martes, 16 de junio de 2015

OPINIÓN Pedro Burruezo reflexiona sobre el sistema vacunal: “Vacunas, mentiras y cintas de vídeo”

Lunes 15 de Junio de 2015

Impresionante la que se ha montado con el niño afectado por difteria en Olot. Primero de todo: vayan nuestras oraciones y nuestro soporte emocional a la familia, de todo corazón. Segundo: el juicio mediático a la familia, la criminalización de los padres, es un asunto grave que muestra la decadencia de nuestra sociedad. Tercero: tenemos mucho que decir de la sarta de mentiras que leemos un día sí y otro también en los medios generalistas. Cuarto: la industria farmacéutica se frota las manos. ¿En un futuro habrá que vacunarse para no contraer cáncer, depresión, menopausia, bipolaridad, diabetes, gota, melancolía, resfriados, hemorroides…? Quinto: la mayoría de los padres que no vacunan no son contrarios a la vacunación en ciertos momentos y circunstancias, sino a la vacunación sistemática: las fuerzas “sanitarias” aspiran, realmente, a acabar con toda disidencia con estas campañas en las que se pretende confundir a la población. Algunos gobernantes amenazan con multiplicar las vacunaciones y hacerlas completamente obligatorias.
Hace tiempo, vi una película muy interesante, “Twingo”. Se la recomiendo a todo el mundo. Una familia de cristianos evangelistas (no recuerdo de qué rama) iba a un lugar de Australia, como tantos otros miles de familias, a pasar un fin de semana en la Naturaleza. El bebé de la familia desaparece de la tienda de acampada. El juicio paralelo de la prensa es atroz. Les acusan de no sé sabe cuántas cosas. ¿Por qué? Son diferentes.

Tengo que decir que pocas cosas me unen a los cristianos evangelistas, por si alguien tiene alguna duda/sospecha al respecto. Al final, se descubre que un twingo, un cánido parecido al coyote, había raptado al bebé para comérselo en un momento de descuido. Los aborígenes ya lo sabían. Lo habían sufrido en alguna ocasión. Pero la sentencia ya había sido tomada. Decenas de artículos en los media blasfemaban y calumniaban con total impunidad. Y la población… preparada para el linchamiento físico y moral.

Lo de Olot es diferente, pero el juicio paralelo es idéntico. No está de más recordar que en la sección de Sociedad de la mayoría de diarios y medios no hay especialistas de nada. La precariedad por la que pasan los medios hace que muchos estudiantes de Periodismo se atrevan a escribir sobre temas de los que no tienen ni la menor idea. Para colmo, el verdadero periodismo de investigación ha desaparecido completamente, pues requiere de presupuestos que los rotativos no pueden pagar. Así las cosas, la industria farmacéutica y el Sistema (sanitario) pasan sus comunicados a los medios, que estos reproducen sin ningún escrúpulo.

El caso de Olot le sirve al Estado para justificar el sistema vacunal actual, a pesar de sus múltiples efectos secundarios y de su documentadísima iatrogenia. Aquí pueden consultar la web de la Asociación de Afectados por las Vacunas. Es sólo una parte de toda la iatrogenia planetaria relacionada con los sistemas vacunales. (pinchar aquí)

Una vez más, la mejor forma de inculcar algo a las masas es la propagación del miedo. Los medios se basan en textos, informes, entrevistas a personas con una muy estudiada ideología provacunal, cuando no se trata directamente de científicos a sueldo de las mismas industrias que fabrican las dosis y/o de las propias instituciones que perpetúan el actual status quo. Las informaciones no se contrastan. No hay disidencia. Y, para colmo, ni la ciencia es neutral, ni la tecnología es completamente inocua ni nadie tiene por qué pagar el precio de un progreso que beneficia, por encima de todo, a unas élites capitalistas que operan desde la sombra.
EFECTOS IATROGÉNICOS

Nadie habla en estos días de los efectos iatrogénicos del sistema vacunal. Se trata, en efecto, de presentar a los contrarios a las vacunas como personas desinformadas, antisistema, ignorantes… En realidad, es todo lo contrario. No es verdad que la gente que decide no vacunar a sus hijos sea gente “desinformada”. Al contrario, son gente muy informada. Los “desinformados” son los que acatan las decisiones del sistema vacunal sin poner en tela de juicio los muchos efectos contraproducentes que puede tener inocular virus a seres cuyo sistema inmunológico no se ha completado totalmente. En muchas ocasiones, quien más sale beneficiado del sistema vacunal son las poderosas industrias farmacéuticas, cuyos lobbys tienen un gran poder, especialmente sobre gobiernos como el del PP, siempre atento a los intereses de las grandes corporacions (farmacia, energía, alimentación...).

La inmensa mayoría de padres que no vacunan a sus hijos no son, en absoluto, “talibanes antivacunas” ni mucho menos. Simplemente, cuestionan el sistema vacunal, estudian los pros y los contras, y optan por la opción con menos riesgos, después de haber consultado varias fuentes, cosa que no hacen muchos media. ¿Cuántos niños han sufrido alguna patología por no haber sido vacunados en España hasta ahora? Que sepamos, sólo el afectado por difteria. ¿Cuántos han sufrido las consecuencias de los efectos secundarios de las vacunas? Muchísimos. Hay una amplia literatura científica al respecto y grupos de ciudadanos que se han asociado para denunciar estos casos y estos despropósitos. También hay periodistas independientes que se han atrevido a luchar contra Goliath para denunciar esas injusticias. Y medios combativos que se atreven a publicar los trabajos de científicos que no están al servicio de ninguna multinacional. Por no hablar del fiasco de la vacuna de la gripe A y la del papiloma, cuestionadas por numerosos estamentos sanitarios que no se caracterizan por su “política antisistema” y que han causado gravísimos problemas de salud a no pocas chicas (la del papiloma).

Tampoco es verdad que la mayoría de enfermedades infecciosas hayan desaparecido por la efectividad de las vacunas. Si los medios generalistas y los periodistas investigaran a fondo este asunto, se darían cuenta de que han sido la higiene y los cambios en las condiciones de vida las que han propiciado que las patologías infecciosas se hayan visto notablemente mermadas en Occidente en las últimas décadas. De la misma manera que no ha sido el flúor en el agua de boca lo que ha luchado mejor contra la caries, sino el hábito de lavarse los dientes y una alimentación más variada y rica en vitaminas. Todo esto lo saben los políticos y los responsables médicos y hay numerosos informes independientes a la disposición de los gestores de la sanidad, pero el lobby farmacéutico sonríe maliciosamente cuando ocurre algo como lo de Olot. Y, entonces, presionan a los medios para que difundan la teoría del miedo y la criminalización de los padres que no vacunan. A más vacunas, más dinero para sus arcas.
Pero el objetivo principal no es ganar cuatro euros más: sino eliminar toda disidencia, toda crítica, presentar al sistema vacunal como el único garante de salud. Es obvio pensar que la persona/empresa que produce algo aspira a venderlo, ¿no? ¿Y si tiene efectos secundarios? ¿De verdad alguien puede creer que la gente que no vacuna a sus hijos son gentes irresponsables que aspiran a que su familia esté más desprotegida que los demás? Xavier Uriarte, de la Liga por la Libertad de Vacunación, ha dicho: “Los pros ya los sabemos y conocemos la información. Hoy hablaremos de los contras que tienen las vacunaciones masivas, como los efectos adversos graves y frecuentes. Vacunar no significa que tengas una protección de grupo, porque las vacunas a lo largo de la historia de las epidemias no han protegido prácticamente de nada, sino que han sido las condiciones de vida y los cambios socioeconómicos los que han marcado que haya unas epidemias u otras, como puede ser cáncer o cardiovasculares en la actualidad. Con el escándalo de la vacuna del papiloma humano, la gripe A, con la de la pulmonía, el Prevenar, que produce más pulmonías y más graves, es increíble que no se reconozcan los efectos adversos y se continúe con las campañas de vacunación sistemática aludiendo toda crítica. Además están intentando poner mercurio de nuevo, cuando ya se había tomado el acuerdo de eliminarlo. Ahora los pediatras alopáticos vuelven a la carga para señalar que, como no hay sustituto, hay que ir metiendo mercurio… que es sumamente dañino”.

Por lo menos, este tipo de afirmaciones deberían hacernos pensar a todos. Las vacunaciones sistemáticas no son 100% inocuas. Consulten, consulten la bibliografía científica al respecto. No son cuatro locos, hippies perroflauteros, sino científicos independientes. Puede ser que sólo un caso, entre un millón, pueda verse afectado por una patología grave como consecuencia de una vacuna… Pero mi hijo no es un número anónimo en una lista anónima.

La mayoría de los padres contrarios a la vacunación sistemática piensan que, cuando hay un riesgo evidente, un caso de foco infeccioso conocido y cercano, es mejor vacunar. Los medios crean talibanes donde no los hay. Recordemos que, no hace mucho tiempo, también los medios señalaban que los pesticidas eran totalmente seguros. Hoy, las evidencias científicas al respecto son aplastantes, pero muchos pesticidas siguen vendiéndose con total impunidad mientras nuestros gobernantes miran hacia otro lado y abren el bolsillo. Además, añadamos que los periodistas insisten en encontrar un perfil concreto de padres contrarios a la vacunación sistemática... Otro mito... Los padres que ponen en cuestión el sistema vacunal actual tienen muchas y diversas procedencias: hay gente que viene del mundo “hippie”; otros, del mundo de la naturopatía; otros son gentes vinculadas a diferentes tradiciones espirituales; están los que han vivido de cerca la iatrogenia del sistema vacunal y “cuando veas las barbas del vecino cortar...”. Incluso hay gente muy introducida dentro del sistema sanitario que conoce lo que se mueve por dentro de ese universo y, a sabiendas de lo que se cuece, toma sus decisiones de forma ajena a la dictadura alopática...
PAPILOMA

La prensa francesa ha publicado recientemente que la Comisión Regional de Indemnizacionesde Accidentes Médicos de Aquitania (Francia) ha reconocido la relación de causalidad de la vacuna del papiloma con daños en el sistema inmune de una chica de 15 años. Así lo hacen Le PointL’Usine Nouvelle o Le Parisien. De ser así, dicha institución se convierte en la primera de Europa en hacer oficiales los daños de esta vacuna (ya conocidos, por otra parte, y mucho más graves en algunos casos). La citada Comisión estaría fomentando el derecho de la joven y su familia a percibir una indemnización por los perjuicios recibidos. También se publica que el abogado de la familia ha interpuesto una demanda por ello. Esto es sólo un ejemplo, denunciado por el periodista Miguel Jara. Hay cientos, miles… de casos en todo el planeta. En muchos casos, en el mal llamado Tercer Mundo, además, se experimenta con seres humanos con total impunidad, como se ha denunciado en diversos informes, películas, novelas… Por supuesto, también hay estudios científicos que no muestran la relación causa efecto entre el sistema vacunal y determinadas reacciones en algunos niños. ¿Quién los encarga? ¿Quién los paga? ¿Quién invita a los periodistas a los congresos? ¿Quién paga los congresos?¿Quién patrocina muchas investigacions universitarias? ¿Quién pone publicidad en los medios? Hay una ciudadanía que está despertando y que quiere saber qué cóme, qué le inocula a sus hijos, cómo se educa, qué respira… No saber nada de todo eso, no enterarse “de nada”, sólo responde a un déficit democrático muy evidente en España y en otros países de nuestro entorno.

El especialista Juan Gérvas (licenciado y doctor en Medicina por la Universidad de Valladolid) ha denunciado: “La iatrogenia es el daño provocado por el médico, y en su sentido general implica que no es evitable. Es decir, se trata de una complicación de una intervención correcta y necesaria. El problema es que en la actualidad el daño procede mayoritariamente de intervenciones innecesarias, que no están justificadas. Por ejemplo, los daños provocados por la determinación del PSA en el "diagnóstico precoz del cáncer de próstata" y las intervenciones consiguientes. Tal determinación carece de fundamento, y no se justifica la iatrogenia, que puede ser incluso muerte, y en otros casos incontinencia urinaria, impotencia, etc. En la actualidad, la iatrogenia es una epidemia que provoca cientos de miles de muertos anuales (400.000 sólo en hospitales y sólo en Estados Unidos), pues cada vez la medicina es más atrevida y arrogante y cada vez los pacientes/poblaciones esperan/exigen más de los médicos. Se junta el hambre con las ganas de comer, y además con los intereses de terceros, como industrias (farmacéuticas, alimentarias, tecnológicas, de gestión y otras), políticos, periodistas, científicos, académicos, etc.”.

¿Todavía les quedan dudas? Pues escuche este mensaje de Carlos Álvarez Dardet, catedrático de Salud Pública de la Universidad de Alicante. Este experto está protagonizando la recogida de firmas para retirar la vacuna del papiloma. (pinchar aquí)

MERCURIO, VACUNAS, PARÁSITOS

El dióxido de cloro, también llamado MMS, suscita controversias en el sistema sanitario y, al mismo tiempo, elogiosos avalistas entre todo tipo de personas. No se puede patentar y es una substancia con la que no se puede hacer el gran negocio que hacen las farmacéuticas. Se ha probado con gran éxito contra la malaria. Y, según varios testimonios, hay ya 178 niños autistas completamente recuperados. Hablamos recientemente con Andres Kalcker a la espera de que haya más estudios independientes sobre el dióxido de cloro y a la espera, también, de que las autoridades sanitarias dejen de trabajar en pos de los intereses de la gran industria, manipulando la verdad, en vez de trabajar en pos de los intereses de la ciudadanía. Lo que dice sobre las vacunas no tiene desperdicio:“Las altas tasas de autismo son debidas, a mi entender, al hecho de que, cuando un niño tiene alta presencia de parásitos y se le vacuna, esta vacuna dispara su efecto inmunosupresivo; la migración de parásitos se producen y estos parásitos llegan a zonas profundas donde normalmente no tienen acceso. Al mismo tiempo hay una alteración de neuropéptidos y una reducción de la eficacia de los jugos gástricos, que permite que entren más patógenos pasando la barrera del ácido estomacal. Quiero dejar claro que cuando hablo de parásitos no me refiero sólo a nematodos sino a todo tipo de parásito pequeños. Pongamos un ejemplo paralelo. Se considera que uno de los efectos del RoundUp de Monsanto en la salud humana es el alterar el intestino de manera grave. Esto tiene un sinfín de consecuencias en la salud de la persona expuesta, consecuencias que llegan a través de la alteración del equilibrio intestinal por el producto químico. Tanto es así que podemos decir que autismo es un conjunto de diferentes tóxicos, parásitos y vacunas que afectan el sistema nervioso central, el nervio vago y por lo tanto el correcto funcionamiento del sistema simpático y parasimpático. Las madres que usan nuestro protocolo han demostrado irrefutablemente que es una enfermedad recuperable como hemos podido observar en 178 casos recuperados totalmente hasta la fecha”.

COMIDA BASURA

Una reflexión más. La OMS reconoce que el 80% de las enfermedades de la civilización están íntimamente relacionadas con una dieta cargada de productos tóxicos e insalubres. Muchos de esos pseudoalimentos se anuncian a todas horas, y especialmente en horarios infantiles, en todas las cadenas de TV, que obtienen pingües beneficios por ello. ¿Se imaginan ustedes que los medios de comunicación buscaran a padres que dan de comer esos “comestibles” a sus hijos, habiendo, como hay, informes científicos independientes que certifican que son carcinogénicos… para calumniarles a todas horas?¿Quién paga los anuncios de esas cadenas? ¿O que pudiéramos sentar en el banquillo de los acusados a las empresas de alimentos, pesticidas, productos de higiene… de uso habitual entre la infancia, productos cuyo consumo es altamente tóxico y relacionado con todo tipo de enfermedades, algunas mortales? ¿Y qué me dicen de los supuestos héroes mediáticos, deportistas, cantantes, chefs… que muestran sus caras en esos anuncios que publicitan alimentos cargados de disruptores hormonales cuyas consecuencias son devastadoras para la salud humana? ¿Por qué nadie les cuestiona? ¿Por qué los media, tan obsesionados ahora con las vacunas, no ponen en tela de juicio todo eso…?

COMO EN SIRIA

Recientemente, mi calendario de conciertos me llevó a Ankara, donde fui invitado por la embajada española para dar un concierto con mi grupo, Bohemia Camerata trío, en la capital turca, en OPTU, la enorme universidad de la ciudad. Conocí a un diplomático español que había pasado varios años en Siria antes de que empezara el conflicto. Tanto es así que tenía por esposa a una mujer siria, y sus hijos tienen, pues, parte de sangre árabe. El asunto es que, después de charlar con él más de dos horas sobre Siria y su conflicto bélico, sus palabras me trajeron mucha luz para entender el problema: nadie dice toda la verdad allí, todos tienen las manos sucias de sangre y, para colmo, el trabajo de las agencias de inteligencia internacionales es un auténtico peligro. Pues lo mismo pasa con el tema de las vacunas. Los laboratorios, las empresas, los médicos… pocos dicen toda la verdad. Y, por si esto fuera poco, resulta que aparecen ingratos, como Andrew Wakefield, que recibió dinero (55.000 libras) de un bufete de abogados para publicar en The Lancet un texto que mostraba relación causa-efecto entre vacunaciones sistemáticas y el autismo (texto que le serviría al bufete para defender las causas de los padres de niños autistas contra la industria farmacéutica).

También hay santurrones “naturistas” que creen tener toda la verdad en ciertos asuntos y se pasan la vida escuchándose a sí mismos (tienen un público tan fiel que son incapaces de toda autocrítica). Con el citado diplomático español en Oriente Medio, uno de los temas que salió a la luz era el cómo tanta gente se atrevía a escribir sin saber nada del asunto sirio.

Pues en el tema de las vacunas también pasa exactamente lo mismo. Cualquier articulista recoge dos datos de Internet, pica allí, pica allá, y hala, a publicar en medios de gran poder de convocatoria. Más confusión… Todo el mundo, de alguna forma, miente, o no dice toda la verdad. Y de la sobreexposición a fármacos, vacunas… también es responsable una buena parte de la ciudadanía, cómplice del éxito de la desinformación del miedo. Volvemos al citado Juan Gérvas, que ha dicho en respuesta a una pregunta de The Ecologist: “Se deduce de mis respuestas previas que el ciudadano tiene grandes posibilidades de evitar la iatrogenia si evita el contacto innecesario con el sistema sanitario. Tenemos (mi esposa Mercedes Pérez Fernández, también médico, y yo) publicados cientos de artículos en revistas científicas que podrían ayudar al ciudadano interesado, muchos de acceso gratis en la página del Equipo CESCA (www.equipocesca.org) pero también hemos publicado dos libros para los lectores interesados, Sano y salvo (libre de intervenciones médicas innecesarias) y La expropiación de la salud. El resumen es tener sentido común y no esperar más del sistema sanitario de lo que puede ofrecer. La salud no depende de los médicos sino de uno mismo y de la sociedad en que vive (democracia, distribución justa de la riqueza, suministro/depuración de agua, educación, trabajo, vivienda, justicia, etc). La intervención médica es esencial en algunos casos específicos, como vacuna contra la poliomielitis, intervención de catarata, tratamiento de la apendicitis, uso correcto de antibióticos en la neumonía, escucha terapéutica en la depresión leve-moderada, etc. Los ciudadanos no pueden aspirar a la juventud eterna, y tienen que disfrutar del grado de salud que tengan. Las expectativas excesivas de los ciudadanos justifican las intervenciones excesivas y dañinas de los médicos”. 

EL RIESGO DE ESTAR VIVO

Aceptémoslo: estar vivo significa asumir riesgos. La posibilidad de que el niño no vacunado contrajera la difteria era realmente remotísima. Pero existía. Menos remotas son las posibilidades de que los efectos iatrogénicos de las vacunas afecten a la salud de nuestros hijos. Que cada uno se informe y opte, en cada caso, según cada situación, por la opción que cada cual crea más oportuna. Ahora bien, si usted pretende estar bien informado para tomar decisiones siguiendo los medios de “desinformación” de masas… esa no es la opción más adecuada. Consulte a los expertos independientes, consulte más de una fuente, busque información contrastada y no lo que escriben los becarios de los rotativos generalistas. Lea, hable con expertos, no se conforme con lo que le diga el vecino, según lo escuchado en La 1 o en Telecinco. Y tenga en cuenta que estar vivo significa asumir eventualidades. El riesgo 0 no existe.

Para finalizar, recuerden siempre que: “En el teatro mundial de los medios audiovisuales y los demás… nada es lo que parece”. El 80% de la información que gira en torno al planeta está controlado por cuatro agencias, cuyos inversores, a su vez, lo son también en grandes industrias farmacéuticas, agroalimentarias, armamentísticas, energéticas, financieras…

Nuestras oraciones, nuestra energía, nuestras buenas intenciones… están dirigidas estos días hacia Olot, para que el niño afectado por difteria consiga recuperarse pronto y que la enfermedad no deje secuelas en su organismo. Esperando, además, que esa “desgracia” no sirva para que nadie, sea cual sea su color político, su ideología, saque beneficio de este asunto…

Por cierto, los políticos que en estos días defienden con tanta ansia la imposición de las vacunaciones sistemáticas, preocupados por el asunto del niño de Olot, ¿por qué no se preocupan también por el hecho de que sus leyes dejan a tantos niños enfermos indefensos, por ejemplo, con los escasos recursos dedicados a la Ley de Dependencia y tantas otras leyes injustas y vergonzosas? ¿Sinceramente les preocupa el dolor ajeno? ¿O es todo una gran comedia? Algunos, incluso, ni siquiera pasaron por ninguna academia de interpretación… Que cada uno extraiga sus propias conclusiones…

Pedro Burruezo es director de The Ecologist, asesor de BioCultura, hortelano orgánico y músico y compositor

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