Alquilfenoles,
bisfenol A, metales pesados o compuestos orgánicos volátiles son
algunas de las sustancias presentes en productos cotidianos
Día
16/10/2012
ELENA
CARRERAS
|
Para
concienciar a los ciudadanos sobre la composición de los productos
que usan a diario, esta fundación ha puesto en marcha la campaña
«Hogar
sin tóxicos»,
dirigida por el experto en temas ambientales Carlos de Prada y
respaldada por Greenpeace.
Detergentes,
geles de baño, lociones y cremas hidratantes, ambientadores,
desodorantes, perfumes, friegasuelos, sprays, pesticidas domésticos,
alimentos elaborados… «Todos vienen etiquetados y eso da una falsa
sensación de seguridad, porque las etiquetas no son detalladas»,
explica Carlos de Prada.
Para
apoyar sus palabras, De Prada muestra toda una batería de etiquetas
de productos que están a la venta ahora mismo en cualquier
supermercado. «Donde pone tensioactivos no iónicos puede haber, por
ejemplo, alquilfenoles, entre los cuales hay sustancias que pueden
ser tóxicos
reproductivos.
Y raro será encontrar una etiqueta donde se alerte de la presencia
de sustancias tan preocupantes como los ftalatos, los éteres de
glicol basados en el etileno, el 1,4 dioxane, los compuestos
perfluorados, etc, y eso a pesar de que infinidad de investigaciones
científicas asocian estas sustancias a problemas sanitarios incluso
a niveles muy bajos de concentración. Sin embargo, a diferencia de
lo que sucede con el tabaco, no se nos informa debidamente ni se nos
alerta de estos riesgos», critica el director de la campaña.
La
responsable de la campaña de contaminación de Greenpeace, Sara del
Río, denuncia la «falta
de transparencia industrial»
que permite que tengamos al alcance, dispersemos por nuestro hogar o
incluso apliquemos directamente sobre nuestro cuerpo sustancias
químicas tóxicas de manera totalmente inconsciente. «El volumen de
sustancias químicas producidas por el hombre se ha multiplicado
extraordinariamente, pasando desde el millón de toneladas anuales
que se producían en 1930 a los centenares de millones de toneladas
que se producen anualmente hoy en día. Algunas están estudiadas,
pero muchísimas no y, lo que es peor, pueden provocar efectos
combinados que desencadenan un "efecto cóctel" de
consecuencias imprevisibles y que sólo veremos con el paso de los
años si ninguna administración responsable pone remedio»,
advierte.
El
científico Jesús del Mazo, del Centro
de Investigaciones Biológicas del CSIC,
señala que existen estudios epidemiológicos y ambientales sobre el
incremento de alteraciones en el ámbito de la reproducción y el
desarrollo gonadal, tanto en humanos como en animales. «En nuestro
entorno cotidiano existen sustancias, llamadas disruptores
endocrinos por
su potencial efecto adverso en nuestro sistema hormonal, que parecen
estar relacionadas con el actual aumento de cánceres testiculares,
malformaciones genitales, disminución de la calidad y cantidad
espermática, etc. Son sustancias particularmente activas en etapas
embrionarias e incluso pueden tener un efecto transgeneracional, por
lo que es urgente aumentar la investigación sobre sus potenciales
efectos que permita dictar normas que nos protejan a nosotros y a las
generaciones futuras», afirma.
Un
ejemplo muy estudiado de una sustancia química a la que nos
exponemos en la vida cotidiana es el bisfenol A. Cientos de
investigaciones científicas lo asocian a problemas sanitarios como
la alteración de nuestro sistema endocrino y trastornos hormonales.
Recientemente la
Unión Europea prohibió su uso en biberones infantiles.
«Sin embargo, el bisfenol A sigue presente en el interior de un alto
porcentaje de latas de comida sin que nadie lo impida. Ni siquiera se
informa de ello a los consumidores, lo cual viola su derecho a la
libre elección de a qué riesgos quieren exponerse o no. Esto,
evidentemente, limita nuestra posibilidad de proteger nuestra salud»,
comenta Carlos de Prada.
Para poner coto a esta situación, los organizadores de la campaña han enviado misivas a los responsables de Sanidad y Medio Ambiente del Gobierno central y de las comunidades autónomas, así como a las comisiones de Sanidad y Medio Ambiente del Congreso y el Senado, reclamándoles que tomen cartas en el asunto y promuevan medidas que pongan fin a esta amenaza para la salud pública.
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