Por Miguel Jara 19 de junio de 2017
La Agencia
Europea de Sustancias Químicas (ECHA por sus siglas en inglés) ha
reconocido oficialmente que el bisfenol A es un químico tóxico que
altera nuestro sistema hormonal. Esto se sabía desde hace años por
cantidad de estudios científicos pero aunque tarde llega el
reconocimiento, lo que implicará la toma de medidas reguladoras de
la sustancia, muy usada en tiquets de compra, juguetes infantiles,
botellas de plástico o latas de conservas.
La decisión de reconocer de manera
oficial que el bisfenol A (BPA) es lo que se denomina un “disruptor
endocrino” fue adoptada por unanimidad en el seno del comité de la ECHA, que se reunió la semana pasada en Helsinki. Esta sustancia
interfiere en el normal desarrollo de las glándulas, en las
funciones cognitivas y en el metabolismo.
El bisfenol A es una de las muchas
sustancias químicas contaminantes con las que estamos en contacto a
diario y que una vez dentro de nuestro organismo modifican el
equilibrio de las hormonas. Éstas son mediadoras químicos que
conectan un órgano con otro, que los comunican.
La normal actividad de las hormonas
puede ser amplificada o disminuida por los disruptores endocrinos que
en ocasiones llegan a impedir la actividad de la hormona generando enfermedades.
La iniciativa ha partido de Francia que
había propuesto que el bisfenol A se catalogado como tóxico para la
reproducción y se incluya en una lista de sustancias extremadamente
preocupantes (SVHC) de la ECHA, lo que ha provocado intensos debates
en el Comité de los Estados miembros de dicho organismo.
Todo esto se produce produce después
del reconocimiento de cuatro sustancias de la familia de los ftalatos
(usadas para modelar con facilidad los plásticos), también hayan
sido reconocidas como disruptores endocrinos para los seres humanos.
Para la ECHA era fundamental establecer
unos criterios claros de identificación de los disruptores
endocrinos, algo que puede servir también en las discusiones que en
paralelo se llevan a cabo en el contexto de la ley sobre los plaguicidas. Como explica Natacha Cingotti, responsable de las
políticas de Salud y Sustancias Químicas, de la Alianza de Salud y
Medio Ambiente, una de las organizaciones civiles a las que la Unión
Europea ha consultado por este tema:
"Aunque los efectos adversos del BPA están muy bien documentados, las dificultades para que fuese reconocido como un disruptor endocrino nos recuerda la importancia de establecer unos criterios claros sobre los EDC que sirvan de guía en el Comité sobre Plaguicidas de la UE, que se reunirá en las próximas semanas”.
El bisfenol A, muy utilizado en la
producción de los plásticos de policarbonato y en revestimientos de
las latas en las que se envasan alimentos y bebidas, puede tener
consecuencias adversas para la salud reproductiva, el sistema
nervioso, el sistema inmunológico e incluso provocar cáncer, de
mama por ejemplo, así como interferir en el metabolismo y la salud cardiovascular.
Hasta ahora la UE sólo lo había
reconocido como una sustancia preocupante por sus efectos sobre la
reproducción. Así que asistimos a un importante avance.
Está claro que los intereses en torno
a las sustancias químicas dañinas para la salud humana son muchos.
La principal legislación europea sobre
químicos tóxicos, el Reglamento REACH (acrónimo de Registro, Evaluación, Autorización y Restricción de sustancias y mezclas químicas), tiene un elevado potencial para proteger la salud y el
medio ambiente, pero requiere una aplicación y desarrollo efectivos.
Ya se han cumplido diez años desde que
se implantó tras una dura pelea que llevó años y años por las
trabas que pusieron los lobbies industriales. La Oficina Europea de
Medio Ambiente (EEB, en inglés) afirma que todavía queda mucho trabajo para conseguir que la normativa se aplique adecuadamente.
REACH ha ayudado a muchas empresas a
comunicar mejor los riesgos de sus productos aunque las compañías
siguen reticentes a tratar el tema por la mala imagen que puede
acarrearles. Hace dos años se publicó el informe BISFENOL A: Una sustancia tóxica en las latas de comida. ¿Qué están haciendo las empresas alimentarias en España?
Hay empresas que lo han eliminado de
sus envases o están en ello pero son las menos, por desgracia. De
las más de 100 compañías encuestadas sólo siete declararon
explícitamente haberlo retirado de todas sus latas y envases o
hacerlo a lo largo de 2015, cuando se hizo el trabajo.
La buena noticia es que un porcentaje
importante de las que contestaron, más de un 60%, sí afirmaron
estar tomando medidas para eliminar el bisfenol A o al menos estar
estudiándolo.
No obstante, más del 70% de las
empresas rehúsan informar sobre la presencia de bisfenol A en sus
latas y envases.
Esperemos que el nuevo reconocimiento
de los daños de esta sustancia conduzca a las industrias a
prescindir de ella.
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