José
Enrique Campillo asegura que nuestros genes de la "edad de
piedra" no soportan la alimentación de la "era espacial"
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La
investigación asegura que los genes paleolíticos se
enfrentaron
a nuevos alimentos refinados y artificiales, al
aumento
de tóxicos y sustancias extrañas.(Foto: Archivo
ELUNIVERSAL)
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La
epidemia de obesidad seguirá creciendo si no adaptamos la
alimentación a la evolución que ha sufrido la
genética humana desde el Paleolítico,
según el doctor José Enrique Campillo, que acaba de publicar el
libro "¡Adelgaza! Sin que te tomen el pelo ni te quiten salud".
"Nuestros
genes de la Edad de Piedra no soportan la alimentación ni la forma
de vida de la Era Espacial" y, si no firman la paz, seguirá
creciendo la obesidad y las enfermedades de la opulencia que
destruyen al hombre moderno,
según el catedrático de Fisiología en la Facultad de Medicina de
la Universidad de Extremadura.
En una entrevista este especialista en
Medicina Darwiniana explica cómo muchas de las patologías que hoy
padecemos se deben a "una incompatibilidad entre nuestro diseño
evolutivo y el uso que de él hacemos".
Los
seres humanos han pasado mucha escasez y hambre a lo largo de los
tiempos y, como cualquier otro animal, han tenido que cazar
o recolectar si querían comer,
de modo que, subraya el especialista, "nuestros ancestros
paleolíticos se dotaron de un 'genotipo ahorrador' que no se ha
modificado en los últimos cien mil años".
Estas mutaciones, precisa Campillo,
proporcionaban una gran eficiencia para acumular grasa en situaciones
de abundancia y una gran capacidad de ahorro en condiciones de
escasez.
Desde hace tres siglos, sin embargo,
los avances tecnológicos han permitido desarrollar nuevas formas de
alimentos y planificar la producción agrícola y ganadera, de tal
forma que las sociedades desarrolladas han cambiado "la escasez
por el exceso constante", surgiendo lo que este autor denomina
"el mono obeso".
"Los
genes paleolíticos se enfrentaron a nuevos alimentos
refinados y artificiales,
al aumento de tóxicos y sustancias extrañas, a los aditivos y a las
máquinas que ahorran esfuerzos", argumenta.
Los principales errores de la "Era
Espacial" o del siglo XXI, según el doctor, son la excesiva
densidad calórica, las grasas saturadas y las "trans", los
azúcares de absorción rápida, el embudo alimentario -cada vez
comemos más de menos alimentos diferentes- y, por supuesto, el
sedentarismo.
Campillo, premio nacional de
Investigación de la Sociedad Española de Diabetes, comenta que las
ventajas de vivir como hace miles de años se han podido verificar en
comunidades como los nauruanos de la Polinesia y los indios pima de
Norteamérica.
"Todos los animales, sin
excepción, tienen que pagar un precio de gasto energético muscular
para conseguir la energía de los alimentos", indica el
nutricionista, quien suscribe que, "si todos los días comemos,
todos los días tenemos que hacer ejercicio".
"No debemos olvidar que cuando
vamos al gimnasio o salimos a correr, lo que hacemos es pagar la
deuda de gasto muscular contraída por la energía ingerida en forma
de alimentos a lo largo del día", sentencia.
Critica también que en la sociedad
actual "nos atracamos de dulce", unos azúcares que
prácticamente no existen en la naturaleza, exceptuando la miel y
algunas frutas como uvas, plátanos e higos, y "nuestro
organismo no está diseñado para esto".
En esta línea, esgrime que
ocasionalmente el hombre del Paleolítico se encontraba con una
colmena y "se ponía hasta arriba de miel", pero eso no
volvía a repetirse en meses.
También defiende que la carne que
consumían los antepasados no tenía la ingente cantidad de grasas y
toxinas que acumulan los animales criados en explotaciones
extensivas.
Todo este proceso culmina en obesidad,
diabetes, dislipemia, hipertensión y aterosclerosis y, finalmente,
en enfermedades cardiovasculares, principal causa de mortalidad del
hombre moderno.
Campillo advierte de que no todas las
personas tienen igual carga del "genotipo ahorrador" , lo
que explicaría que unas engorden más que otras.
Las personas que porten en su genoma
varias de estas mutaciones tienen una gran facilidad para desarrollar
obesidad y el resto de las dolencias de la opulencia si no siguen una
dieta saludable.
En su última obra, el profesor
argumenta que todo esto es "lo lógico", pero la gente
prefiere creer en dietas milagro o en extraños experimentos más que
en algo tan evidente como en adaptar la alimentación a lo que se
gasta y en moverse cuanto más mejor.
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