jueves, 20 de septiembre de 2018

«El sulfato de la viña también me mata»

La asociación gallega de SQM solicita al consello Rías Baixas el uso de productos ecológicos en la viticultura
MÓNICA IRAGO
BEA COSTA CAMBADOS / LA VOZ 02/09/2018

Hace un par de años empezó a notar que algo no iba bien. Vómitos, irritación de la piel, asfixia… algo le hacía daño y no sabía qué hasta que por fin en abril del 2017 dieron con el problema: le diagnosticaron sensibilidad química múltiple (SQM).

A María Costa le hace daño todo lo que contenga componentes químicos, desde un detergente a una colonia, desde el humo del tabaco a una lechuga de invernadero. Su última penitencia le llegó con un simple nardo. Su madre le regaló la flor con la mejor intención, «pero debía de estar tratada con algún producto, que me mataba», explica. La contaminación del aire también le afecta, y en un municipio vitivinícola como el suyo, Cambados, lo tiene complicado.

Los agricultores aplican durante todo el año productos fitosanitarios en el viñedo para combatir las plagas de la viña, pero la medicina de las plantas, enferma a personas como ella. «Y seguramente a más gente, pero no se sabe», matiza.

María Costa se ha propuesto aportar su grano de arena en la batalla por una atmósfera libre de químicos, de modo que la semana pasada se presentó en unas jornadas sobre sostenibilidad y enoturismo que se celebraron en Castrelo (Cambados) para hablar de su problema. Ante científicos, profesores y profesionales del sector relató los efectos que le provocan los productos fitosanitarios. «Si cuando sulfatan van con mascarilla y cubiertos como si fueran a tratar el ébola, ¿cómo al día siguiente de dejar esos productos en la viña no van a estar en el aire, cómo no le va afectar a la gente?. La normativa dice que no se puede sulfatar a menos de quinientos metros de las casas, pero no se cumple», afirma. «Es necesario concienciar a la gente desde abajo, es la única forma de cambiar las cosas», y en su opinión son muchas las cosas que hay que cambiar.

La cambadesa forma parte de la asociación gallega de afectados por sensibilidad química múltiple, que ha iniciado una campaña para dar visibilidad a su enfermedad y a los problemas con que se encuentran a diario los afectados.

Demandas de los enfermos

Entre las muchas gestiones que tienen en su agenda se incluye pedir una reunión con el Consello Regulador da Denominación de Orixe Rías Baixas para solicitar al sector viticultor que dé prioridad a los productos ecológicos en detrimento de los químicos a la hora de tratar el viñedo.

«En O Salnés algo raro tiene que haber, por algo será que aquí hay más cánceres que en ningún otro sitio. Está claro que tiene que haber un problema ambiental general porque están surgiendo un montón de enfermedades. La gente tiene que saberlo», insiste María Costa.

Más allá del caso puntual que atañe a los viticultores, desde la asociación gallega tienen otras muchas demandas, especialmente dirigidas a la administración. Reclaman una atención sanitaria adaptada a sus necesidades, porque, hoy por hoy, incluso tienen problemas para que se les diagnostique la enfermedad. Los afectados por SQM sostienen que no hay profesionales especializados ni protocolos de actuación para tratarlos en centros de salud y hospitales, lo cual aumenta los riesgos para su salud. «Antes que ir a las urgencias del PAC de Cambados prefiero morirme de dolor en casa, si vas te pinchan cualquier cosa, y te mueres. Menos mal que mi médico de cabecera está concienciado, me da la vida», relata María.

La asociación nació de la desesperación de personas como ella, y ya no se van a callar más. En septiembre esperan empezar a ser recibidos por los grupos del Parlamento de Galicia; se van a dirigir a la ministra de Sanidad para instar a que la Organización Mundial de la Salud reconozca esta enfermedad y van a iniciar un programa de charlas en los colegios para dar a conocer los efectos de los productos químicos entre las personas, entre otras medidas.

Esperando juicio para que se le reconozca la incapacidad

María Costa está dispuesta a pelear, aunque para ello tenga que dejar la burbuja de su hogar -allí no entra comida sin revisar ni nadie que se haya duchado con un champú del súper- y no desprenderse de esa mascarilla que la protege del veneno ambiental. Además de alzar la voz en aquellos foros en los que la dejen expresarse, también acudirá a los juzgados. Para octubre del 2019 tiene fijada la vista de la demanda que ha interpuesto contra el Instituto Nacional de la Seguridad Social para que le reconozca una incapacidad laboral permanente. María trabaja en el despacho de un procurador en el que está de cara al público «y no me dejan ponerme la mascarilla», afirma.

Esta exposición pública le provoca continuos problemas de salud que la obligan a encerrarse en casa, con dolor, asfixia y vómitos, y la aboca a coger bajas continuamente. «No sé que va a pasar hasta el juicio, yo así no puedo volver a trabajar. Y lo mío no es un problema psiquiátrico ni psicológico como dicen».

El ejemplo de Merchi Álvarez

María Costa tiene un espejo en el que mirarse. El de otra cambadesa, Merchi Álvarez, que se ha convertido en el rostro de la lucha contra la atrofia muscular espinal (AME) y que, gracias a su labor incansable, ha conseguido dar a conocer el problema que representa esta enfermedad rara y que los poderes públicos empiecen a implicarse en la búsqueda de tratamientos. «Sí, conozco su trabajo y la conozco a ella», comenta María Costa, y está dispuesta a seguir su ejemplo. Salir en los medios de comunicación contando su historia es uno de los caminos que está dispuesta a recorrer.


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