- Advierten de que están amenazados el acceso a los tratamientos y la sostenibilidad sanitaria
- El gasto de las terapias se ha doblado en los últimos diez año
- Fármacos a precio de oro, solo si funcionan

Para
plasmar su opinión y hacerla pública, los especialistas han elegido
la revista
Blood,
de la Sociedad Americana de Hematología. El autor de referencia del
artículo es Hagop Kantarjian, del prestigioso MD Anderson Cancer
Center de Houston (EE UU). Kantarjian relata a este diario a través
de correo electrónico que la idea del artículo surgió a partir de
los debates planteados en grupos de discusión sobre “los elevados
precios de los medicamentos contra el cáncer y cómo perjudicaban a
los pacientes”. A partir de ese momento, relata, “contactamos con
especialistas en leucemia mieloide crónica, les trasladamos la
iniciativa y les preguntamos si deseaban respaldarla”.
“El
coste de los medicamentos prácticamente se ha duplicado en la última
década”, advierten los especialistas, que indican cómo de los 12
compuestos contra el cáncer aprobados el año pasado por la
autoridad sanitaria estadounidense —la FDA—, 11 tienen un coste
superior a 100.000 dólares (77.000 euros) anuales por paciente. De
un gasto medio de 5.000 dólares (3.800 euros) mensuales por enfermo
se ha pasado en diez años a más de 10.000, añaden.
“Hemos
llegado a un momento en el que contamos con armas extraordinariamente potentes para combatir el cáncer”, relata Eduardo Olavarría, jefe
del servicio de hematología del Complejo Hospitalario de Navarra,
uno de los dos españoles firmantes del trabajo, junto con Francisco
Cervantes, su homólogo en el Clínic de Barcelona. “Pero nos
encontramos ante la paradoja de que si los precios siguen subiendo no
los podremos pagar”. De hecho, el Ministerio de Sanidad rechazó
el año pasado
la financiación por parte de la red pública de dos antitumorales
por su elevado precio.
Una portavoz de Farmaindustria, que
agrupa a los laboratorios farmacéuticos, prefiere no valorar si el
precio de los antitumorales es alto. Apunta que desarrollar un nuevo
fármaco ronda los 1.000 millones de euros y que el 40% del aumento
de la esperanza de vida entre 1986 y 2000 se debe a los nuevos
medicamentos aparecidos en este periodo.
El artículo hace de la anécdota
categoría. La anécdota (en realidad, bastante más que eso) repasa
la evolución en el tratamiento de un tipo de leucemia que hasta hace
12 años era mortal, la mieloide crónica. La aparición del imatinib
(Glivec por su nombre comercial, desarrollado por Novartis)
revolucionó el tratamiento como pocas veces sucede en el complejo
mundo de la lucha contra el cáncer. De una esperanza de vida de
cuatro años se pasó a controlar (cronificar) la enfermedad en más
del 90% de los casos.
Cuando
el producto se aprobó en los Estados Unidos, en 2001, el coste anual
era de 30.000 dólares (23.000 euros) por paciente. La cifra se ha
disparado a 90.000 dólares (69.000 euros). Los ingresos de Novartis
—que recientemente ha
perdido la batalla
que mantenía con India por la patente de este fármaco— ligados a
Glivec asciendieron en 2012 a 4.700 millones de dólares (3.600
millones de euros), según Bloomberg.
El impacto del precio de los
medicamentos en los pacientes difiere según el modelo sanitario. En
en los sistemas de cobertura universal europeos es la Administración
quien asume el coste. En Estados Unidos, en función de la modalidad
del seguro, los enfermos han de asumir parte del tratamiento. Los
oncólogos reflejan en el artículo cómo esta circunstancia supone
una barrera en el acceso a los tratamientos por parte de los
pacientes con menor poder adquisitivo, que no pueden pagarlos. Y que
en EE UU es donde los precios son más caros por la incapacidad del
Gobierno y las compañías de seguros de negociar a la baja los
antitumorales. En España, el tratamiento con Glivec es de algo más
de 30.000 euros al año —que asume la sanidad pública— frente a
los 69.000 euros en EE UU.
Que la situación en Europa no sea tan
dramática, al menos aparentemente, no quiere decir que los países
con cobertura universal como España estén a salvo del problema. “La
diferencia aquí es que quien no puede pagar no es el paciente, sino
el Gobierno, y el resultado final será el mismo si el sistema de
salud no tiene dinero”, comenta Olavarría.
¿Cuál sería un precio adecuado para
estos fármacos? Olavarría, que asume la necesidad de que la
industria obtenga beneficios para seguir investigando, desliza una
cifra: “La patente del Glivec caduca en tres años. Saldrán
genéricos y su precio rondará el 10% del actual. Aún así, esas
compañías ganarán dinero”.
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