Nicolás Olea es catedrático de la
Facultad de Medicina de la Universidad de Granada/Hospital
Universitario S. Cecilio (Granada). Es uno de los mayores expertos
mundiales en discernir cómo la exposición a productos químicos
nocivos puede alterar nuestra salud y la del medio ambiente. Estará
en BioCultura Sevilla dando una conferencia magistral (ver datos
abajo), como siempre.
¿Todavía hay negacionistas de los
efectos nocivos de los productos químicos en la salud humana?
La verdad es que no sabría decirte. Sé
que algunos no quieren aceptar que las cosas no van tan bien como
ellos desearían en asuntos de regulación de la exposición química
ambiental. Esos individuos se contrarían cuando oyen que es urgente
la implementación de una política más estricta y basada en la
precaución porque sienten atacado su modelo de progreso.
Esas mismas personas tratan de llevar
al absurdo muchas de las recomendaciones precautorias que se
proponen, ya sea ridiculizándolas o menospreciándolas. Creo que,
como alguien ha dicho, su fe ciega en la técnica les hace pensar que
todo tiene remedio y que por más que nos equivoquemos, siempre,
siempre va a haber una solución técnica. Y se equivocan. Algunos de
los efectos son irreversibles y están costando mucho dolor para
muchos.
Cambios de los políticos
¿En general, los políticos han
cambiado sus posiciones desde el principio de tus investigaciones?
Creo que sí. Al menos hemos conseguido
colocar en sus agendas el problema de la exposición humana a los
contaminantes ambientales con actividad hormonal y la necesidad de
actuar. Europa ha reaccionado con todo su empaque, pero con una
lentitud exasperante. Como el mastodonte esquizofrénico que aparenta
ser, se debate entre lo que le gustaría legislar con carácter
preventivo y lo que la presión política, económica y social le
exige. Hemos presenciado enfrentamientos entre el Parlamento Europeo
y la Comisión Europea más propios de patios de colegios que de
grandes instituciones.
¡Con denuncia al maestro de guardia
del recreo incluido! Ocurrió en 2013… Algunos países, liderados
por Suecia, denunciaron a la Comisión Europea ante el Tribunal de
Estrasburgo por no cumplir con el mandato dado por el Parlamento
Europeo para establecer medidas de identificación de los compuestos
disruptores endocrinos –aquellos que afectan a nuestro equilibrio
hormonal– e implementar políticas de prevención de la exposición.
Como era de esperar la denuncia prosperó, las medidas se están
implementando y todo quedó en una demora de cerca de cinco años que
más de uno habrá aprovechado en su beneficio.
La verdad es que no sabría decirte. Sé que algunos no quieren aceptar que las cosas no van tan bien como ellos desearían en asuntos de regulación de la exposición química ambiental.
-¿Cuál es el efecto nocivo de los
productos químicos de síntesis que más te ha sorprendido en todos
estos años de investigaciones?
-Hay algunos aspectos bien
conocidos por la toxicología reguladora, aquella que se encarga de
establecer la evidencia de daño y recomendar las medidas de
protección frente a los contaminantes ambientales, que están muy
bien afianzados: los efectos de carcinogenicidad, mutagenicidad y
toxicidad sobre la reproducción (reprotoxicidad), que identifican a
los compuestos químicos que se encuadran bajo las siglas CMR.
A este respecto se han hecho grandes
progresos. Si un compuesto químico entra en esta clasificación CMR
se verá controlado por todo un aparato regulador que limitará su
uso y los riesgos derivados de su empleo. No ocurre lo mismo para los
compuestos químicos disruptores endocrinos, a pesar de que su
exposición en momentos críticos de la vida de un individuo pueda
tener consecuencias tan graves como cualquier compuesto CMR. Aquí el
déficit regulador es impresionante y se suple con órdenes
particulares de la Comisión Europea que, a veces, hasta sonrojan.
Es difícil guardar la compostura y no
reaccionar ante la sucesión de regulaciones “a la baja”, durante
más de veinte años, para controlar la presencia de bisfenol-A, un
conocido disruptor endocrino, empleado en el envasado de alimentos,
como es el caso del recubrimiento interior de las latas de conserva.
Nosotros ya lo denunciamos en 1995. Hasta su prohibición definitiva
en 2018 en todo tipo de envases para alimentos destinados a niños
menores de tres años hemos asistido a un proceso de regulación
penoso que nos parece tremendamente lento. El caso del bisfenol-A en
uso alimentario es la crónica de una muerte anunciada y la
resistencia numantina de los que se resisten a la búsqueda de una
alternativa más segura. La pregunta es: ¿Quién nos va a quitar de
encima años, décadas, de exposición inadvertida de nuestros hijos?
Los más peligrosos
¿Cuáles dirías que son los productos
más peligrosos en salud humana?
Los compuestos CMR podrían ocupar ese
primer lugar en el ránking, pero, tal y conforme está hecha la
pregunta, hay un vicio en la formulación que se te ha incorporado al
discurso sin darte cuenta: considerar los compuestos químicos de
forma individual… En el caso de los compuestos CMR cualquier dosis
entraña un riesgo, es decir, es necesario evitar cualquier
exposición porque incluso a un nivel bajo de uno de esos compuestos
se puede producir un efecto indeseable.
En el caso del resto de los compuestos
químicos se ha establecido un nivel de seguridad de tal manera que,
teóricamente, si no se alcanza esa concentración, no hay peligro.
Hasta aquí todo aparentemente bajo control, pero ¿qué pasa cuando
coincide la exposición de dos o más compuestos? ¿Se suman sus
concentraciones y sus efectos? Este es uno de los aspectos más
relevantes que el estudio de disruptores endocrinos ha traído al
debate científico. El llamado efecto combinado o efecto cóctel ha
echado por tierra la tranquilidad que nos daba el establecimiento de
dosis o concentraciones seguras para muchas sustancias químicas
cuando son consideradas de forma aislada.
¿Nos podrías dar algunos ejemplos de
esos disruptores endocrinos?
Creo que el concepto de disrupción
endocrina ya es familiar para muchos de nosotros y aparecen
diariamente noticias sobre la presencia ambiental de muchos de
compuestos químicos con estas propiedades. Por ejemplo, la reciente
movida en torno al uso de los tickets de caja de impresión térmica
ha reavivado el problema de la exposición humana a bisfenol-A,
constituyente del papel térmico. Pero hay muchos más ejemplos: todo
el mundo habla de los cosméticos sin parabenos, sin saber muy bien
que esos parabenos son disruptores endocrinos.
Se conoce el peligro del residuo de pesticidas en los alimentos de cultivo industrial sin que tampoco sepa mucha gente que parte de la toxicidad de esos compuestos es su capacidad de mimetizar a las hormonas. Por último está el caso del empleo de determinados tipos de plásticos que suponen una exposición a ftalatos o a perfluorados, disruptores endocrinos bien caracterizados.
“Como comentaba, la etapa embrionaria, fetal y primera infancia representan etapas de máxima vulnerabilidad frente a los disruptores endocrinos. Lo preocupante es que tras la exposición no se observan efectos inmediatos, sino que estos se presentarán como una mayor susceptibilidad para enfermar en la vida adulta”
Se conoce el peligro del residuo de pesticidas en los alimentos de cultivo industrial sin que tampoco sepa mucha gente que parte de la toxicidad de esos compuestos es su capacidad de mimetizar a las hormonas. Por último está el caso del empleo de determinados tipos de plásticos que suponen una exposición a ftalatos o a perfluorados, disruptores endocrinos bien caracterizados.
“Como comentaba, la etapa embrionaria, fetal y primera infancia representan etapas de máxima vulnerabilidad frente a los disruptores endocrinos. Lo preocupante es que tras la exposición no se observan efectos inmediatos, sino que estos se presentarán como una mayor susceptibilidad para enfermar en la vida adulta”
Biocultura sevilla
¿En qué va a consistir tu charla en
BioCultura Sevilla?
Presentaré las últimas novedades
sobre exposición humana a compuestos químicos disruptores
endocrinos, centrándome en aquellos que, sin ser persistentes,
contribuyen a la exposición en el día a día de la gente corriente,
no profesionalmente expuesta. Para divulgar el conocimiento de este
aspecto de la salud humana, hemos construido varios escenarios y daré
recomendaciones de cómo disminuir la exposición con medidas de
carácter personal… mientras que los responsables de velar por la
exposición inadvertida de la población se espabilan.
¿De qué manera podemos “achicar”
nuestra exposición a esos productos tan peligrosos como pesticidas,
herbicidas, etc.? ¿Eligiendo alimentos ecológicos?
Hay múltiples fuentes y varias vías
de exposición. Entre las fuentes, el origen de los alimentos, su
procesamiento, envasado y preparación representa uno de los campos
mejor estudiados y con más fácil intervención. Pero no podemos
olvidar fuentes de exposición como los cosméticos, los detergentes
y artículos de limpieza, los textiles o la calidad del aire exterior
y del interior de nuestros hogares. Todas estas fuentes convergen en
unas pocas vías de acceso a nuestro organismo, la digestiva, la
dérmica y la inhalatoria. Sobre fuentes y vías podemos actuar de
forma preventiva.
El consumo de productos ecológicos
puede ayudar a reducir de forma significativa la exposición a
pesticidas y fitosanitarios, pero no debemos olvidar lo que atañe a
su empaquetado y su elaboración. Todo el proceso de producción de
alimentos es muy vulnerable y está continuamente sometido a la
presión de ciertas mejoras, que tan solo lo son en apariencia. El
empleo abusivo de fertilizantes, el empleo sistemático de
pesticidas, insecticidas y fungicidas, el uso habitual de herbicidas,
resulta, al final, en la presencia del residuo de estos compuestos en
el alimento de origen vegetal.
La contaminación marina por compuestos
persistentes y metales nos trae a la mesa el pescado rico en
mercurio, que no hace ninguna falta. Se hace necesaria otra forma de
producción que nos asegure que el productor está de nuestro lado,
proveyendo alimentos de origen vegetal y animal sin residuos
químicos. Los que se han acogido a las formas de producción
ecológica nos están haciendo un gran favor. Nuestra elección
favorecerá la popularización de esos productos y su competitividad
en el mercado.
La alimentación
¿Cuál es tu propuesta para la
alimentación?
No soy experto en alimentación y he
llegado a este campo tratando de averiguar la causa de enfermedades
comunes como el cáncer, la obesidad o la infertilidad. Pero sí que
te puedo dar las recomendaciones que he aprendido y me parecen
útiles: 1. Come de producción ecológica; 2. Consume productos
locales y de temporada; 3. Compra pagando el precio justo, y 4. Come
de todo, poco.
¿España es más peligrosa o menos
que otros países de nuestro alrededor? ¿Se controlan los alimentos? ¿Se
hacen estudios sobre exposición a niveles pequeños?
Afortunadamente para nosotros, somos
Europa. Esto quiere decir que nos vemos sometidos a decisiones de
carácter global que se han tomado en un Parlamento Europeo donde
están representados países con una gran tradición ambiental y con
un movimiento ciudadano muy importante. Creo que eso ha sido un buen
freno para que no se den demasiados casos ligados a la idiosincrasia
de la raza. Como decía un amigo mío sudamericano: “Vengo de un
país de listillos, nos pasamos el día maquinando como defraudar al
fisco o engañar al vecino”.
No será el caso de España, ¡no¡,
pero creo que las reglas del juego impuestas por la Comisión Europea
nos ayudan a controlar muchos aspectos de nuestra seguridad
ambiental, en el sentido más amplio de la palabra. No es el momento
de discutir el tema, pero la presión europea sobre la regulación
del consumo de pescado con altos niveles de mercurio en España y
Portugal es un buen ejemplo de lo que estoy refiriendo. Sí, se han
hecho buenos estudios sobre exposición química ambiental en España,
unos pocos poblacionales y otros ligados a estudios epidemiológicos.
Los trabajos de Cataluña y Canarias
son pioneros, después han venido otros realizados por el Centro
Nacional de Sanidad Ambiental (CNSA). Destaca el estudio en el que
participa esta última institución y mi grupo de trabajo, que
comprende 27 países europeos. El proyecto se identifica con las
siglas HBM4EU y está midiendo la presencia en el cuerpo humano, de
individuos reclutados en el norte y sur, este y oeste de Europa, ya
sean niños, adolescentes o adultos, de toda una batería de
compuestos químicos entre los que se encuentran muchos disruptores
endocrinos. Los resultados estarán listos en unos meses y servirán
para orientar políticas de prevención de la exposición
Efecto cóctel
¿Nos puedes hablar brevemente del
“efecto cóctel”?
Como ya he comentado el efecto
sumatorio de múltiples compuestos químicos actuando de forma
combinada –ya sea sinérgica o antagónica, es decir, sumando o
restando- ha desarmado el argumentario de “todo está bajo control”
que tanto ha pregonado la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria.
Como comprenderás, el establecimiento de concentraciones para las
cuales no se presume ningún efecto indeseable para la salud, para un
determinado pesticida presente en un alimento considerado de forma
aislada, queda desautorizado si se consideran varios residuos de
pesticidas en, por ejemplo, un tomate, que se unen a los residuos del
resto de los componentes de la ensalada, y este primer plato se suma
a lo que aporta el segundo plato y todos, al postre.
Nos gustaría que se legislara en
función de la suma de residuos que aporta nuestra comida diaria y
que, además, se tuvieran en consideración los compuestos que se
incorporan por nuestra piel cuando usamos determinados cosméticos o
por la respiración cuando aspiramos aromas artificiales… Esa sería
la forma correcta y honesta de establecer cuanto es admisible de un
determinado compuesto químico contaminante ambiental. Pero estamos
lejos de ello: el efecto cóctel no está en la agenda de los
organismos reguladores.
Los niños
¿Los niños son los más vulnerables a
los efectos nocivos de la alimentación convencional? ¿Ellos
deberían comer más que nadie “bio”?
Junto al efecto combinado y la
invalidez del uso regulador de las bajas dosis, lo que llamamos las
ventanas de exposición son el tercer y gran problema de la
evaluación del riesgo para la salud tras la exposición a
disruptores endocrinos. Siempre hemos denunciado que la toxicología
reguladora se ha centrado en el que la paga: Hombre rico del mundo
desarrollado. Por esta razón, creo que se ha olvidado la
idiosincrasia de la mujer, las peculiaridades del embrión/feto/niño
y las dualidades rico/pobre, norte/sur, primer mundo/tercer mundo…
Dentro de este contexto, las fases por las que pasa la vida de un
individuo, sea cual sea su condición, son determinantes del efecto
tras la exposición a un disruptor endocrino.
Determinados momentos en tu vida
significan diferentes riesgos ante exposiciones idénticas: el
embrión y feto, esto es la vida intrauterina, la primera infancia,
la pubertad… todos representan momentos de máxima sensibilidad a
los contaminantes ambientales. Creo que las generalizaciones en el
control de la exposición son desafortunadas y deberían tener en
cuenta los momentos en la vida de un individuo que se asocian con el
mayor riesgo para el desencadenamiento de un efecto adverso, fases de
la vida que llamamos ventanas de exposición. En respuesta a la
segunda parte de tu pregunta, la alimentación debería ser
especialmente cuidada en esos momentos de la vida de un individuo.
¿Nos puedes hablar de algunas de tus
conclusiones en estos años de estudio que tengan que ver con
exposición a químicos a través de la dieta y efectos en población
infantil?
Como comentaba, la etapa embrionaria,
fetal y primera infancia representan etapas de máxima vulnerabilidad
frente a los disruptores endocrinos. Lo preocupante es que tras la
exposición no se observan efectos inmediatos, sino que estos se
presentarán como una mayor susceptibilidad para enfermar en la vida
adulta. Un ejemplo: la exposición intrauterina, en el vientre de la
madre del embrión macho –el niño– a disruptores endocrinos con
actividad hormonal estrogénica y antiandrogénica se asocia con un
fracaso en la producción de semen en la edad adulta.
En otras palabras, en la base de la
infertilidad masculina asociada a la baja calidad de su semen…
podría estar la exposición de la madre cuando quedó embarazada a
contaminantes ambientales. Todo se encuadra dentro del llamado
Síndrome de Disgenesia Testicular en el que la exposición ambiental
parece tener un papel importante, y que implica no solo mala calidad
seminal sino también un mayor riesgo de padecer cáncer de testículo
o un defecto de la colocación del testículo en la bolsa escrotal
(criptorquidia) observado al nacimiento. Espero tener ocasión de
contaros en BioCultura la historia de los preciosos MIL DIAS, pero la
hipótesis del origen tempano de enfermedades de presentación en el
adulto está cada vez más fundamentada.
Baja natalidad
¿Nuestra baja natalidad tiene que ver
con los efectos hormonales de la polución química y sus
consecuencias en la población humana? ¿Somos un país muy expuesto?
El ejemplo de la respuesta anterior, es
decir, la mala calidad y pobreza seminal del varón está
contribuyendo en toda Europa, y en el mundo occidental en general, a
la infecundidad de las parejas. Es cierto que la infertilidad
masculina y femenina son multicausales, pero en ambos casos la
exposición ambiental, es decir nuestros hábitos y exposiciones del
día a día, están contribuyendo a este fenómeno. El problema del
varón se describió en Europa del Norte, para más tarde
generalizarse en todos los países desarrollados.
En España, los varones no escapan a
esa tendencia decreciente de su calidad seminal que no parece haber
tocado fondo, como se constata en cada nuevo estudio que se hace en
Europa y España. Este problema tiene dos aspectos no bien conocidos
por la opinión pública, que van más allá de la infertilidad del
varón. El primero es que esa infertilidad se asocia en el varón con
la caída en los valores de testosterona (la hormona masculina), lo
que significa un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad
metabólica, la diabetes y/ padecer problemas cardiacos.
El segundo, es que nos ha servido para
darnos cuenta de cómo reacciona nuestro primer mundo a esta
evidencia, ya que, en lugar de buscar la causa, se proponen
soluciones basadas en la técnica. En este caso particular, han
proliferado de las clínicas de reproducción asistida. ¡En Granada
ya hay más que oficinas de farmacia! Es una huida hacia adelante tan
típica de la sociedad actual, donde la tecnología quiere resolver
los problemas provocados por la propia tecnificación.
Pedro Burruezo
CHARLA EN BIOCULTURA
No hay comentarios:
Publicar un comentario