tejidos y prendas de ropa de
algodón.
En el caso del resto de tejidos, la
realidad no mejora ya que miles de sustancias químicas son
utilizadas en las diferentes fases y procesos de producción textil,
tanto en tejidos naturales como sintéticos. De esta forma, químicos
como los etoxilatos de nonilfenol, ftalatos, metales pesados,
alquilfenoles, formaldehído Aminas, etc. se convierten en
componentes habituales presentes en las prendas de ropa que
utilizamos a diario.
La mayoría de estos productos químicos
se encuentran dentro de la tintura y procesamiento de los textiles.
“Algunas de estas sustancias pueden ser peligrosas, liberarse al
entorno a través de la producción, consumo y desecho de los tejidos
y tener efectos sobre el medio ambiente y la salud de las personas”
explica Sara del Río, portavoz de Greenpeace España, quien concreta
que “entre las sustancias químicas peligrosas que se pueden
encontrar en la producción textil están algunos metales pesados,
los alquilfenoles (usados durante el lavado y teñido), los ftalatos
(vinculado al uso del PVC por ejemplo en estampados) o las sustancias
perfluoradas (en los tratamientos finales como anti-manchas o
impermeabilizante)”.
En este sentido, Karen Hausel
científica medioambiental, técnico de materiales peligrosos y
creadora de Sustainable Daisy especifica además que “tóxicos como
el cromo VI (también conocido como cromo hexavalente, reconocido
cancerígeno) se utilizan concretamente en el curtido de cuero; el
formaldehído, por su parte, se usa para conseguir resistencia a las
arrugas, y las aminas, funcionan como compuestos de azo para ayudar a
hacer tintes super brillantes y coloridos”.
Consecuencias inevitables para la salud
y el medio ambiente
Frente a esta realidad, la primera
cuestión de fondo que se plantea es el efecto que el uso continuado
de este tipo de químicos tóxicos puede tener sobre la salud de las
personas y el entorno. Por el momento, existen medidas como la norma
europea REACH cuyo objetivo es regular y limitar la exposición a
ciertos químicos considerados muy tóxicos. Así por ejemplo, “se
ha conseguido prohibir las importaciones de algunas sustancias
químicas como los etoxilatos de nonilfenol, uno de los productos
químicos más comunes utilizados en moda para conseguir
impermeabilidad en los tejidos” apunta Hausel.
Sin embargo, aún no existe una
regulación global estricta sobre el uso de ciertas sustancias
químicas tóxicas, lo cual hace que debido a la dinámica de
producción en masa, las inmensas cadenas de producción que existen
en la industria textil y la falta de regulación en los propios
países productores, se sigue perpetuando una situación de control
muy limitado sobre cómo se están produciendo realmente las prendas
de ropa.
De esta forma, “el uso de sustancias
químicas durante la fabricación y su presencia en los productos
textiles finales hace que la contaminación química del sector se
extienda globalmente puesto que dichas sustancias se continúan
liberando durante todo su ciclo de vida, incluso cuando una prenda se
convierte en residuo” comenta del Río.
Un ejemplo claro de este problema
medioambiental asociado a la industria textil es la liberación
continuada de microfibras de origen sintético cuya degradación es
muy lenta, como los plásticos que acaban contaminando el entorno y
entrando en la cadena alimentaria.“Como los materiales sintéticos
normalmente no pueden ser digeridos eficazmente por organismos vivos,
permanecen en el ecosistema durante siglos. Este problema lejos de
controlarse está aumentando acompañado de la creciente producción
textil y del aumento del uso de materiales sintéticos, como el
poliéster” argumenta la portavoz de Greenpeace.
Por su parte, “dependiendo de la
materia prima y de cómo haya sido tratado el tejido, las sustancias
que son usadas en el proceso de producción textil pasan a nuestra
piel cuando las vestimos. Algunas consecuencias pueden ser dermatitis
por contacto, alergias, cada día más frecuentes, o incluso más
graves, en determinados casos, como la sensibilidad química
múltiple” explica Àngels Biosca creadora de la plataforma de moda
sostenible Slowear Project.
Prevenir el uso de tóxicos
A día de hoy algunas empresas se han
comprometido a ir eliminando paulatinamente de su proceso productivo
la utilización de ciertas sustancias químicas tóxicas. Por ello,
mirar las etiquetas es un acto necesario para conocer la composición
de las prendas y obtener así información respecto a su naturaleza y
cómo ha sido tratada la materia prima.
“Los tejidos naturales orgánicos sin
teñir son los que pueden darnos mayor tranquilidad. En cambio y los
colores oscuros o brillantes nos indican el uso de metales pesados.
Como consumidores, podemos preguntar a los fabricantes y ser activos
buscando información general en blogs o publicaciones sobre moda
sostenible que van haciendo pedagogía sobre la sostenibilidad”
aconseja Biosca.
Aunque de momento no hay
certificaciones específicas que informen exclusivamente sobre los
químicos tóxicos contenidos en las prendas de ropa, sí que existen
algunos sellos que garantizan la sostenibilidad en ciertos procesos
de la cadena de producción como por ejemplo, Blue Sign, Textile
Exchange o GOTS, entre otros, siendo la primera la más específica
para la regulación de sustancias nocivas.
En este sentido, la campaña Detox de
Greenpeace, ha puesto de manifiesto desde hace varios años, la
necesidad de un cambio en la forma de producir moda, sobre todo
haciendo hincapié en las consecuencias que esos productos tóxicos
están teniendo a nivel medioambiental y de salud. “Una revisión
del sector que ha evidenciado, sin embargo, que el uso de sustancias
químicas es solo una parte del problema y su eliminación será solo
una parte de la solución. El principal problema a solucionar es que
el ciclo de producción, uso y reutilización de materiales, se
cierre y ralentice para reducir la extracción de nuevos recursos
naturales, la emisión de gases de efecto invernadero, la
contaminación química y la generación de residuos” concluye del
Río.
Foto: Lance Lee, Greenpeace Detox
Campaign
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