de Prada
El sector ecológico medra en medio de
la crisis. España es líder de la UE en agricultura ecológica. El
mercado español de productos ecológicos podría crecer un 12% anual
hasta el 2020
Feria BioCultura.
|
11/11/2013
Decenas
de miles de personas atestaremos estos días el inmenso pabellón de
IFEMA, en la Feria de Madrid. El motivo: BioCultura,
la feria de productos ecológicos y consumo responsable (14
al 17 de noviembre).
Una
feria optimista y llena de vida, que cada año, desde hace 29, se
celebra en Madrid, superando expectativas de asistencia de año en
año. Éxitos comparables, en proporción, alcanza también
BioCultura en las otras ciudades a las que ha ido extendiéndose,
como Barcelona, Valencia y Bilbao.
Frente al pesimismo de muchos que
piensan que otro mundo no es posible, hay en marcha un cambio de
modelo que puede traernos un mundo mejor, un mundo menos tóxico. Y
que, además, es un buen negocio. Un negocio que nos beneficia a
todos, incluida la propia Naturaleza. Un negocio sin activos tóxicos
que ya está dando de comer a mucha gente en España.
De
hecho, mientras
otros sectores se estancan o retroceden, como luego comentaré, el
sector bio crece.
Y ello acaso, más que ser algo anecdótico sea un hecho importante a
considerar cuando se habla de volver a la senda de un crecimiento. Y
sobre todo si queremos que sea un crecimiento más real, más
sostenible y más justo.
El
sector bio aporta el único camino para un crecimiento verdadero y
sostenible
La
feria es una especie de maremagnum, casi inabarcable, a no ser que se
dedique mucho tiempo a recorrerla. Cuenta con más de 800
expositores, la mayor parte de ellos de agricultura
y alimentación ecológicas que
ofrecen a los visitantes más de 18.000 productos certificados
diferentes. Pero en BioCultura también se dan cita otros sectores
florecientes, como el de la bioconstrucción
y las energías renovables, el turismo rural, la ropa, los productos
de limpieza sin tóxicos o, entre otros, el de la cosmética
ecológica,
que prescinde de la utilización de determinadas sustancias
sintéticas que preocupan a muchos consumidores, y que está
creciendo de manera fulgurante. Además en la feria tienen lugar
infinidad de actividades y charlas (entre ellas las dos que daré yo
mismo, una sobre pesticidas y otra sobre los tóxicos domésticos).
El
consumo "bio" florece. Y con una fuerza increíble. Son
algo más que "brotes verdes". Son los verdaderos brotes
verdes.
Verdes de verdad. Los que más esperanza pueden traernos en unos
momentos de crisis como los actuales. Porque acaso nos muestren la
verdadera salida. El color de la esperanza es el verde, no nos
engañemos.
Estamos
en una crisis que no solo es una crisis económica. Sino de modelo de
producción. Y seguir insistiendo en repetir errores, en una ciega
huida hacia delante, sería lamentable.
El modelo actual, uno de cuyos principales lastres es el escaso peso
de la ética y la racionalidad en él, genera, incluso en sus
momentos de "bonanza", una serie de impactos y daños
inasumibles. No solo en la economía del hombre de a pie, al que
pocas veces le dicen nada bueno ciertas supuestas mejoras en
"competividad" o en algunas cifras macroeconómicas.
También impactos que, como los ambientales o los sanitarios,
acabamos pagando luego todos de una manera u otra.
El
sector bio aporta una salida a todo eso. Mostrando que otro modelo de
crecimiento es posible. Es más, no sólo eso. Lo que aporta, en
realidad, es el único camino para un crecimiento verdadero y
sostenible. Un crecimiento con todas las letras. Porque lo otro, eso
a lo que estamos acostumbrados es, en realidad, un decrecimiento para
el conjunto de la sociedad en la mayoría de los órdenes -desde los
materiales a los morales- y solo un crecimiento de una serie de
indicadores de pan para hoy y hambre para mañana (en la situación
actual, más bien hambre para hoy).
Lo
que aporta el sector bio es de una trascendencia crucial. Un
crecimiento real, ético, que no se basa en empobrecer a los demás y
en arruinar el mundo de las generaciones venideras. Un
crecimiento en el que la salud de la economía es al mismo tiempo la
salud de las personas y del planeta.
Y no es una utopía. No es un proyecto. Es una realidad tangible y en
auge, a pesar de las zancadillas de quienes tienen su negocio en el
otro tipo de "crecimiento".
Una
realidad vibrante que entusiasma a sus actores mucho más que otros
negocios convencionales, porque, junto a la satisfacción de ganar
dinero, se añade la inmensa satisfacción moral que siente el que,
además, sabe que forma parte de algo que está mejorando realmente
el mundo combatiendo algunos de sus más graves problemas.
Junto
a la satisfacción de ganar dinero, se añade la moral del que sabe
que está mejorando el mundo
Cualquier visitante de BioCultura lo ve
de forma inequívoca. Lo verde vende. Y de qué modo. A pesar de que
algunos de estos productos, en parte por el sabotaje oficial que ha
hecho más bien poco o nada por favorecer este tipo de mercado,
puedan tener un precio superior al de los convencionales. A pesar de
eso, la gente se ve cada vez más interesada por ellos. Incluso con
la que está cayendo. Además, no siempre es cierto que sean más
caros, y cada vez lo serán menos a medida que crezca el número de
consumidores que los demanden.
Reza el dicho que "a veces lo
barato sale caro". Pensemos, por ejemplo, en un producto muy
barato pero cargado de sustancias tóxicas que nos pueden hacer
contraer una enfermedad. No es un ejemplo baladí, ya que, demasiadas
veces, es una realidad bien tangible. Lo que nos ahorramos por un
lado, podemos acabar pagándolo por otro, y con creces, por ejemplo,
por las consecuencias sanitarias de la rampante contaminación
química de nuestra vida cotidiana inherente al uso de una serie de
productos. Y la gente concienciada, que lo sabe, se esfuerza por
adquirir lo que sabe que es más sano, aunque en algún caso le
cueste algo más porque sabe el precio real de las cosas y que lo
"barato", lo supuestamente "competitivo", lo es
simplemente a base de no computar sus costes reales: acuíferos
contaminados con pesticidas y nitratos, comida con presencia de
sustancias preocupantes, facturas sanitarias, agricultores en manos
de multinacionales químicas y que se intoxican y nos intoxican con
sus pesticidas, uso de materias primas poco recomendables pero más
baratas.
La diferencia entre ciertos
consumidores convencionales y los de BioCultura es, a veces,
simplemente, la diferencia entre el autómata y la persona que
piensa. La cultura sobre estas cosas está creciendo entre la
población, y ello lleva a que cada vez más gente desconfíe más
acerca de la calidad de muchos alimentos. Cada vez menos gente confía
en que un producto sea sano porque tenga, por ejemplo, el nivel
"legal" de residuos de pesticidas que determinados señores
de la Administración han juzgado como "seguro" basándose
a saber en qué. Cada vez más gente sabe que la comunidad científica
está discutiendo desde hace mucho los parámetros oficiales de
seguridad alimentaria.
Y por eso, cada vez más personas
buscan productos como los que se exponen en BioCultura. Productos en
los que se ha hecho un esfuerzo para librarse de esa carga, de ese
coste oculto y a veces terrible. En BioCultura no encontraremos tanto
esa complacencia que encontramos tantas veces a nivel oficial y que
transige y bendice que nuestra comida esté desnaturalizada y tenga
residuos de pesticidas sintéticos, conservantes, colorantes,
hormonas... Y que establece como "legales" los niveles de
contaminación que hoy en día tienen nuestros cuerpos. No. En
BioCultura, lo que vemos, más bien, es el esfuerzo de muchas
empresas y personas por, simplemente, eliminar la presencia de ésas
sustancias de modo que no las tengamos en nuestro organismo. Lo cual
está más en consonancia con las recomendaciones de miles de
estudios científicos que lo que hace nuestra Administración,
siempre más preocupada de no molestar a determinados intereses
económicos que de velar por nuestra salud.
BioCultura no es más que la expresión
de un movimiento ético pionero que se adelanta en décadas a lo que
un día deberá ser todo el sistema productivo, si es que alguna vez
se consigue imponer la verdad de la Ciencia y la defensa de las
personas, a los intereses mezquinos de unas cuantas grandes
corporaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario