La OMS sujeta a intereses tecnológicos
e industriales prefiere ignorar enfermedades específicas,
englobándolas en un cúmulo de alergias para no cambiar la realidad
La industria y la tecnología han
generado 80 mil sustancias químicas, entre las cuales entre 4 mil y
8 mil reunirían condiciones de toxicidad, hallándose el resto bajo
análisis de expertos ambientales. Además, el 45% de los alimentos
en góndolas poseen residuos venenosos, sobre todo pesticidas, y
todavía ignoramos el “grado de toxicidad del 85% de los 3 mil
productos químicos utilizados en mayor cantidad”. Estas
afirmaciones se pueden encontrar en el libro Medio Ambiente y Salud
Mujeres y Hombres en un Mundo de Nuevos Riesgos de la investigadora
catalana y médica especializada en endocrinología Carmen
Valls-Llobet.
El medio ambiente contamina con
sustancias sintéticas, artificiales y minerales que “se introducen
en el cuerpo a través de la piel, del agua y de los alimentos, o de
partículas en suspensión en el aire que se introducen por la
respiración.” Las radiaciones ionizantes (Rayos X,
radioactividad), o no ionizantes como electromagnetismo, telefonía
móvil y antenas afectan directamente a los tejidos. La autora
especifica que la toxicidad en el medio ambiente puede transmitirse
de generación en generación por modificación genética deliberada.
Accidentes laborales y la Sensibilidad
Química Múltiple
Los accidentes laborales dieron a luz
lo que se pretende negar: los insecticidas aplicados en áreas
laborales cerradas, los llamados organofosforados, perturban la
función endocrina ovárica hipotalámica y tiroidea de las mujeres
expuestas, y surgen enfermedades emergentes como el síndrome de
sensibilidad química múltiple, fibromialgia y síndrome de fatiga
crónica.
La Sensibilidad Química Múltiple
(SQM) desencadena una serie de síntomas frente a un grupo amplio de
sustancias tóxicas, generalmente sintéticas, tales
como hidrocarburos y múltiples compuestos hallados en cosméticos y
limpiadores de uso cotidiano. También la electro sensibilidad (EHS)
es una respuesta del cuerpo al superarse los biomarcadores y las
dosis de los límites reglamentados mundialmente. Los principales
causantes son: teléfonos móviles, antenas de telefonía, los Wifis
y otros sistemas de transmisión por radiofrecuencia como vigila
bebés o televisiones inteligentes, al igual que transformadores,
líneas de alta tensión, y motores eléctricos.
La Organización Mundial de la Salud
prefiere ignorar estas enfermedades
La SQM y la EHS son enfermedades
negadas por la Organización Mundial de la Salud, obviamente no ajena
a los intereses tecnológicos e industriales. Por eso solo afirma que
se trata de alergias no específicas. España no reconoció oficialmente
la SQM hasta 2014 y el único país que admite la electro
sensibilidad y sus consecuencias contraproducentes es Suecia,
vinculándola con la discapacidad.
Lo cierto es que según la Asociación
de Gran Canaria Afigranca, de denodada actuación contra la
contaminación ambiental, reafirma que tras reiteradas
investigaciones en diversos lugares del mundo la mayoría de los
productos químicos tóxicos son disruptores endocrinos, rompen el
equilibrio de las hormonas, especialmente las ováricas, testiculares
y tiroideas y alteran la melatonina. “Son cancerígenos,
acrecentando los riesgos de cáncer de mama, linfomas, cáncer de
páncreas, y otros tipos de cáncer.
Por su parte, Valls Llobet concluye
“…todo ser humano está ahora sujeto al contacto con peligrosos
productos químicos desde su nacimiento hasta su muerte".
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