- El plagio de documentos cuestiona la credibilidad del análisis de la Unión Europea
Mata las malas hierbas pero siembra la
polémica allí por dónde pasa. Éste parece ser el destino del
glifosato, el herbicida más usado en Europa, de nombre exótico y
efectos discutidos sobre el que se levantan dudas, una vez más,
respecto al procedimiento con el que consiguió la autorización para
su uso en el mercado europeo. En concreto, un informe encargado por
tres grupos del Parlamento Europeo, Socialistas, Verdes e Izquierda
Unitaria, demuestra que capítulos importantes de la evaluación
científica que condujo a su aprobación por la Autoridad Europea de
Seguridad Alimentaria (EFSA) son fruto de plagio en más de un 50% y
de “copiar y pegar” en más del 70%.
Párrafos enteros del informe de
evaluación son una copia literal del dossier de homologación del
glifosato enviado a las autoridades europeas por Monsanto y sus
aliados industriales reunidos en el Grupo de Acción del Glifosato
(Glyphosate Task Force, GTF).
Se copiaron páginas enteras de la documentación que aportó Monsanto
Los dos autores del estudio, el
conocido “cazador de plagios” austríaco Stefan Weber, y el
bioquímico Helmut Burtscher-Schade llegan a la conclusión que “la
práctica del copiar y pegar y la del plagio entran en abierta
contradicción con una evaluación de riesgos independiente, objetiva
y transparente, y que esta práctica influenció la conclusiones de
las autoridades sobre la seguridad del glifosato”.
Además, denuncian que el informe de la
agencia que llevó a cabo el estudio, el Instituto Federal de
evaluación de riesgos alemán (Bundesinstitut für Risikobewertung,
BfR) intenta presentar su trabajo como una “valoración
independiente, cuando en realidad, la autoridad sólo está
repitiendo la evaluación de la industria solicitante”.
En partes importantes del estudio, más de la mitad es plagio o simple “copiar y pegar”
Al día siguiente de presentarse el
informe el martes pasado, el pleno del Parlamento Europeo aprobó una
resolución sobre los pesticidas en que reclamó que se procediera a
una “revisión sistemática de todos los estudios disponibles sobre
los efectos cancerígenos del glifosato” para determinar si la luz
verde que recibió por parte de la EFSA está justificada. También
se requirió que se prohibiera su uso en zonas cercanas a escuelas,
guarderías, parques, hospitales, clínicas de maternidad y
residencias.
Para Florent Marcellesi, eurodiputado
de Equo, el informe demuestra que “la renovación del glifosato no
contó con fuentes fiables, con las garantías que debía”, y añade
que para proceder a su renovación “ya no podemos basarnos en los
datos contables de beneficios de Monsanto, sino en estudios
científicos independientes y objetivos”.
Yendo al detalle del estudio que
denuncia este plagio, se detecta que en los capítulos que se
refieren a la literatura científica publicada en los últimos años,
50,1% de su contenido queda identificado como plagio, lo que incluye
párrafos y páginas enteras describiendo el diseño y el objetivo de
los estudios y evaluando su relevancia y su fiabilidad. A esto se le
añade un 22,7% de “copiar y pegar”, con lo cual resulta que
prácticamente tres cuartas partes del texto, un 72,8%, del texto de
la evaluación es una copia literal de estos trabajos.
Por otro lado, respecto a los capítulos
basados en los estudios proporcionados por la propia industria,
Monsanto y aliados, la proporción total del “copiar y pegar” es
aún más elevada, llegando al 81,4%.
En este caso, no se clasifica
como plagio, dado que se advierte de este enfoque en la introducción
general. En cambio, lo que sí destaca es que la agencia alemana
copia incluso “la explicación de Monsanto sobre el enfoque de
Monsanto para evaluar la literatura publicada”, es decir que la BfR
presenta como propio lo que en realidad es el enfoque de la
multinacional. Para los autores , “este es un ejemplo chocante de
fraude con respecto a la auténtica autoría”.
Otro aspecto que recogen los dos
investigadores es que los informes que no dependen de la BfR, la
agencia de evaluación de riesgos alemana, sino de la autoridad de
medio ambiente también alemana (UBA, Umweltbundersamt) sólo se
detectó un plagio del 0,1% y con copiar y pegar del 2,5%.
El estudio distingue entre los “copiar
y pegar benignos” y el plagio, que consideran la “forma maligna”
del copiar y pegar, y que se produce cuando se pretende usurpar la
autoría de un texto que en realidad corresponde a otro autor. Una
práctica “casi siempre conectada con el engaño y el fraude”.
Ante las acusaciones vertidas en el
informe, portavoces de la EFSA mantienen la validez de su evaluación
que llevó a la renovación de la autorización del uso del glifosato
en el 2017, aunque aceptan deficiencias de transparencia en el
proceso.
“Aunque no hay evidencia de que la
evaluación del glifosato se realizara de manera inadecuada, la EFSA
reconoce que se puede hacer más para mejorar la claridad y la
transparencia en la forma en que los estados miembros llevan a cabo
sus borradores de evaluación”.
También admite que hay una gran
variación en los sistemas utilizados por las autoridades nacionales
para informar y presentar la información que elaboran.
En la EFSA consideran que el fondo de
sus trabajos no está en duda pero que hay un problema de percepción
en la presentación de sus evaluaciones, y están buscando fórmulas
para mejorarla. En concreto, se trataría de diferenciar, con
entrecomillado u otro recurso gráfico, las partes que corresponden a
la documentación aportada por el solicitante de las que origina la
propia agencia. Reconocen que el actual, que no distingue los
orígenes, puede sembrar preocupación en un observador externo.
Ésta es también la recomendación que
formuló la semana pasada el Parlamento Europeo, pidiendo que “se
limite la reproducción de párrafos al mínimo y sólo para caos
debidamente justificados y comunicados” y que en cualquier caso se
distinga claramente entre la evaluación de la agencia europea y la
que hace el solicitante.
La renovación por 5 años de este
herbicida en diciembre del 2017 fue muy polémica porque llegaba
después del informe de la Agencia Internacional de Investigación
sobre el Cáncer (IARC), que alertaba de su carácter cancerígeno.
La discrepancia entre los expertos, la
reputación de Monsanto, los informes que delatan el plagio en los
trabajos de la EFSA, y las acusaciones sobre potenciales conflictos
de intereses de sus expertos, siguen alimentando la polémica.
“Cuando llegue el momento de renovar la autorización del
glifosato, necesitamos estudios independientes, objetivos y
transparentes” dice el eurodiputado Marcellesi.
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