lunes, 1 de enero de 2018

Descubren cambios bioquímicos y funcionales en el cerebro de pacientes con síndrome de fatiga crónica

AUTOR Paola Opazo Sáez

Cuadros como el síndrome de fatiga crónica (SFC) y la enfermedad de la Guerra del Golfo (GWI) o síndrome del Golfo comparten muchos síntomas en común, como son las mialgias, la característica fatiga, disfunción cognitiva, trastornos del sueño, dolor de garganta, cefaleas y malestar general después de realizar ejercicio físico.

Se estima que tan sólo en E.E.U.U., entre 836,000 y 2,5 millones de personas padecen de SFC, según las últimas estimaciones. Con respecto al GWI, las cifras estimadas es de unos 175,000 veteranos de guerra que regresaron de la Guerra del Golfo.

La fatiga crónica ha sido considerada de manera clásica como un cuadro de poca importancia en medicina, ya que ha sido adjudicado con frecuencia a enfermedades de índole psiquiátrico, como la neurastenia o la depresión.

Pero en el 2015, una revisión exhaustiva de la literatura científica y fichas de pacientes realizadas por la National Academy of Medicine advirtió: “Muchos médicos son escépticos acerca de la gravedad del SFC, lo confunden con un problema de salud mental o lo consideran un producto de la imaginación del paciente”. “Los profesionales de la salud deben reconocer al SFC como una enfermedad grave que requiere un diagnóstico oportuno y la atención adecuada“. Esta revisión indicó en su momento que las c usas que se asociaban con este trastorno eran de índole biológico, pero sin aclarar aún.

Estos hallazgos han servido de base para obtener un progreso significativo en la forma en que se considera y diagnostica el SFC por parte de la comunidad médica, aunque  todavía no se conoce un tratamiento para este trastorno y su etiología sigue siendo desconocida.

Con los nuevos hallazgos desprendidos de estas revisiones, surge una necesidad creciente de encontrar biomarcadores específicos que sirvan para definir y diagnosticar de manera confiable estas enfermedades.

Nueva investigación sobre el SFC

Un nuevo estudio, dirigido por científicos del Georgetown University Medical Center in Washington, D.C. logró identificar cambios químicos a nivel cerebral, que son específicos del síndrome de fatiga crónica y la enfermedad de la Guerra del Golfo. El Dr. James N. Baraniuk, profesor de medicina de la Georgetown University School of Medicine, dirigió la nueva investigación, cuyos hallazgos fueron publicados en la revista Scientific Reports.

Metodología de trabajo: química cerebral y fMRI

El Dr. Baraniuk y su equipo analizaron el líquido cefalorraquídeo de pacientes con SFC y GWI y de individuos sedentarios sanos, a modo de controles.

El equipo extrajo muestras de LCR por medio de una punción lumbar, antes y después de que los participantes realizaran una sesión de ejercicio en bicicleta estacionaria. Las sesiones duraron un mínimo de 25 minutos. El equipo incrementó la resistencia de la bicicleta para que los participantes alcanzaran el 85% de su frecuencia cardíaca máxima, según lo establecido para su edad. También examinaron los cerebros de los participantes empleando MRI funcional (fMRI).

Cambios encontrados las a 24 horas después del ejercicio

Los niveles de microRNA (miRNA) en LCR medidos previo al ejercicio fueron los mismos en todos los participantes.

Sin embargo, 24 horas posteriores al ejercicio, estos valores cambiaron en los tres grupos involucrados en la investigación: cada grupo evidenció un patrón diferente de cambio, según explican los autores del estudio: “el SFC tuvo 12 casos de miARN disminuidos después del ejercicio“, “A pesar de la superposición de síntomas de SFC, GWI y otras enfermedades en su diagnóstico diferencial, los patrones de miARN inducidos por el ejercicio en el líquido cefalorraquídeo indicaron mecanismos distintos para el malestar posterior al ejercicio en el SFC y […] GWI“.

Además, se encontraron cambios en los miARN en dos subtipos de GWI. Un subgrupo desarrolló taquicardia que permaneció por 2-3 días posteriores al ejercicio. Los exámenes de fMRI revelaron que estos pacientes tenían un tronco cerebral más pequeño en aquellas áreas cerebrales encargadas de controlar la frecuencia cardíaca. Las imágenes de las resonancias también pusieron de manifiesto una actividad cerebral reducida durante la realización de tareas cognitivas.

En contraste, el grupo de pacientes con GWI, no presentó cambios en la frecuencia cardíaca ni atrofia del tallo cerebral, sin embargo, sus miembros parecían requerir activar algunas áreas cerebrales adicionales para realizar una tarea de memoria.

Cabe destacar que Baraniuk señaló que los cambios vistos en los miARN presentes en estas condiciones médicas fueron distintos de los observados en otras patologías como la depresión, la fibromialgia o la enfermedad de Alzheimer, ya que según sus palabras: “Vemos claramente tres patrones diferentes en la producción cerebral de estas moléculas en el grupo CFS y los dos fenotipos GWI […] Esta noticia será bien recibida por los pacientes que sufren estos trastornos que son diagnosticados erróneamente y en su lugar pueden ser tratados para la depresión u otros trastornos mentales“.

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