«El
100% de la población tiene restos de pesticida en la grasa corporal»
El
especialista lleva quince años investigando los efectos indeseados
sobre la salud humana de sustancias químicas presentes en alimentos
y objetos de uso cotidiano
INÉS
GALLASTEGUI/GRANADA
Peces
que cambian de sexo. Hombres estériles. Mujeres con residuos de
pesticidas en su leche materna... El profesor de Radiología y
Medicina Física Nicolás Olea Serrano lleva quince años
investigando los efectos de ciertas sustancias químicas sobre la
salud humana. Está convencido de que la exposición ambiental a
estos productos, que se encuentran en los alimentos y en decenas de
objetos de uso cotidiano, es la causante de innumerables
enfermedades.
-¿Qué
son los disruptores endocrinos?
-Se
trata de compuestos químicos contaminantes ambientales, que una vez
dentro del organismo humano 'imitan' a las hormonas naturales. La
mayor parte, a las hormonas sexuales femeninas o estrógenos. Otros
pocos interfieren con las hormonas sexuales masculinas o andrógenos.
En algún caso más, hay imitadores de las hormonas del tiroides o
del control del azúcar en sangre. Los efectos descritos están
relacionados con estos sistemas hormonales: infertilidad,
endometriosis, malformaciones génito-urinarias, diabetes o aumento
de la incidencia
de algunas formas de cáncer, como mama y testículo.
-¿Qué
sustancias químicas de uso cotidiano son potencialmente peligrosas
para la salud?
-Si
nos ceñimos al mundo de los disruptores endocrinos, el censo incluye
cerca de 800 compuestos identificados como tales. Hace unos años se
pensaba que tan solo algunos pesticidas de uso agrícola tenían esta
propiedad. Hoy día se sabe que tanto algunos componentes del
plástico, como algunos detergentes o componentes de productos
cosméticos pueden ser disruptores endocrinos. Hay que tener en
cuenta que la UE reconoce que de los 140.000 compuestos químicos
fabricados por el hombre, sólo hay información toxicológica
suficiente de 140.
-¿Es
posible demostrar la relación entre la exposición a determinadas
sustancias químicas y enfermedades como el cáncer, el Alzheimer o
el Parkinson?
-Realmente
establecer una vinculación entre exposición y enfermedad es una
tarea difícil, ya que se trata, en la mayor parte de las ocasiones,
de enfermedades de aparición tardía, multifactoriales y con un
largo periodo de incubación (tiempo que existe entre la exposición
y la manifestación clínica). A pesar de ello, las asociaciones son
lo suficientemente serias como para poner en marcha el llamado
principio de prevención, que viene a decir algo así como 'cautela
ante la incertidumbre'.
-¿Existen
estudios científicos que prueben el peligro de ciertos productos
químicos?
-Existen,
al menos en el mundo animal. Está el caso preocupante de los
moluscos de las rías gallegas con una enfermedad que se llama
imposex y que los hace estériles, o los peces del río Ebro, con un
síndrome que se llama intersex y que hace indistinguibles al macho y
la hembra. Como bien dice uno de los 'descubridores' de estas
afectaciones, si uno piensa que nosotros somos muy diferentes de la
cañaílla gallega o la carpa del Ebro, durmamos tranquilos. Ahora
bien, si pensamos que navegamos en el mismo barco.
-Cada
vez son más los científicos que hablan de estos temas. ¿Están
respondiendo las administraciones en consonancia?
-A
duras penas. La Unión Europea apostó con valentía por la hipótesis
ambiental. De hecho, el próximo mes de noviembre tendremos en
Helsinki la reunión de expertos para analizar los diez años de
trabajo desde la primera reunión en Weybridge (Reino Unido) en la
que se confió en la hipótesis y se subvencionaron trabajos de
investigación. En España, hay algunos esfuerzos individuales de la
mayor calidad científica en investigación animal. En humanos, se
limita a lo que nuestro grupo de Granada lleva haciendo estos últimos
quince años. Un hito fue la creación de la red Infancia y Medio
Ambiente en la que participan Barcelona, Menorca, Valencia, Alicante
y Granada, y que reclutó mas de 6.000 niños desde el embarazo de
sus madres y los ha seguido hasta los cinco años de edad. Hemos
tenido ocasión de analizar los productos químicos en las placentas
y establecer el mapa regional de distribución de contaminantes, por
ejemplo de los pesticidas DDT y endosulfán.
-¿Y
la industria?
-No
conseguimos hacerlos interesarse en el tema en los aspectos que
creemos del mayor interés: el conocimiento científico y la
prevención de la exposición humana. Aún guardo en un marco la
última carta que me dedicó el presidente de la federación de
industrias químicas por comentar a la prensa lo que de forma
repetida le había dicho en las reuniones científicas y en
publicaciones internacionales: el 100% de la población granadina
tiene DDT o sus metabolitos en la grasa. Es lo mismo que ocurre en el
resto de España, sólo que nosotros lo hemos investigado. A pesar de
la evidencia,
la industria parece no interesarse y cree que es un asunto pasado que
no ha tenido consecuencias.
-Para
una persona que se desenvuelve en un entorno urbano, ¿es posible
evitar estas sustancias? ¿Hay una pauta de consumo para minimizar la
exposición?
-La
exposición es muchas veces inadvertida, ya que los disruptores
endocrinos se encuentran en múltiples artículos de consumo, por
ejemplo, el residuo de plaguicidas en los vegetales o el de hormonas
en las carnes; los componentes de los plásticos en los biberones,
recubrimientos de latas de conserva o los selladores dentales; los
ablandadores del plástico en tetinas y chupetes; los antialgas en la
pintura de la piscina; los componentes de la cosmética como
ftalatos, parabenes, canfenos y benzofenonas... Y así hasta 800
compuestos. ¿Pautas de consumo? Agricultura sin pesticidas,
reducción en el empleo de alimentos preparados y no frescos,
reducción en el consumo de plásticos y en el uso de cosmética...
No hay comentarios:
Publicar un comentario